domingo, marzo 29

Cleptomanía: el robo de la voluntad y el control personal

Hola Gente!!! Les dejo un temita que algunos pueden conocer y al leer se les abra otro panorama o los que no conocen pueden prevenir o saber actuar si se les presenta la situación.

Hay que aprender a dominar las emociones para no caer en angustia, ansiedad y todas esas cosas… es fácil?? Nooooo a mi me cuesta, gracias a Dios no soy ni comparación a lo que era… pero estoy día a día aprendiendo… paso a paso… y me agrado de lo que veo, no es que ya lo haya alcanzado sino que prosigo a la meta… decía Pablo, y también que Dios nos ha dado un espíritu de dominio propio… pongámoslo en marcha… que es lo único que nos va a evitar muchos dolores de cabeza…

Mis cariños

Claudia

Cleptomanía: el robo de la voluntad y el control personal

El 5% de las denuncias por robo corresponden a personas afectadas por un trastorno compulsivo asociado a la depresión y la ansiedad

Acumulan denuncias por robo y pueden parecer ladrones comunes, pero están lejos de identificarse con este perfil delictivo. Los cleptómanos, que protagonizan el 5% de las denuncias tramitadas por robos, sobre todo por parte de mujeres, son personas enfermas que sufren una gran ansiedad antes de realizar el hurto. En general se sienten tan culpables que al final devuelven el objeto robado y piden disculpas. La cleptomanía nace como consecuencia de un malestar generalizado asociado a sentimientos de depresión y ansiedad. Otros trastornos del control de los impulsos comparables a la cleptomanía son la compra compulsiva o la bulimia nerviosa. En todos ellos, las emociones negativas se experimentan con tal fuerza que se apoderan de la voluntad del individuo, con lo que la razón y el pensamiento lógico pasan a un segundo término. Como consecuencia se pierde la capacidad de pensar de forma serena y la pérdida del control se traduce en rituales irrefrenables y sin causa aparente.

Quienes sufren este trastorno desarrollan acciones compulsivas para reducir lo antes posible las emociones desagradables. En el caso de la cleptomanía el robo se convierte en una conducta incontrolada que sirve para reducir la ansiedad del momento. Pero la impulsividad sólo es útil para intensificar el malestar, ya que se deja de ser dueño de uno mismo y se pasa a ser esclavo de reacciones que alteran la vida diaria y generan sentimientos de culpabilidad por caer en el mismo error una y otra vez.

La cleptomanía la sufren los adultos conscientes de sus actos, aunque no pueden controlar los momentos en los que se ven "obligados" a robar algún objeto. Por lo general, afecta a individuos que son presa fácil de sus emociones y que se encuentran en un momento muy estresante de su vida, sufren algún trastorno de personalidad o experimentan síntomas de depresión o ansiedad.

Emociones descontroladas

El sentimiento de tensión que experimentan los cleptómanos se intensifica cuando se exponen a una situación en la que pueden llevarse algún objeto. Este nerviosismo evoluciona en estas personas de forma desagradable a medida que el robo está a punto de consumarse. La emoción es tan intensa que el afectado no ejerce un control sobre su voluntad, aunque sí es consciente de que está a punto de cometer un acto discordante con sus valores, pero es incapaz de plantearse otra solución para reducir el grado de ansiedad que le lleva a consumar el hurto. Por eso sólo cuando sustrae el objeto experimenta una sensación de liberación y alivio por haberse quitado de encima un malestar tan intenso.

Sin embargo, esta sensación cercana al bienestar -que puede resultar adictiva- apenas dura unos minutos, ya que el malestar inicial se sustituye por un sentimiento de culpabilidad que no tarda en aparecer. Esta situación genera un círculo vicioso en el que el desasosiego forma parte de la vida de estos enfermos, de la misma manera que sucede en otros casos de alteraciones adictivas e impulsivas.

Tratamiento

Es necesario consultar cada caso a un profesional para que elabore un diagnóstico completo en el que no sólo valore la cleptomanía como la manifestación más evidente. En general, suele administrarse antidepresivos por la relación de los síntomas con niveles bajos de serotonina en el cerebro.

El primer paso pare recuperarse es realizar un registro detallado de los episodios vividos. Después de cada robo involuntario se debe anotar en una libreta la fecha, la hora, el lugar, el estado anímico previo al hurto y el objeto robado. De este modo, se fomenta el control de una conducta que en el momento en que se lleva a cabo parece no estar sometida a ninguna pauta. Así, mediante este control se pueden observar secuencias repetitivas que permiten prevenir situaciones similares. Por otro lado, el individuo es más consciente de lo que ocurre y adquiere una novedosa y placentera sensación de control sobre las conductas impulsivas, llegando a ser capaz de sustituir la forma habitual de actuar por otra que no acabe en un hurto. Se trata de una técnica útil ante cualquier trastorno del control de los impulsos y adicciones porque permite una mayor concienciación del problema. Además, es habitual que cuando se anota cada episodio, se constata que estos son más frecuentes de lo que se estimaba en principio, y que con la ayuda del terapeuta estos impulsos se podrán sustituir por conductas más controladas.

Otra técnica útil y cargada de sentido simbólico es destruir todos los objetos robados. Con su destrucción se consigue romper con una etapa de la vida en la que se han cometido actos involuntarios y que han causado gran malestar. De esta forma tan alegórica se inicia una nueva etapa en la que se pretende actuar de forma diferente ante la ansiedad y la depresión.

Es muy importante que un cleptómano comparta la experiencia vivida con personas de confianza. De esta manera se comparte el problema y la vergüenza desaparece poco a poco. Reconocer el problema es siempre el primer paso para solucionarlo y, además, se aconseja realizar un ejercicio muy útil con las personas que comparten el secreto: pedirles que sirvan de acompañantes para acudir a los lugares donde se cometieron los robos y les vigilen para evitar nuevos episodios. No sentirse culpables les resulta una experiencia muy reparadora y les alienta a que ellos, más adelante, acudan solos al mismo centro y experimenten la misma sensación.

Por último, se recomienda que el afectado trabaje en la búsqueda de sensaciones positivas mediante otras actividades, como practicar deporte al aire libre, disfrutar de algún pasatiempo y mantener relaciones sociales activas para prevenir el aislamiento. El mayor antídoto para las conductas impulsivas y adictivas es vivir emociones intensas y positivas que provoquen sensación plenitud. De este modo, mejora el estado de ánimo y desaparece casi de forma espontánea la necesidad de cometer pequeños hurtos que hacen a la persona esclava de sus emociones, perpetuando su malestar de forma constante.

Tipología de la cleptomanía

  • Cleptomanía esporádica. Se producen episodios breves y con largos intervalos de tiempo entre un robo y otro.
  • Cleptomanía episódica. Aparece de una forma más constante en el tiempo, aunque se pueden apreciar remisiones puntuales.
  • Cleptomanía crónica. Se sufre a lo largo de la vida con pequeñas fluctuaciones en su frecuencia y con una dificultad importante para deshacerse del trastorno.

EROSKI

jueves, marzo 26

La muerte también existe: Afrontar la muerte de una persona muy querida


Hola Gente!!! Como la mayoría sabe, falleció Romeo, el perrito de mi hija. Amamos como hijito, nietito, sobrinito, lamentamos muchsisisimo su perdida… no hay palabras, solo esperar que el tiempo alise las huellas de dolor de este camino que nos toca transitar.

