miércoles, mayo 27

Las apariencias engañan: Desde uno mismo, hacia los demás

Hola Gente!!! Como han comenzado la semana?

Yo estoy a horas de volver a vera mis hijas y nietita y los 2 nietitos que viene en camino o sea las pancitas donde, por ahora estan alojados. Comparto esto con ustedes pues hemos estado 2 años haciéndonos compañía con algunos, otros no… para mi han sido una valiosísima compañía en este tiempo. Desde aquí les quiero dar las GRACIAS!!!

Este articulo me pareció interesante pues habla de ser nosotros mismos y sacarnos la carga pesadísima de ser lo que los demás quieren que seamos… lo cual te digo desde ya y con conocimiento de causa, nunca nunca vas a satisfacer las demandas de los demás… hoy quieren que seas así mañana quieren otra cosa y te vuelven loco… por eso es mejor, como decimos los que le creemos a Dios, estar bien con una sola persona (Dios) que con todo el mundo.

Se vos mismo con vos mismo y refleja lo que sos a los demás. Tene un corazón limpio, que cada día puedas mirarte al espejo y sentirte libre de acusación interna, no hagas maldades. Mira eso no significa que no las pienses… si supieras cuantas cosas se me cruzan para hacerles a los que joden la vida no lo creerías… pero la decisión es mía si lo llevo a cabo o no. Si llevara a cabo cada cosas mala o aun algunas, se que no podría dormir a la noche y estaría perseguida por mi propia conciencia llevando una mochila constante llena de plomo.

La Biblia dice busca la paz y síguela, yo te diría busca la libertad de ser quien eres y síguela…
También dice que la verdad nos hará libres… yo te diría conocete y serás libre de ser quien los demás quieren que seas y no eres.

Cambia solo para mejorar vos y no porque los demás te lo exijan, si vos mejoras mejoran tus descendientes y así constantemente… si mejoras vos te sentís mejor vos y ves mejor a los demás y no vivís amargado, mirando a los demás que tienen o que hacen, criticando, juzgando, condenando.

Animate, mejorate, relajate, liberate que nadie va a vivir tu vida por vos, nadie va a invertir para que vos estés mejor que vos mismo… y al final lo vas a disfrutar y mas aun, los demás lo disfrutaran contigo.