Hace un tiempo le hice un blog a Romeo con sus fotos y videos, ya les dije era un miembro mas de la familia, y le puse el tema de Elvis always on my mind siempre en mi mente… y mi hija escribió parte de la letra en español en una foto:


Tal vez no te he tratado
Tan bien como debería
Tal vez no te he amado
Tanto como debería
Cosas pequeñas que tendría que haber dicho y hecho
Simplemente nunca me tomé el tiempo.
 
Tal vez nunca te abracé
Todos esos momentos tan solitarios
Y supongo que nunca te dije
Que estaba feliz de que fueras mío
Si te hice sentir así
Chico, siento mucho haber estado tan ciega.
Siempre estuviste en mi mente
Siempre estas en mi mente.
 

Y me quede pensando en lo que dice y cuanta razón tiene si lo llevamos a la muerte de una persona cercana, amada.

Gente como consejo, no se guarden nada dentro, amen, hablen con las personas que aman, díganle las cosas , si son cosas que guardan hace tiempo o no que les duelen busquen el momento oportuno y hablenlo… exprésense con sus seres queridos… no den nada por sentado… salgan juntos a pasear a tomar un café, no se tantas cosas que muchas veces dejamos para otro momento porque estamos acostumbrados que cuando volvamos van a estar ahí… no dejen pasar los momentos… las oportunidades… aprovechen cada cosa, cada momento… así, si algún día parten no quedaran cuentas pendientes que les persigan sino buenos momentos, buenos recuerdos vividos que les ayudara y afrontar y pasar el duelo…

Mis mas sinceros cariños y agradecimientos…

Claudia

La muerte también existe: Afrontar la muerte de una persona muy querida

Hacerse mayor conlleva familiarizarse con el sufrimiento, aprender a soportarlo y saber salir adelante tras cada golpe que la vida nos asesta

Cuando se es niño, la más elevada expresión de la actividad socio-festiva la constituyen bautizos y primeras comuniones; la adolescencia y juventud incorporan a este agradable catálogo de encuentros las siempre felices bodas. Pero superados los cuarenta el principal rito social es que un mes sí y otro no acudimos al entierro de un amigo, compañero de trabajo o familiar directo. Y nos encontramos con ese inconfundible dolor que genera la muerte, la ausencia definitiva e irreparable de personas fundamentales en nuestra vida. Una de las razones del desconcierto en que nos sume la muerte es que casi siempre acontece sin que hayamos efectuado previamente el entrenamiento que nos permita asumirla como un hecho inevitable y rutinario, y ello porque vivimos de espaldas a la muerte.

El duelo

Las personas afectadas por la muerte de un ser querido presentan unos síntomas característicos y siguen una serie de etapas para la asunción de la pérdida. A veces se presentan dificultades añadidas que frenan el proceso y lo hacen aún más duro, pero esta sensación sobredimensionada de luto puede superarse con un planteamiento y apoyo adecuados. Nuestra cultura actual dificulta la elaboración del duelo, pero somos seres inteligentes dotados de un gran instinto de supervivencia, y por ello sabemos reaccionar ante las dificultades y sobreponernos a ellas. Y si no, aprendemos. La tragedia ha ocurrido, pero la vida continúa y las exigencias que la cotidianeidad nos presenta requieren de toda nuestra atención, entusiasmo y lucidez. Una correcta elaboración del duelo permitirá al afectado reintegrarse a su vida normal con la energía necesaria.

Cómo se manifiesta el duelo

Los síntomas son parecidos a los de las depresiones mayores: tristeza, trastorno del sueño, alteraciones del apetito y la libido, pérdida de peso... También disminuye el interés por el mundo exterior, sobre todo en lo que recuerda a la persona fallecida. Y sobreviene el desinterés por el trabajo, por encontrar nuevas relaciones, además de manifestaciones de angustia, sentimientos de culpa, apatía, falta de esperanza, e incluso -en casos graves- los pensamientos de suicidio.

Además, surgen síntomas físicos como cefaleas, úlceras, problemas respiratorios, palpitaciones, sudoración, y disminución de las defensas del organismo.

Los pasos de la elaboración del duelo son:

  • Incredulidad. Es la primera reacción ante la noticia de la pérdida, acompañada de aturdimiento ("esto no me está pasando a mí"). Nos alejamos de la realidad, en un intento de paliar el dramático acontecimiento.
  • Agresividad, ira. La persona se vuelve irascible, con reacciones de descontento, y resulta difícil de tratar. Adopta actitudes críticas frente a quienes le rodean y se pregunta por qué le ha tenido que tocar esta desgracia.
  • Depresión. Actitudes de apatía y silencio. Va haciéndose a la idea de que la pérdida es irreversible y va dejando de aferrarse a la imagen del ausente. Es una triste y silenciosa resignación.
  • Aceptación y paz. Se asume serenamente la ausencia. Comienza la persona a centrarse y vuelve a sus actividades cotidianas.

¿Y si el duelo se convierte en patológico?

Para superar el duelo hay que vivirlo, tenemos que concedernos la oportunidad de sufrir sus consecuencias. Y comprender la tristeza de quien lo sufre, por muy acentuada o exagerada que parezca. Pero si el duelo no se elabora correctamente - no se han vivido algunas fases, o se han interrumpido o se han reprimido emociones dolorosas-, pueden surgir síntomas patológicos, relacionados con la necesidad de permanecer unido al ausente.

Veamos los indicadores del duelo patológico.

  • Sentimientos de culpa. Se siente culpable de la muerte, de no haber hecho lo posible por evitarla, de no haber sido suficientemente diligente o afectuoso con el fallecido.
  • Pensamientos de muerte. El vivo debería haber desaparecido junto al fallecido, o incluso haber muerto en su lugar.
  • Sentimientos de inutilidad. Ya nada tiene sentido, sin el difunto la vida carece de interés, sin él o ella nada es igual, no vamos a poder hacer frente a la vida.
  • Experiencias alucinatorias. Como oír la voz del fallecido o ver fugazmente su imagen.
  • Sensaciones de padecer la misma enfermedad de la persona difunta, en un trasvase del problema que causó la muerte del ser querido.
  • Confusión. Algo profundo está cambiando en el fondo de sí mismo y en el mundo.
  • Lentitud psicomotora y deterioro de algunas funciones orgánicas.

Es muy conveniente desahogarnos con alguien que pueda entender y compartir nuestro dolor. Pero no seamos demasiado exigentes, es difícil que quien no se ve directamente afectado comprenda la dimensión de nuestro dolor.

El sufrimiento no desaparece ni se reduce poniendo tierra de por medio, alejándose de la situación dolorosa o de lo que nos remite al ausente.

Más que cambiar las circunstancias externas, conviene modificar los procesos mentales que llevan a la aceptación de la realidad. Después de ese cambio mental, y permaneciendo lúcidamente en la situación real, ya se pueden hacer viajes, o cambios en el hogar, o cualquier otra cosa.

Conviene que el afectado conozca las fases del proceso de elaboración del duelo, para que las acepte como algo normal.

Tan poco aconsejable es conservar tal cual estaban todas las pertenencias del fallecido, como hacerlas desaparecer. Lo adecuado es que el doliente se quede con los recuerdos más significativos del ausente y prescinda de los demás.

Cuando aparezcan los síntomas del duelo patológico, conviene acudir al médico de cabecera. Y, si es necesario, al psicólogo.

Errores frecuentes ante la pérdida de un ser querido

  • Pensar que no debemos conocer los detalles de la muerte ni ver el cadáver. Aunque resulte duro, saber los detalles de la desaparición de la persona amada ayuda a aceptar la realidad de la ausencia. La falta de información puede generar confusión y fantasías irreales.
  • Creer que cuando se demuestra rabia, dolor o desesperanza mediante el llanto desgarrado o los gritos, se está más expuesto a la depresión. La expresión de estos sentimientos es necesaria, porque permite que se procese la pérdida y se elabore el duelo, aunque puedan percibirse como manifestaciones exageradas o propias de culturas o países poco desarrollados.
  • Pensar que cuando la persona muere se pierde su recuerdo. El recuerdo y las vinculaciones emocionales no desaparecen. Permanecen, y aparecen en forma de recuerdos pasajeros o sueños.
  • Pensar que, para superar el dolor cuanto antes, debemos volver inmediatamente a nuestros quehaceres cotidianos. Conviene que nos demos un tiempo para reflexionar y para vivir el dolor sobrellevando el duro proceso emocional que supone la pérdida.
  • Considerar que el afecto por el ausente debe expresarse con mucha moderación. Aunque en nuestra cultura se valoran la firmeza de carácter y la entereza, debemos permitirnos expresar libremente las emociones dolorosas.
  • Mantener que conviene no hacer partícipes a los niños de estas situaciones de luto Los niños son tan capaces como los adultos para elaborar los duelos. No les ocultemos la realidad. Deben aprender a superar pérdidas que, antes o después, llegarán.


CONSUMER EROSKI



Salmos 94:19

Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.


Salmos 119:50

Éste es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida.


Salmos 119:76

Que sea tu gran amor mi consuelo


Isaías 66:12-14

Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo. Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos.

martes, marzo 17

El Suicidio 2° Parte

Hola Gente!!! Espero hayan comenzado mas que bien esta semana. Recibí algunos correos agradeciendo el tema o diciendo que era un tema muy importe para compartir, así que acá les envío la segunda parte del mismo autor y ya saben si desean que les envíe sobre algún tema en especial solo me escriben y lo que encuentre lo envío…

Deseo tengan una semana muy muy buena… abran los ojos para ver las oportunidades, miren a todos lados uno nunca sabe que puerta se abrirá para llevarnos mas cerca de lo que deseamos…

El Sal.91 nos dice que El nos saciara de larga vida y nos hará ver su salvación, solo nos queda a nosotros abrir los ojos y ver las cosas como Dios la mira: no hay fracasos sino oportunidades. No hay derrota sino crecimiento. Y saber que por donde pasemos, por mas malo que sea, siempre hay o hubo alguien que salio, que sobrevivo y le saco el mayor beneficio al mas feo momento, el de su propia victoria!!! No hay nada que mas te llene de alegría que el triunfo, sea al jugar a la pelota, a las cartas o al sobrevivir al peor momento de tu vida. Dios siempre esta con sus brazos abiertos y fuertes cuando los tuyos ya se cansaron, Dios pisa fuerte cuando tus pies ya no responden y Dios te sigue amando cuando tu amor, aun por vos mismo, se ha acabado. El sigue ahí, en pie, para darte todo nuevo porque El “hace nuevas todas las cosas” 2 Cor. 5:17.

Mis cariños

Claudia

El suicidio 2° parte

Cuando hablamos de asuntos desagradables que afectan a otras personas, entre otras cosas, solemos experimentar una cierta sensación de alivio. Incluso la seguridad o certeza de que, según qué cosas, no nos pueden afectar. Una de ellas es el suicidio.

Las sensaciones más habituales, cuando hablamos de suicidio, pueden ser la extrañeza, la incomprensión o incluso un sentimiento de superioridad. En cualquier caso, para más de uno, existe el convencimiento de que hay ciertas cosas que están más allá de toda lógica. En este sentido encontraríamos desconocimiento, miedo, egoísmo o la simple y llana negación a inmiscuirse y tratar de comprender otros mundos, otras historias y otras realidades.

Algunos hemos deambulado por la vida protegiéndonos con un muro de contención; con ladrillos que, a modo de creencias, experiencias o sueños, nos han librado del aterrador vacío exterior. Sabemos que está ahí, pero hacemos cuanto está a nuestro alcance para no ver aquello que no queremos ver, y como no lo vemos, pensamos que no existe. Y si algún día su existencia nos toca más de cerca de lo que quisiéramos, nos tranquiliza constatar que no tiene que ver con nosotros, sino con los demás.

Quienes nunca han visto peligrar ese muro tampoco suelen comprender a los estigmatizados, aquellos cuya historia les ha condicionado hasta tal extremo la vida que su instinto de supervivencia termina convirtiéndose en una tortura más que conviene superar, y, en ocasiones, termina haciéndolo mediante el suicidio, una de las secuelas más desconcertantes, complejas e inquietantes.

A una persona que ha tomado la firme decisión de suicidarse, de nada le sirve que le hablen de la existencia de otras salidas mejores o de que el tiempo lo cura todo. Estos razonamientos tienen la particularidad de agobiar todavía más al presunto suicida. Si has tomado esta decisión y lo has hecho porque no ves otra alternativa, ¿de qué sirve que te digan que hay otra salida? Si tú no la ves, estos comentarios sólo aumentan tu frustración. Siquiera eres capaz de vislumbrar algo que a los demás les parece tan evidente, con lo que terminas creyendo que todavía eres más inútil de lo que pensabas, reafirmándose la postura inicial de suicidarte.

Cuando le hablamos a alguien que se halla inmerso en este trance, debemos tener muy claro que nos estamos dirigiendo a una persona que se encuentra en una situación muy distinta a cualquier otra imaginable. No tiene nada que ver con lo que conocemos, a no ser que también hayamos pasado por lo mismo, por lo tanto, sería una estupidez decirle que comprendemos por lo que está pasando.

¿Qué podemos decir entonces? Desde luego, ninguna abstracción. Frases como “La vida es maravillosa” no le van a alentar en absoluto; más bien lo interpretarán como una puñalada. Creo que lo único que sirve son los hechos concretos, cercanos…, en vez de la frase “Entiendo por lo que estás pasando”, ya que probablemente no lo entiendas en absoluto; sería más adecuado: “Quisiera entender lo que estás pasando”, o: “Me gustaría estar a tu lado, si me dejas”. Y nunca emitir juicios; los juicios dejémoslos para nuestra propia persona, que es donde siempre deben ser aplicados.

Cuando se llega a plantear el suicidio es porque ya no se vislumbra otra alternativa mejor para uno mismo, e incluso para los demás. Quien decide quitarse la vida también lo justifica creyendo que los demás estarán mejor si desaparece.