Mis cariños

Claudia

Las apariencias engañan: Desde uno mismo, hacia los demás
Los humanos somos seres complejos, poliédricos, con actitudes, emociones y comportamientos poco coherentes entre sí, si no abiertamente contradictorios.
Llegamos a estar enamorados de dos personas a la vez, a odiar y apreciar al mismo tiempo a un mismo individuo, a prodigar auténticas ceremonias de hipocresía con nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo o familiares. Cada día pensamos una cosa y hacemos otra bien distinta al respecto; unas veces actuamos así por no hacer daño a los demás, otras por pura conveniencia, por comodidad, ... Vamos modelando nuestra manera de ser en función de lo que los demás esperan de nosotros. Pero las cosas no suceden así por casualidad. Al cabo de los años, vivimos circunstancias en que es más sensato y conveniente "maquillar" nuestro comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros verdaderos sentimientos, moderarnos en nuestras respuestas o amordazar nuestra espontaneidad en aras de una supuesta convivencia armoniosa.
Lo peligroso de este juego, el de las apariencias, el de los secretos y mentiras, es que muchos naufragan en él. Y sobreviene el vacío: "¿quién soy en realidad?". Este fracaso, este desencuentro con uno mismo, puede deberse tanto a la pérdida (u olvido) de la propia identidad personal (de puro jugar, se olvida uno de lo real, lo que queda tras la representación), como al desconcierto y el temor que nos asolan ante las situaciones difíciles. Y no es extraño, porque las reglas, muy sutiles ellas, no están escritas, y las experiencias ajenas difícilmente sirven. Estas representaciones actorales, asumidas con naturalidad por casi todos, no serán perjudiciales si mantenemos la cabeza fría y sabemos distinguir lo que pensamos, lo que hacemos y lo que, en definitiva, somos de verdad. Conocer a fondo el juego de las apariencias puede resultar entretenido y muy instructivo, además de que aprenderemos mucho sobre el género humano. Y sobre nosotros mismos.
Cumplir con lo previsto
Crear nuestra imagen y consolidarla ante el exterior y ante nosotros forma parte del aprendizaje para la vida. A medida que crece la competitividad, lo hacen las comparaciones; de ahí la trascendencia de que cumplamos con el prototipo que entendemos se nos ha asignado. La duda surge cuando nos preguntamos si mi imagen exterior y mi comportamiento son los que los se esperan en mí. O, aún peor, cuando nos interrogamos si cumplimos nuestras propias expectativas, si nos gustamos realmente. A fuerza de creer que si no soy ese alguien que los demás "exigen" no seré nada, no me querrán o no me aceptarán, puedo interiorizar esa imagen-modelo, y acabar comportándome sin discernir si quien así actúa soy yo o mi proyección impostada.
Es como si mi yo y mi réplica se entremezclasen de continuo consiguiendo una fusión. La trampa radica en que, al final, esa mescolanza me resulte ajena, no sepa quién soy y, aún peor, qué quiero ser. O que la imagen que los demás se han hecho de mí (con mi colaboración y consentimiento) sea tan distinta de lo que soy en realidad que surjan esos contrastes que pueden sumirnos en las dudas, o propiciar alguna crisis de identidad. La imagen que he fabricado me protege de mi yo auténtico y me impide el encuentro con él, obligándome a vivir constantemente desde el sentir ajeno.
Mi comportamiento, en suma, llega a no depender de lo quiero, siento o pienso, sino de lo que creo que en cada situación se espera de mí. Una manera de actuar que en lugar de regirse por el "yo así lo entiendo y así obro", se guía por el "quedar a la altura de las circunstancias", de las expectativas que hemos alimentado en los demás. El qué hacer queda supeditado a lo que intuyo que es "lo que ellos creen que debo hacer".
Limitamos la percepción de nosotros
Conceder demasiada importancia a la imagen, a cómo nos verán los demás, mina mi autoestima y propicia miedos e inseguridad, además de incidir (muy negativamente) en la pérdida de referencias sobre mí mismo. Me aísla del mundo, puesto que tan sólo permito que se me conozca desde una perspectiva, la única que proyecto hacia los demás cuando me relaciono. Muchas parejas, tras convivir durante décadas, descubren que no se conocen en lo fundamental, en lo íntimo, aunque sepan al dedillo las manías y costumbres de su cónyuge. Para proyectar nuestro verdadero yo, hemos de conocernos (no es fácil, requiere un poco de introspección y hacernos preguntas a veces complicadas de responder sinceramente), atendernos, escucharnos y amarnos. Y, desde ese punto de partida, relacionarnos con los demás.
Ahora bien, ser yo no significa ignorar las reglas sociales que cada espacio y grupo de personas requiere. Sin dejar de ser yo, no me mostraré de la misma forma cuando solicito un trabajo, hago el amor con mi pareja, la compra, o ceno con amigos. Sin arrinconar la consciencia de quién soy, adoptaré las maneras que entiendo convenientes; pero siendo y sintiéndome artífice de mi vida. La mejor fórmula para que me quieran es queriendo yo como lo que soy: una persona auténtica, íntegra y real.
Cómo encontrarnos mejor, desde nosotros mismos:
• Atendiendo preferentemente a nuestros sentimientos, gustos y raciocinios (es necesario conocernos bien). Y prestando sólo atención relativa a las expectativas de los demás.
• Recordando que el derecho de vivir según pensamos y sentimos, también ampara a quienes nos rodean.
• No juzgándonos a cada momento, sino reflexionando con cariño y espíritu crítico sobre nuestras decisiones.
• Practicando la autoafirmación. Somos únicos, e irrepetibles. No hemos de copiar planteamientos ni criterios ajenos. Los nuestros son válidos, mientras no se demuestre lo contrario.
• Teniendo claro que cada decisión corresponde a un "aquí y ahora" y que podemos cambiar de opinión. Y de manera de actuar.
• Aceptándonos, queriéndonos y gustándonos tal cual somos. Asumiendo nuestras contradicciones e intentando mejorar cada día.
• Siendo cada uno nuestro mejor amigo, para poder llegar a ser un auténtico amigo de los demás. De quienes nos aprecien por cómo somos en realidad.
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miércoles, mayo 20

Adrianita, la vecinita de enfrente. Por Gustavo Hierro


Hola Gente!!! Como se encuentran? Espero que bien, disfrutando de lo bueno que la vida, Dios te haya dado o de lo bueno que vos hayas alcanzado.