Debo confesar que el suicidio me sorprendió por su gran incidencia en los abusos sexuales, asunto del que me ocupo mayormente. Tenemos la lógica tendencia a comparar partiendo de nuestras propias experiencias y percepciones. En el primer caso, debo decir que el suicidio no ha formado parte de mi amplio arsenal de secuelas, y en cuanto a las percepciones, es cierto que siempre la he contemplado como una posibilidad que nos toca muy de cerca…, pero nunca pensé que tanto.

La idea del suicidio no es una ocurrencia que surja sin más ni más; es una larga y constante acumulación de tristeza, soledad, incomprensión y silencio; una nube cada vez más oscura que termina por sobrepasarnos, alcanzando un punto sin retorno, donde ya no vemos otra salida para liberarnos de una vida en la que se agotaron las ganas y los recursos para seguir adelante. A partir de ahí, nos adentramos en una espiral donde se empieza a fantasear con la idea de poner en práctica el recurso definitivo.

En los peores momentos de nuestra vida, el suicidio puede llegar a parecer un mero trámite que viene a confirmar una realidad que uno ya siente muy adentro: la de sentirse muerto. Y si ya nos sentimos muertos en vida, lo único que nos queda por hacer es corroborarlo con nuestra última acción. Por suerte, nuestros planes no siempre se cumplen. A pesar de todo, y aunque al principio cueste creerlo, siempre hay una nueva oportunidad a la que aferrarnos.

El suicidio es el resultado de la exacerbación de todas las demás secuelas. Se rebasa el límite y desaparece cualquier asidero que nos permita ver algún sentido a nuestra vida; una vida en la que ya sólo se percibe sufrimiento y ninguna posibilidad de que pueda revertirse esa situación.

Probablemente, no lleguemos a encontrar una respuesta a la tendencia suicida, como si esta apareciera per se. Hay que reconocer las secuelas asociadas y lograr que disminuya su intensidad, reconociendo su origen, que, en nuestro caso, son los abusos sexuales. Y si podemos recorrer este camino de la mano de otras personas que estén en una situación parecida, tendremos mucho ganado.

Joan Montane Lozoya

jueves, marzo 12

El suicidio

Hola Gente!!! Quiero agradecer a todos y cada uno de ustedes que ha estado y esta conmigo en el mal momento que hemos pasado, mis hijas y yo, con Rome el perrito de mi hija. Gracias a Dios todo esta bien, le amputaron la patita y están esperando que la herida cicatrice, lo bueno de esto es que no era cáncer como se pensó al principio, lo cual se extendería y solo le quedarían unos pocos meses de vida… así que estoy feliz!!! Voy a ser abuela por 3° vez también y que mas… Dios ha sido bueno conmigo!!!

El otro día estaba conectada en el msn y se me puso a hablar un contacto, el cual luego de una pequeña charla superficial, me dijo que había querido ahorcarse y ahora quería pegarse un tiro. Le pregunte porque y me dijo que porque no sentía que fuese valioso o que alguien lo fuese amar, que no se sentía amado. Guauuu!!! Tiene la edad de una de mis hijas!!!

Hay chicos, no se dejen engañar por sus pensamientos de hormonas que están tratando de acomodarse al cuerpo y su mente a ustedes mismos… por esta razón busque este tema…

Siempre hay razones pa´ vivir… dice un tema de Jesús Romero… y otro Jesús dijo “vine para que tengan vida y vida en abundancia” o sea una vida con muchas cosas, especialmente amor por uno mismo, lo cual solo te lo podes dar vos… así que comenza a revisar como te estas tratando y date amor, regalarte cosas, hace cosas lindas por vos y dale gracias a Dios en todo momento, gracias no por las cosas malas sino por las pocas cosas que tenes en los momentos malos, y por las muchas en los momentos buenos… agradece a la gente por lo que te dan, ya que cada uno da de lo que tiene… algunos tiene mucho otros poco, vos se agradecido y veras como te cambia la visión del día… y da, da de lo que tengas… no hablo solo de dinero sino de tiempo de amor, es poco?… compartilo igual y cuando compartas ese lugarcito que quedo vacío se va a ir llenando cada vez mas de lo que des y veras que ya no habrá pensamiento de suicidio en tu mente, no tendrá mas cabida…

Con cariño

Claudia

El suicidio

Probablemente el suicidio sea uno de los asuntos más difíciles de abordar. ¿Cómo se llega a esta situación? ¿Por qué la persona no encuentra otra salida? Para quien no concibe ni ha concebido jamás esta posibilidad, el suicidio no está al alcance de su comprensión. Es inimaginable. Uno diría que siempre hay una alternativa mejor, una que cuanto menos sea reversible.

Yo empecé a interesarme por este tema casi tan pronto como puse en marcha un sitio en la red para personas que padecieron abusos sexuales en su infancia, pues esta es la cuestión principal de la que me ocupo. El caso es que enseguida llamó mi atención la forma reiterada en que se hablaba del suicidio. Era obvio que la relación entre los abusos sexuales y el suicidio no eran ninguna coincidencia, así que abrí una encuesta con el objeto de establecer una estadística que permitiera acercarnos de un modo más fidedigno a esta realidad tan desconcertante. Hay que decir, por una parte, que la participación obtenida quizá no alcance unas cotas numéricas que nos permitan asegurar sin margen de error una u otra cosa, pero por otra parte sí creo que estas cifras muestran una tendencia bastante aproximada y garantizan una certeza en cuanto a la validez y credibilidad de cada voto. En el momento de escribir este artículo se han contabilizado 167 votos. Es importante señalar que la pregunta era “¿quien había intentado suicidarse una o más ocasiones?”. No se contemplaban los pensamientos o el estar fantaseando con ello, sino tan sólo los hechos consumados. El resultado se divide en 101 personas que lo han intentado y 66 que no lo han intentado nunca. Podríamos extraer muchas conclusiones y reflexionar desde distintas perspectivas. Uno de los pensamientos que tuve fue: evidentemente, quienes han respondido son aquellos cuyos intentos fueron fallidos, por fortuna. Pero ¿y los que lograron su propósito? Otra reflexión que quisiera compartir: a veces tenemos noticia de alguna chica o chico adolescente que no parecía tener razón alguna para acometer semejante acto, y sin embargo se han quitado la vida. Entonces nos preguntamos ¿por qué? Y nadie da con una respuesta satisfactoria. Cuando se trata de una víctima de abusos el enigma es bien comprensible, pues una de las características que nos define a la mayoría es haber guardado silencio respecto del hecho traumático que padecimos durante la niñez

Alguien me dijo en cierta ocasión una frase que puede aportar algo de luz con relación a la idea de llevar a cabo el suicidio: -Yo ya estaba muerta; el suicidio era un mero trámite- Es una explicación concisa y acertada, donde la percepción de uno mismo se asocia al vacío, al dolor, a la nada. ¿Para qué continuar, entonces? Seguir viviendo se transforma en una tortura gratuita e insoportable. El suicidio, es cierto, puede ser un acto de desesperación, pero creo que en muchos más casos es un acto de liberación, de ponerle fin a ese dolor insoportable cuyo origen a veces se desconoce y cuya batalla para acabar con él hace tiempo que se dio por perdida.

Junto con los motivos ya expuestos, otro muy común es el de sentirse absolutamente inútil y prescindible. Muchos están convencidos que si desaparecieran nadie los echaría en falta, incluso harían un favor a la familia y a los amigos por librarles de su presencia. Está claro que la autoestima, en estos casos, es inexistente. Uno de los principales problemas asociados al abuso sexual infantil es que la víctima queda anulada. En su infancia no posee las herramientas para defenderse ni para entender que le está sucediendo, y quienes deberían erigirse como sus defensores, o sea su familia, son en muchas ocasiones quienes cometen el abuso. Además, cuando el abuso sexual es intrafamiliar hay grandes probabilidades que el mismo se prolongue durante años, pues el agresor tiene total acceso al menor y todas las posibilidades para imponer su autoridad. Para hacernos una idea, hice otra encuesta relacionada con la duración de los abusos. Sólo un dato: un 26% dice haber padecido abusos durante más de 8 años. Con el paso del tiempo la capacidad del niño para rebelarse termina por desaparecer, aceptando con sumisión la realidad que le ha tocado vivir. En ocasiones no ha conocido otra.

La impotencia y la soledad son sensaciones que se exacerban y te arrastran a ese pozo sin fondo. Decía una buena amiga: -intentas buscar eso que los demás dicen que existe; esa puerta que se abrirá tarde o temprano, ese olvido que te permitirá seguir adelante, ese "tiempo" que todo lo cura… pero no ves nada- Y esa incapacidad para percibir esas cosas que para los demás son tan claras y evidentes no hace más que aumentar el convencimiento de que no vales para nada, de que ni siquiera eres capaz de ver eso que los demás ven con tanta claridad.

Decía antes, refiriéndome a la primera estadística, que por fortuna muchas personas no habían logrado su objetivo, sin embargo en muchos casos existe un factor negativo más que añadir a la ya de por sí extensa lista de dificultades que superar. Ante un intento de suicidio muchos se han visto descubiertos. Por una u otra razón se ha hecho público su acto. Y como decía una compañera que vivió estas circunstancias: -de pronto dejas de tener nombre para convertirte en "la que se intentó suicidar”. Ahora eres quien se tomó las pastillas, quien se tiró... y entonces tienes que soportar las caras de la gente; unas de lástima, otras que te observan como si fueras un espécimen extraño, otras de dolor, el de la gente que te quiere, pero en todas ellas ves la incomprensión y la pregunta sobre el por qué has llegado a eso- Eso es lo que sucede en el exterior, pero la situación familiar no es mucho mejor.

Otra compañera sintetizó muy bien el proceso por el que se va gestando la idea hasta los momentos finales: -yo recuerdo primero miedo por los pensamientos que tenía, por ser capaz de llegar a ese punto. Pero una vez superado aparece la obsesión por buscar todo tipo de información para seleccionar el método más adecuado; tenía muy claro que no iba a tirarme de un piso, me faltaría el valor. Buscaba algo sencillo, indoloro, y a ser posible rápido. Después el nerviosismo por la decisión tomada, y pasados unos días y a medida que se acercaba el momento, mucha calma, mucha seguridad, pero también recuerdo mucha tristeza-

Hay gente que quedó atrapada en el pasado, que sufrió lo indecible, que ya no es capaz de generar recursos que le permitan escapar de esa cárcel, y es ahí, en el pasado, donde hay que buscar la llave. Decirle a un posible suicida que todo tiene solución, que ya vendrán tiempos mejores o que te quedan muchas cosas por vivir, no sirve para nada.

http://www.jmontane.es

domingo, marzo 8

Identidad de la mujer: su psicología



Hola Gente!!! En especial a las mujeres!!! Les dejo este articulo para que se conozcan mas y a los hombres para que nos conozcan mas… jejej… así después no tiene excusas…

Les deseo lo mejor mujeres y por rebote a ustedes hombres, si todos, en lo que nos respecta, mejoramos, todos salimos ganando… la cosa es conocernos mejor, los lados malos para cambiarlos y los lados buenos para aumentarlos, y no solo en nosotros mismos sino decirles a los demás lo bueno que cada uno tiene para que se fijen en ellos mas que en los malos y los hagan crecer mas y mas hasta que los malos queden ahogados entre los buenos…

Dice la Biblia, “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. Vence lo malo con lo bueno” … muchas veces la lucha es contra nosotros mismo, contra nuestra mente, contra nuestra manera de pensar de nosotros mismo… venzamos nuestros malos pensamientos con los buenos!!!

Les envío mis cariños

Claudia

Identidad de la mujer: su psicología

Una de las características de la mujer es la capacidad de involucrar todas las esferas de su persona, todas las facultades, todo su ser, en lo que realiza.

No deseamos aquí ofrecer un tratado sobre la psicología de la mujer, tema del que se ha escrito tanto últimamente. Y, aunque tenga su interés el resolver el enigma de «la diferencia» (¿qué es la feminidad?), tampoco es el fin de este trabajo. Pero sí haremos algunas observaciones sobre rasgos de la mujer que la determinan en su feminidad, sobre todo para descubrir con más claridad la diferencia con el varón.

Judith M. Bardwick señala en su libro Psicología de la mujer:

“¿Qué es lo masculino? Lo «masculino» equivale a objetivo, analítico, activo, inclinado al pensamiento, racional, indómito, entrometido, obstaculizador, independiente, autosuficiente, controlado emocionalmente y seguro de sí mismo. Su mente discrimina, analiza, separa y perfecciona.

Lo «femenino» corresponde a subjetivo, intuitivo, pasivo, ternura, sensibilidad, es impresionable, dócil, receptivo, empático, dependiente, emocional y conservador. Su mente capta relaciones, posee una percepción intuitiva de los sentimientos, tiene tendencia a unir más que a separar.”

La mujer involucra toda su persona en lo que realiza

Una de las características de la mujer que notamos, por tanto, es la capacidad de involucrar todas las esferas de su persona, todas las facultades, todo su ser, en lo que realiza. Su tendencia se dirige a unir, aglutinar, concentrar. Mientras que el hombre tiende a dividir, separar, aislar. Poniendo un ejemplo de la vida cotidiana: Si se trata de ordenar un cuarto, y la mujer se encuentra en un momento bueno: entra con mucho ánimo, le parece que aquello no está tan desordenado, ve que podrá acabar rápidamente, va acomodando las cosas mientras recuerda algún acontecimiento positivo de días anteriores, encuentra una foto y se detiene a mirarla evocando aquel día feliz, descubre algún pequeño objeto y piensa en seguida que lo podrá regalar a una persona conocida. Si se encuentra en un momento malo, se impacienta, protesta, se queja, le parece que no va a terminar nunca, va echando la culpa a su marido de ser tan desordenado, guarda las cosas mal, decide tirar algo a la basura por considerarlo un estorbo...

Son frecuentes las discusiones matrimoniales en las que la mujer mezcla las cosas y luego se queja de que el marido no la entiende. Él podrá decirle: “pero ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?” Sin embargo, este rasgo tiene de positivo el que, cuando la mujer se entrega a una tarea, no se entrega a la tarea en sí sino que se entrega a la persona por quien ella lo hace, aquella persona que se complacerá por la tarea bien hecha. Puede tratarse de su marido, de sus hijos, de su jefe de trabajo, de sus subordinados, de Dios. Se entrega a las tareas con su mente y su corazón.