Leyendo notas de los contactos de mi Facebook me gusto mucho este relato para compartirlos con todos ustedes, del cual me gustaría resaltar 3 puntos.

1-nunca, nunca, nunca dejes de soñar, dejes de creer, ni pierdas las esperanzas, ni la ilusión de algún día lograr, conocer o lo que sea que hayas deseado. Y mientras sigue viviendo… aun mas sigue viviendo como si ya lo hubieses logrando, así, como en este relato.

2-hace todo el bien que te venga a mano aun no creas que sirva para algo, hace esas cosas puras, esas cosas que te nacen del corazón sin saber porque… así como cuenta Gustavo, que el acompañaba cada día a Adrianita a su casa, porque no sabes si estas siendo usado por Dios para cuidar, bendecir o levantar una vida.

3-este relato, al leerlo la protagonista del mismo, le fue, como dice la Biblia, medicina a sus huesos, así que nunca por favor te calles cuando tenes algo bueno, lindo, amable que decir o decirle a otra persona.

Que mas agregar… Dios es omnipotente pero nos usa a nosotros, a cada uno, como herramientas de amor, de sanidad, de ayuda.

Creas en el o no, el siempre estará cerca, tanto como que si lo vieras, lo podrías tocar.

Te envío mis cariños

Claudia

Adrianita, la vecinita de enfrente.

Aclaración preliminar necesarísima: imposible sacar algún provecho de las líneas que siguen, sin haber leído antes mi post “La vecinita de enfrente” del 20 de agosto de 2008. Y ni aún así.

I

Finalmente, el martes 28 de abril se produjo el milagro.
Gracias a la providencial magia de Internet, ese día pude reencontrarme, 32 años más tarde, con el gran amor de mi infancia.
No pude creer cuando recuperé, Facebook mediante, el contacto con Adrianita . La mismísima que supo alimentar mis fantasías más inocentes, en una época en la que un chico de 11 todavía podía conservar un altísimo nivel de pureza.
En el reencuentro, primero telefónico, ella me adelantó que su vida no fue fácil, pero que le dio gratificaciones. Sigue casada con su primer novio (“mi único hombre”, me confesó, porque para alguna gente eso sigue teniendo valor), parió cinco hijos, cuatro varones ya crecidos (que tienen entre 14 y 24 años) y una princesita de seis, una gema preciosa en una familia de hombres.
Además, me contó que mi primer post la emocionó mucho. Que ella no me recuerda en absoluto. Que borró de su memoria todo lo que le pasó en aquella triste etapa de su vida, en la que perdió a su madre, víctima de un cáncer. Y que esa angustia de huérfana le impidió comprender ese diligente cortejo que yo le hacía todos los días, cuando la acompañaba desde la salida de la escuela hasta su casa.
(Más tarde, durante nuestro encuentro, concluyó de manera sorprendente que yo había sido un instrumento de Dios para protegerla, justo cuando ella y su hermanita Carola estaban solas y perdieron a su mamá. Y quizás, quién te dice, hubo algo de eso.)