Esto permite que, en el gestar, dar a luz y criar a un hijo, ella desempeñe todas las tareas prácticas que esto implica volcando en ello toda su humanidad. De manera que el niño, a través de las acciones de su madre, está recibiendo mensajes de amor, protección, cuidado, que le dan seguridad y le constituyen como persona. Así lo perciben los hijos cuando crecen. Si mamá está en casa, aunque esté sentada trabajando o cocinando, el hijo percibe que ella está para él. Y la madre, hace su tarea dándose a su hijo casi de forma inconsciente. Así mismo, la mujer puede transmitir un mensaje muy negativo sin que lo comunique externamente. Por ejemplo, un hijo no deseado o no aceptado, aunque la madre se esfuerce por tratarlo bien, percibirá el rechazo siempre hasta que ella lo acepte de corazón.

El papel de la subjetividad

Unida a esta característica está la subjetividad femenina, que procede del mundo emotivo y afectivo de la mujer. Esto quiere decir que la mujer percibe las cosas desde ella misma.

Subjetiviza porque filtra todo a través de su «sujeto». A veces esto trae consigo el que la mujer pierda la «objetividad» por involucrar su «yo» afectivo-emotivo en la valoración de la realidad. Por eso exagera, es susceptible, personaliza las reacciones y actuaciones de los demás. Pero, por otro lado, esta subjetividad tiene la cualidad de no quedarse en la esfera material y externa de la vida sino darle más bien un significado personal y humano.

Ella ha sido destinada a introducir en la vida a sus hijos, debe «humanizarlos». Su subjetividad le hará, por ejemplo, ir al supermercado llevando al niño y, en lugar de realizar tan sólo el acto material de llenar un carrito y pagar, entablará toda una conversación con el niño que llegará a humanizar esa circunstancia: los comentarios sobre las personas con las que se encuentran, las preguntas del niño sobre lo que es bueno o malo, el «destino» que llevará todo aquello que se compra, seguramente determinadas cosas para ocasiones especiales, para dar gusto a uno u otro.

Su subjetividad le hará especialmente capaz de interpretar los actos externos de quienes le rodean, sea marido, hijos, personas con quien trabaja. Si se encuentra en una actitud de donación, será capaz de darles un significado humano. Esto le llevará a actuar ante estas personas como quien las aprecia, las ama, les da seguridad, las motiva o les advierte, reprende, critica, corrige.

Es la esfera de la maternidad la que le lleva a observar los comportamientos para configurarlos como verdaderamente humanos. Esto la mujer está llamada a trasladarlo más allá de su esfera familiar, como aquella que puede humanizar el mundo de la política y el trabajo.

La capacidad de captar los valores personales

La mujer tiene una capacidad especial para captar los valores personales. De ahí su especial susceptibilidad al sentirse tratada como «algo» en lugar de como «alguien». La mujer pone en primer término las personas, luego las cosas. El varón pone en primer lugar las cosas, luego las personas. Al varón, en la casa, le interesa que «las cosas funcionen», que todos coman bien, que no se seque el jardín, que no le falte aceite al coche, que las camisas estén planchadas. Y si aquella casa funciona muy bien, entonces él está satisfecho con su mujer.

La mujer tenderá a quitar importancia a las cosas cuando note que algún detalle personal está pasando desapercibido ante el varón. Por ejemplo, ella puede enfadarse porque el marido regañó a uno de los niños por tener su cuarto desordenado y ella sabe que el niño se ha sentido mal durante el día y ha hecho un esfuerzo grande por comer lo que no le gustaba...

La mujer puede «tolerar» cierta imperfección en el plano de las cosas y los resultados, si por no mostrarse intransigente, logra un clima de unión, paz, armonía en las personas. El hombre puede tender a quitar importancia a la persona exigiendo internamente que «se deje de cuentos» para que «las cosas» estén bien. Esta percepción de la persona, lleva a la mujer a ser atenta y delicada en las relaciones sociales.

Incluso en el mundo del trabajo, la mujer se desenvuelve entre personas antes que entre asuntos que resolver. Así le preocupará que el equipo de trabajo se sienta a gusto, percibirá si el lugar donde trabajan es agradable o desagradable, intuirá al vuelo conflictos relacionales entre miembros de la oficina.

La estabilidad afectiva

Con lo dicho, es necesario que la mujer encuentre la estabilidad de su mundo afectivo. El proceso de pensamiento subjetivo, la estima de sí misma, la percepción y alteraciones de su cuerpo, sus reacciones emotivas, todo debe estar orientado por la voluntad, de forma positiva y armónica, de manera que enriquezca la personalidad de la mujer. Si ella se deja llevar por las variaciones tantas veces irracionales de su sensibilidad, vivirá de manera inestable, insegura, egocéntrica, y todo esto causará división interna y desequilibrio emocional impidiendo que la mujer se abra en el «don de sí».

Ella deberá reflexionar, conocerse, tomar conciencia de su sensibilidad y reacciones mientras suceden para llamarlas por su nombre, darles el lugar que les corresponde confrontándolas con la realidad, y de esa manera, encauzarlas para que le ayuden a alcanzar el fin concreto que persigue en ese momento o, por lo menos, no sean obstáculo para la consecución de ese fin.

El sentido de observación

Es propio de la inteligencia de la mujer el sentido de observación y detalle. Lo necesita por su naturaleza de madre. El mundo de un niño pequeño es muy delicado, la madre tiene que percibir todas sus necesidades ya que él no puede comunicárselas. La madre tiene que cuidar de él y captar no sólo las reacciones del niño sino la atmósfera material y humana que le rodea, lo que puede ser un peligro o un daño para él. Su proceso de atención la lleva, por tanto a responder de manera especial a estímulos visuales que le permiten relacionar cosas y preocuparse por el orden y la armonía de lo que la rodea. Capta el todo en su dimensión completa. Integra ambiente, personas, espacios externos, tiempos, acciones. De ahí viene que la mujer, sin perder la atención sobre lo que realice, esté en una reunión de trabajo o en una conversación con amigos, percibirá enseguida si hace falta más luz, si hay que abrir una ventana, si tal persona necesita un cenicero...

La capacidad de comunicación


La mujer tiene gran capacidad de comunicación. Es característica la necesidad que manifiesta de hablar y hablar. Esto produce no poco contraste con los varones, menos expresivos, especialmente en la vida matrimonial. Sin embargo, esta capacidad de la mujer de entablar relaciones de empatía con los demás constituye una riqueza que el varón puede aprovechar muy bien, en concreto en el campo profesional de cara a las relaciones públicas.

Su solicitud por el otro

Es sobre todo la dimensión materna de la mujer la que la dota de una solicitud natural por «el otro» y una tendencia permanente a la «compasión». Una madre, al «recibir» a su hijo desde dentro de ella misma, entabla un diálogo humano con otro «yo» que necesita de ella para vivir. Sólo ella puede experimentar hasta qué grado el ser humano es desvalido y cómo ella puede darle todo lo que necesita para vivir.

Su intuición y la relación íntima que se entabla entre la madre y el hijo, la lleva a comprender no sólo a su propio hijo sino a todas las personas. Todos los «demás» han tenido y tienen las mismas necesidades que su hijo, sólo que la inserción en la vida social y la «madurez» las «disimula». Pero hasta el más «grande» de los hombres siente las carencias y necesidades físicas, afectivas, psicológicas que ella ha podido conocer muy bien.

En el caso del varón, volcado hacia la «conquista de la naturaleza» y a la carrera competitiva, la mujer percibe cómo ese vivir de las cosas no suprime sus necesidades «humanas» aunque el varón se cuide mucho de manifestarlas por su natural autosuficiencia. Así que la mujer es la que sabe la manera de llegar a convertirse en «madre» del varón sin que él lo perciba demasiado, aunque reciba su influjo y experimente la satisfacción de sus necesidades. Es sobre todo la mujer la que es capaz de «compadecerse» y sentir como sufridos por ella misma los «dolores» de los demás. Llámense «stress», inquietud, soledad, enfermedad, ruptura, fracaso.

Ella tiene en sí el lenguaje de cercanía, ternura, sensibilidad, comprensión para aliviar estos dolores. Por eso la feminidad es una gran aportación al mundo social, político y laboral, y, en ese sentido, el Papa Juan Pablo II expresa cómo Dios encomienda el hombre a la mujer.

La clave de la autoestima

Sin embargo, no hay que olvidar que el sentido de autoestima, en el campo de la afectividad femenina y de su psicología, reside en la experiencia de sentirse y saberse amada y experimentar su capacidad de amar. El varón tiene el centro de su autoestima en la consecución de éxitos profesionales. Por eso él tiende a «salir» para encontrarse a sí mismo, para realizarse. Sus éxitos y sus logros serán la manera de expresar el amor diciendo a los suyos: “he hecho esto para vosotros. He conseguido esto para vuestro bien.” Pero en el caso de la mujer, ella necesita entrar dentro de sí, descubrir en su interior el amor que otro ha puesto sobre ella, saberse amada, eso se convierte en ella en una fuente de seguridad que la proyecta hacia afuera buscando devolver amor. Lo realiza de la manera más plena en su maternidad, ya que el hijo es el fruto del amor recibido en ella y la manera de devolverlo.

Ella adquiere seguridad descubriendo el bien y el amor que puede ofrecer a los suyos y, desde ahí, a las demás personas. Si al entrar dentro de sí, se descubre sola, despreciada, utilizada, humillada, olvidada, eso produce una profunda inseguridad e insatisfacción que le llevará a encerrarse dentro de sí en una existencia frustrada y egocéntrica o a salir en busca de la evasión, sea negando su problema, refugiándose en los placeres materiales o huyendo al mundo profesional en busca de «otra» identidad. Por el contrario, si su dimensión afectiva es estable y plena, entonces ella descubrirá en la esfera profesional, otro campo donde ella puede irradiar su riqueza de mujer y su donación personal.

Así, para que la mujer acceda y penetre el mundo profesional, no sólo no es necesario que abandone sus roles familiares sino que es absolutamente necesario que ella los viva y los integre como la mayor riqueza de su feminidad, desde la cual encontrará toda la seguridad, creatividad, fortaleza y proyección para ejercer una labor transformadora de la sociedad.

Gloria Conde, del libro Mujer Nueva, ed. Trillas

miércoles, marzo 4

No quiero perdonarte

Hola Gente!!! Espero estén viviendo una semana de desafíos, desafíos de los cuales al afrontarlos y vencerlos estén cada vez mas cerca de sus sueños.

Para esto busque un artículo que tuviera que ver con la hora a los padres. La biblia dice “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” Ef 6:2-3.

Como testimonio personal, desde el momento que lo he llevado a cabo, no solo cambio mi relación con mi mama sino aun con mis hijas.

Parafraseando este articulo, nadie nació sabiendo, la cosa es ponerse en marcha, caminar, perdonar, dejar la mochila del dolor de la bronca o de lo que pudo ser o debió haber sido y no fue y seguir el camino.

Es fácil? No para nada. Antes yo hablaba mal y me quejaba de todas las falencias de mi infancia y de lo que esperaba y nunca llego, hoy en día cuando escucho hablar a alguno de mis hermanos de la forma en que hablaba antes yo, siento el pesar en mi corazón, la vergüenza de haber hablado de esa misma manera al referirme a mi madre, acarreado ese dolor y esa falta de amor, que queriendo o no la pase a mi descendencia y ellas me trataban y se referían a mi del a misma manera que yo lo hacia con mi madre.

De verdad, cuando uno cambia todo cambia, esperamos que cambien nuestros papas o los demás, cuando debemos ser nosotros quienes cambiemos para ver las cosas diferentes y producir por ende cambios a nuestro alrededor, porque mientras seguimos viendo lo que falta y no lo que hay, nos seguiremos quejando y produciendo actitudes hostiles que no les hace bien a nadie, haciendo que los demás se contagien de esa hostilidad. Es un camino sin fin que nos lleva siempre la mismo lugar, ese lugar del que tratamos de escapar o cambiar… usando las mismas herramientas, las cuáles no nos dan los resultados que deseamos…

Luego de leer este articulo revisa tu vida… cambia lo que puedas cambiar hoy y mañana lo que puedas mañana, ni Dios hizo el mundo en un solo día, necesito tiempo. Dice una canción “se hace camino al andar” hace camino para los que viene detrás… tus hijos y los hijos de tus hijos. Aun si duele o parece injusto, hacelo! aun los nietos de tus nietos te lo agradecerán… tu nombre permanecerá en tu descendencia.

Te envío mis cariños

Claudia

No quiero perdonarte

En nuestras mentes se crean reglas acerca de cómo deberían comportarse los demás. Y cuando éstos quebrantan nuestras reglas, nos enemistamos con ellos, por más que sea absurdo.

Con frecuencia, creemos que castigamos a los demás negándonos a perdonarlos, es decir:

-¡No quiero perdonarte! ¡Sufre!

En realidad, somos nosotros los que sufrimos. Se nos hace un nudo en el estómago y perdemos el sueño. La próxima vez que te enfades con alguien, cierra los ojos y presta atención a tus propias sensaciones, al mensaje de tu cuerpo. Echar la culpa a otros hace que te encuentres fatal.

Muchas personas, ante la mera mención de alguien que odian, se enfurecen y comienzan a revivir un incidente feo o desgraciado; no se han desprendido del pasado. El resentimiento nos llena el alma de sentimientos desagradables que nos roban energía sin que nos demos cuenta de ello.

Soy perfectamente consciente de que no se trata de una tarea fácil, pero incluso si llegaras hasta el punto de ponerte en contacto con alguien para ofrecerle tu perdón, la liberación que conseguirías de estas influencias negativas bien merece los sentimientos contradictorios que puedas experimentar.

Las personas hacen lo que hacen sabiendo que lo hacen. No les importa si con eso resultan culpables a tus ojos. Eres tú quien echas a perder tu vida. Cuando la tormenta inunda tu sótano ¿se te ocurre decir «eso no se lo perdonaré jamás a la atmósfera»? Si un gorrión te deja un adorno en la cabeza, ¿le guardas rencor al gorrión? Entonces, ¿por qué guardamos resentimientos contra las personas?