II

Yo realmente quería ver a Adrianita, saber qué había sido de su vida. Como la tenía tan vívida en mis recuerdos, sentía curiosidad por saber en quién se había transformado. Quizás, en algún lugar, también guardaba algo de ese morbo que todos tenemos cuando especulamos sobre si aquella persona que hace mil años no vemos cambió mucho, si es hermosa, si engordó, si se le cayó la estantería.
Aunque yo no sabía cómo podría interpretar la invitación, me mandé y la invité a almorzar. Adrianita accedió.
Cuando llegó la fecha, mientras la esperaba en una esquina céntrica, pensé en lo extraño de la situación. No era una cita, pero igual para verla me corté el pelo, me puse un buen traje, elegí una hermosa corbata. Decidí regalarle flores. Nada demasiado personal, se me ocurrió. No rosas, porque podría interpretarlo incorrectamente. Elegí fresias. Era un ramo bonito, y tenía una hermosa fragancia. Y eran flores simples. Como ella, de chiquita. Por qué no.
Allí estaba, esperándola acicalado, peinadito, flores en mano. No era una cita. Pero la situación era rara. Obvio.
Los minutos pasaban, Adrianita no llegaba, y la ansiedad comenzaba a devorarme. Me llamó al celular y me anunció que me pasaba a buscar con su auto, que estaba a pocas cuadras, que cuál era Alem, que por dónde quedaba el Correo Central. Le expliqué como pude, y apenas unos minutos más tarde, me reencontré con mis recuerdos, que permanecían almacenados en su sonrisa.
Adrianita detuvo el auto, bajó la ventanilla y me invitó a subir. Yo no reconocía a esa mujer extraña que me observaba camuflada tras las gafas oscuras. Ella me escudriñaba con curiosidad: seguro intentaba responderse las mismas inquietudes que yo me había planteado respecto de ella.
Cuando sonrió tímidamente, cuando hizo ese pocito inconfundible que Adrianita hacía siempre cuando se reía, supe que estaba frente a ella.
Y esa sonrisa me hizo aflojar.


III

Fue un almuerzo encantador. Me alegró encontrar en Adrianita a una persona excepcional, cálida y macanuda. La vida hizo de ella una dama, pero dama con todas las letras.
Hoy es una señora radiante, robusta, encantadora. Sigue siendo una mujer atractiva. Las arruguitas en su rostro revelan sus vivencias (y le quedan divinas). Hablando con ella comprendí que estaba frente a una esposa enamorada y madre dedicada, que además es una persona emprendedora, dinámica y aficionada al trabajo. La sentí muy orgullosa de la historia propia que supo construir.
Voy a obviar los detalles sobre nuestra charla, un poco por respeto a Adrianita, y otro poco porque hay anécdotas y palabras que prefiero atesorarlas para mí.
Ahora puedo decir, simplemente, que de aquella chiquita anteojuda permaneció intacta esa alegría vital, esa misma dulzura que tenía cuando era una nena. No me sorprendió que me contara que se gana la vida organizando fiestas infantiles en un pelotero. Ninguna otra actividad podría caberle mejor a la Adrianita que yo conocí.
Casi terminando el almuerzo, café por medio, ella me confesó que aquel relato mío del año pasado le devolvió la memoria y la reconcilió con uno de los períodos más tristes de su vida. Uno nunca imagina cuánto bien puede hacer al otro, tan solo por dejar fluir una caricia en forma de relato.
Quizás Adrianita ni registre que ese recuerdo de mi amor infantil, que me acompañó en silencio por tres décadas, mejoró mi vida, todos los días.
O quizás, sí.

Gustavo Hierro, Periodista Argentino.

lunes, mayo 11

¿Por qué lo dejas todo para mañana?


Hola Gente!!! Buen comienzo de semana!!! Se me cruzo el tema de las excusas y encontré este articulo, lo se, es largo, ya algunos me han dicho que el anterior era largo y este es mas, pero tienen toda la semana para leerlo si es que les interesa el tema… sino lo guardan para cuando necesiten saber sobre el mismo o lo borran.

Voy a escribir poco así no les ocupo mas espacio. Mientras lo leía se me cruzaron un par de versículos que dicen: “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” Snt. 1:8 y “Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos resplandecerá luz.” Job 22:28

Por años viví inconstante en mis caminos porque nunca había tenido el valor de determinar algo en mi vida, hasta que un día determine ser feliz… fue fácil? Te aseguro que no, pero de cuantas cosas que me lastimaban me aleje y cuantas cosas que no me gustaba enfrentar me enfrente y las vencí…y tantas cosas mas que ni creí que debía hacer para disfrutar la vida… y cuantas quedan todavía…

No es fácil pero adelante y siempre que decidas algo que sea para bien tuyo sin hacerle mal a otro pues “todo lo que siembres cosecharas” Gal 6:7 y “dichoso aquel a quien su conciencia no lo acusa por lo que hace” Rom 14:22.

Mis cariños

Claudia

¿Por qué lo dejas todo para mañana?

Características y tipos

En mayor o menor medida, todos tenemos que hacer tareas que nos resultan desagradables pero que son importantes y sabemos que tenemos que hacerlas tanto si nos gusta como si no. Muchas personas prefieren dejarlo para el día siguiente o para más tarde o para "cuando esté de humor".

Cuando esto sucede de forma habitual puede dar lugar a problemas en el trabajo o en los estudios. Algunos universitarios, por ejemplo, pueden acabar dejando la carrera debido a que parecen no encontrar nunca el momento apropiado para ponerse a estudiar. Y no realizar el trabajo a tiempo puede suponer problemas con los superiores e incluso arriesgarse a ser despedido.

A veces se trata de un estilo de vida

Muchas veces, esta tendencia a postergar ciertas cosas puede considerarse una manera más general de encarar la vida; una forma de ser que no se limita únicamente a tareas concretas y específicas que retrasamos hasta el último minuto, sino que puede presentarse también de forma más solapada, como seguir durante años en el mismo trabajo aunque no nos guste, no emprender actividades nuevas que nos gustaría hacer, ponerse "enfermo" cuando hay que hacer un trabajo desagradable, evitar las confrontaciones o la toma de decisiones, culpar a otros o a la situación ("es aburrido") para evitar hacer algo, tener grandes ideas y hacer muchos planes pero no llevarlos nunca a cabo, estar tan ocupados divirtiéndonos que no tenemos tiempo para hacer el trabajo importante o pensar que antes tienes que hacer tal o cual cosa, dándose la extraña coincidencia de que siempre surge algo que te impide realizar la tarea en cuestión mientras te dices a ti mismo, sorprendido, que hay que ver lo liado que estás que no encuentras el momento para hacerlo.

El proceso: de la postergación a la ansiedad

Lo que principalmente busca esta persona al posponer una tarea es sentirse mejor al evitar (al menos momentáneamente) hacer algo que no le gusta o no le apetece. Pero, paradójicamente, a menudo ocurre todo lo contrario. El proceso sería más o menos el siguiente: empiezas diciéndote que lo harás mañana, cuando no estés tan ocupado. Pero al día siguiente vuelves a decirte lo mismo y lo vas retrasando cada vez más. Conforme pasa el tiempo empiezas a ser crítico contigo mismo o a buscar excusas ("no sé cómo puedo ser tan vago", "tenía que estar con mis amigos o pensarán que no me intereso por ellos", etc.). Lo sigues retrasando hasta que no hay más tiempo y entonces no tienes más remedio que hacerlo a toda prisa y de cualquier manera o es posible que ya ni siquiera tengas tiempo. Te enfadas contigo mismo, te dices que eres un estúpido y te prometes que no va a volver a suceder, o bien piensas que en realidad no tenía tanta importancia. Después haces exactamente lo mismo con la siguiente tarea y el proceso se repite una y otra vez.

¿Por qué en vez de hacer una tarea desagradable lo antes posible y empezando con tiempo prolongamos esta agonía un día tras otro?

¿Por qué algunas personas se comportan como si fueran adictos jugando a "quiero sentirme culpable y desgraciado por no hacer lo que tengo que hacer"? Para entender esto, así como para cambiar nuestro comportamiento, conviene comenzar por indagar un poco en nosotros mismos y tratar de descubrir qué es lo que está pasando y cuáles son los motivos por los que nos comportamos así. Para empezar, veamos los distintos grupos en los que pueden clasificarse estas personas.

El grupo relajado.