No somos dueños de la conducta de los demás, como tampoco lo somos del comportamiento de la atmósfera o de los gorriones. El universo no funciona en términos de crimen y culpa. Los delitos y las culpas son normas que hemos inventado nosotros.

El odio y el resentimiento es la lupa peor usada, capaz de convertir a un enano en el monstruo más temible que te pudieras imaginar. Todo odio es un miedo disfrazado que usamos para tomar venganza y poder tener la razón, que alguien o algo injustamente nos arrebató.

Este miedo entonces, se convierte en energía activa de resentimiento, y cuando nuestra parte consciente lo rechaza porque no saber qué hacer con él, éste, atraviesa el puente hacia el cuerpo y se manifiesta en alguna área de nuestra salud. Todo esto lo hace para que lo veamos y nos deshagamos de esta energía inadecuada en nosotros.

Nuestra salud mental está en proporción directa con nuestra capacidad para perdonar y olvidar las ofensas que nos hayan infligido. La incapacidad de perdonar se halla en la base de la culpabilidad, el resentimiento y de la mayoría de los otros sentimientos negativos.

Debes perdonar sinceramente a todos los que alguna vez te hayan hecho una faena, debes dejar «pasar» el asunto y alejarte de la cólera y de los sentimientos de venganza, debes negarte a seguir pagando una y otra vez la misma desafortunada experiencia.

Debes aplicar todas tus fuerzas a vivir una vida llena de alicientes, a tener un buen carácter y a convertirte en una persona destacada que está por encima de cualquier sentimiento negativo que pudieras abrigar todavía hacia cualquier persona.

Para liberarte de tus sentimientos negativos de culpabilidad, inferioridad, inadaptación, servidumbre, rencor y enojo, debes perdonar en primer lugar a tus padres. Vivan o no, tienes que proponerte hoy mismo perdonarlos de verdad por todas las cosas que te hicieron y con las que te hirieron en lo más hondo de tu ser.

Debes perdonarlos por todas las injusticias y por todos los actos de maldad o crueldad que tuvieron contigo. Debes olvidar las heridas de tu niñez y pasarlas por alto aceptando que tus padres actuaron de la mejor forma que sabían y con lo que tenían en esos momentos.

Casi todo el mundo está molesto o enfadado por algo que uno o ambos de sus padres les hicieron cuando eran niños. Muchas personas de cuarenta y cincuenta años se encuentran en un estado de angustia emocional porque todavía no han perdonado a sus padres. Toda una vida de resentimiento es pagar un precio terrible por algo sobre lo que de todos modos no podría haberse hecho nada.

Cuando se insiste en no perdonar, es como si se hubiera detenido el tiempo en un momento muy desagradable de ira sorda, de sufrimiento, angustia, dolor y sed de venganza. Esta sensación es muy dañina para la salud física, mental y espiritual.

Cuando se habla de perdón y de rectificar tu vida, el primer paso es perdonar a tus padres. Por descontado que no han sido perfectos. Pero cuando tú eras una criatura, papá y mamá no disponían de tantos manuales de psicología popular como existen hoy acerca de cómo «ser padres», y además tenían otras muchas preocupaciones, aparte de criarte a ti.

Si lo hicieron mejor o peor, eso será cuenta de ellos. Cada día que pasas negando el perdón a tus padres es un voto negativo con el que te condenas tú.

En muchos casos, tus padres ni siquiera se acuerdan de lo que hicieron para que tú estés aún molesto con ellos. Por regla general no guardan ni el más mínimo recuerdo del asunto.

Si les dices por qué estás todavía resentido, lo más probable es que se muestren sorprendidos ya que ni siquiera recordarán el incidente. Vacía tu corazón de todo el odio y permite que el amor ocupe su lugar; el perdón es signo de grandeza y existen varias formas distintas para que puedas perdonar a tus padres.

La más importante consiste en perdonarlos de corazón; cada vez que recuerdes la nefasta experiencia, cada vez que pienses sobre las cosas que te hicieron y que te dolieron, utiliza la ley de sustitución y reemplaza el pensamiento diciendo varias veces: «Le (la) perdono a pesar de todo».

Si continúas perdonándolos cada vez que recuerdes el incidente, no pasará mucho tiempo antes de que evoques la experiencia sin negatividad y emoción alguna. Y llegarás incluso a olvidarla. Serás libre.

Otra forma para el caso de que la persona en cuestión ya no esté viva, o si no deseas enfrentarte a ella, usa la técnica de la silla. Imagina que ésa persona está sentada en una silla delante de ti o a tu lado. Háblale. Expresa tus sentimientos. Desinhíbete. Di lo primero que te pase por la cabeza.

Entonces despréndete de tu resentimiento y siente el perdón en su lugar. Puede que hasta quieras abrazar o estrechar la mano de esa persona.

Si hablar con una silla vacía te resulta demasiado estrafalario, otra manera es escribirles una carta, lo detallada que desees. Cuando la escribas, pon lo primero que se te ocurra. Deja que tus pensamientos vayan a la deriva. Expresa todos tus sentimientos importantes y perdónalos por todas las equivocaciones que cometieron contigo.

Muchos padres con baja autoestima y, por tanto, no lo suficientemente fuertes para admitir sus yerros, esperan que algún día sus hijos les perdonen por los fallos que tuvieron en su crianza.

Igualmente, otra forma de perdonar a tus padres es sencillamente ir a verlos personalmente o telefonearlos. Se sientan con sus padres y discuten lo que hicieron y por qué continúan todavía dolidos, aprovechan la ocasión para decirles a sus padres que les perdonan todos los errores que hayan cometido durante su crianza y que les quieren. Perdonándolos los liberas y te liberas tú también.

Perdonar es liberarse de vivir anclado en un momento amargo. Cuando se perdona una ofensa, hay un mecanismo que libera el olvido de esa situación. Así, la persona queda liberada de un recuerdo amargo y eso le causa una sensación de liberación. Cuando perdonas, sales ganando; con el perdón nunca pierdes.

En cuanto te olvides de lo que te hicieron estas personas, experimentarás una sensación de alivio y júbilo y tu vida comenzará a abrirse ante ti en senderos prometedores.

Dado que tu mundo exterior refleja con toda fidelidad tu mundo interno, dado que atraes a aquellas gentes y circunstancias que concuerdan con tus pensamientos dominantes y dado que te conviertes en lo que piensas, tu capacidad de perdón es una cualidad indispensable que tienes que desarrollar mediante la práctica si de verdad quieres ser feliz, tener salud y ser enteramente libre.

¿Tiene algún sentido cargar, por años, con un peso y una energía inconveniente, cuando la otra persona o cosa, ni siquiera se percata de ello? Por eso, en su estructura, la palabra perdón, se define como: per=máximo y don=regalo. El máximo regalo.

Sólo cuando perdonas completamente a tus padres funcionas plenamente como adulto. Hasta entonces, sigues llevando un niño en tu interior. Todavía dependes de ellos emocionalmente.

Tienes que olvidarte de las experiencias desgraciadas de tu infancia para poder tener una relación madura con tu padre y con tu madre. Para mucha gente los mejores años de su vida con sus padres empiezan el día en que los perdonan y arrumban todos los negativismos asociados a su época de crecimiento.

Elias Benzadon