1. La vida es bella

Estas personas tratan de sacar de su mente y olvidar los sentimientos que les produce la tarea que tienen pendiente y centran toda su atención en cosas más agradables, como salir de copas con sus amigos, ver la tele, etc. Se trata de personas con una baja tolerancia a la frustración que buscan el placer constantemente y no quieren hacer nada que les resulte desagradable. Se centran en pasarlo bien y ser felices en todo momento.

2. Primero el placer

Suelen estar preocupadas por satisfacer sus necesidades emocionales, como conseguir amor, amistad, felicidad, etc. y dichas necesidades revolotean continuamente por su cabeza dificultando el trabajo o el estudio, que queda en un segundo plano. Muchos soñadores que jamás llegan a hacer realidad sus sueños porque detestan entrar en detalles entrarían en esta categoría: es bonito construir castillos en el aire pero no lo es tanto ponerse a trabajar para hacer uno de verdad.

3.No vale la pena

Para estos "postergadores felices" la meta final (obtener una licenciatura, por ejemplo) no vale la pena el esfuerzo, sobre todo cuando ven todo el trabajo que tienen por delante como algo desagradable, odioso y aburrido. Aun así, se trata de algo que quieren hacer. Quieren terminar sus estudios, licenciarse y empezar a ganar dinero trabajando. En este caso, está claro que estas personas tienen un problema que solucionar.

4. No me gusta trabajar

Suelen decirse a sí mismos cosas como: "tengo que tener ganas de estudiar antes de empezar", "no puedo soportar aburrirme", "si no me gusta hacer algo no tengo por qué hacerlo", "este trabajo es absolutamente odioso y es imposible encontrar algo agradable en él", "el profesor de matemáticas es odioso y las matemáticas son odiosas y odio las cosas que son odiosas" y, por supuesto, la más famosa de todas: "no me gusta trabajar".

El grupo ansioso

Se trata de aquella persona que arrastra un gran estrés y ansiedad relacionados con su trabajo. Posterga las cosas pero se siente culpable, no es capaz de "desconectar" y divertirse y hay un vocecilla constante en su cabeza que le recuerda todo lo que tiene que hacer, le regaña, le atosiga y le grita que es un inepto o un estúpido que no vale para nada. A veces pueden tener todo hecho a tiempo, debido a que el sentimiento de culpa o deber es más poderoso, pero tienen que luchar constantemente contra sus deseos de abandonarlo todo, están siempre estresados y el sentimiento de culpa es casi una constante en sus vidas, ya que aparece cuando tratan de relajarse y escapar de esos sentimientos desagradables o evitar la tarea.

A. El miedo al fracaso.

1. Cuando todo tiene que se perfecto

Suele tratarse de personas muy perfeccionistas que tienen miedo de no estar a la altura, de no tener la habilidad o conocimientos suficientes, de no hacer todo como es debido. Piensan que su valor como personas dependen de lo que hagan y de cómo lo hagan. Si no lo hacen todo perfecto, su autoestima se viene abajo. Suelen establecer metas muy elevadas, y esto puede llevarlos a sentirse abrumados y sobrecargados de trabajo. Se exigen ser tan competentes que no es extraño que acaben considerándose incompetentes y temiendo un fracaso que tratan de evitar postergando la tarea todo lo posible.

2. Sentimientos de inferioridad

La persona que es demasiado crítica consigo misma y que se siente inferior a los demás y menos capacitada que ellos, puede evitar hacer muchas cosas que pongan a prueba su valía personal. De antemano piensan que lo harán mal y para evitar esa decepción y el sentimiento de fracaso, prefieren posponer indefinidamente una tarea: "ya pediré ese ascenso más adelante, cuando esté más preparado", pero pasa el tiempo y nunca parece sentirse lo bastante preparado.

B. Miedo al éxito.

1. Demasiada responsabilidad

Algunas personas temen triunfar y tener éxito. Los motivos pueden ser diferentes. Para algunos el éxito conlleva responsabilidades que no quieren asumir. Puede implicar más trabajo, menos tiempo libre e incluso pueden aparecer temores a convertirse en un adicto al trabajo o en un triunfador arrogante y competitivo de quien todos acabarán alejándose. Aquí es importante añadir que esto sólo constituye un problema si de verdad quieres triunfar en algo, ascender, tener un puesto directivo en una empresa, etc., pero al mismo tiempo tus miedos a verte absorbido por el trabajo y sin vida propia te lo están impidiendo y te llevan a sabotear tu propio trabajo..

2. No lo merezco

Algunas personas temen al éxito porque en el fondo piensan que no lo merecen o porque se sienten inferiores y poco capacitadas para afrontar una responsabilidad mayor y prefieren quedarse toda la vida en un puesto de menor categoría mientras secretamente envidian a ese compañero que empezó en un puesto similar al suyo y ya ocupa un cargo más importante y con mayor sueldo. Estas personas pueden incluso culpar a sus superiores de favoritismo con ese compañero al que han ascendido y al que llaman "enchufado", cuando la realidad es que han estado mostrando cierta incompetencia en tu trabajo, llegando tarde y postergando tareas precisamente para evitar ser propuesto para ese ascenso.

3. Niños: ser siempre responsable es demasiado.

Los niños también pueden temer sacar siempre muy buenas notas porque es posible que los demás esperen que sigan siempre así, de forma que tendrán que dar lo mejor de sí en cada momento y ser siempre responsables. Así, pueden llegar a sentir que esperan demasiado de ellos y un simple aprobado puede verse como una decepción e incluso un fracaso. Los niños pueden verse fácilmente abrumados por esa responsabilidad. Otros pueden temer convertirse en los empollones de la clase y ser rechazados por los demás.

4. El miedo a ser más inteligente que los demás

Algo parecido puede suceder también con los adultos. Algunos temen que si los demás los ven como demasiado competentes, exitosos o inteligentes, pueden sentirse intimidados o inferiores y alejarse de ellos. Puede ser, pero en ese caso son ellos (y no tú) los que tienen un problema de autoestima que deberían solucionar y no tiene sentido que te muestres incompetente sólo para que ellos no se sientan inferiores.

5. Los roles: cosas de hombres, cosas de mujeres

A veces puede suceder también que una persona tema triunfar en una tarea que se considera típica del otro sexo por temor a ser considerados poco femeninos (en el caso de las mujeres) o poco masculinos (en el caso de los hombres). Piensa que con este comportamiento lo único que se consigue es perpetuar los roles atribuidos al sexo y coartar así la libertad de las personas para elegir libremente en función de sus gustos y no en función de lo que se espera de ellos por pertenecer a un sexo u otro.

C. Los oposicionistas: "No puedes obligarme"

Un tercer grupo de personas tiende a posponer sus obligaciones como una forma de tener el control o de resistirse a ser controlados por otros. Piensan algo parecido a esto: "todo el mundo debe ser amable conmigo y hacer lo que yo quiero que hagan y si no, tengo todo el derecho a enfurecerme y odiarlos y negarme a hacer cualquier cosa que me pidan" (incluidos padres, profesores o jefes). Sin embargo, todo el mundo tiene que hacer, en mayor o menor medida cosas que desearían no hacer. Algunos aceptan la realidad y otros adoptan una actitud pasivo-agresiva y postergan sus tareas para fastidiar a otros o para demostrarles que no tienen ningún control sobre ellos. Se trata de personas que, como norma, tienden a negarse a hacer cualquier cosa que les digan porque lo perciben como un atentado contra su libertad personal y no como una serie de obligaciones que todo el mundo tiene que realizar. Si pasas demasiado tiempo ocupado en demostrar a los demás que eres libre y tienes el control puedes estar frustrando también tus propios deseos y perjudicándote a ti mismo.

D. Los que tienen "sus motivos"

Un cuarto grupo estaría formado por aquellas personas que lo que pretenden con este comportamiento es mantenerse cerca de alguien que necesitan o bien todo lo contrario: mantener alejado a alguien. Quienes establecen una relación de dependencia, pueden ir postergando sus tareas para que sea su pareja quien al final se encargue de hacerlo al considerarlo incompetente para ciertas cosas (como realizar tareas domésticas). Cuando hay problemas en la relación también puede usarse como una manera de fastidiar al otro.

¿Cómo solucionar este problema?

El grupo relajado

Los que entran dentro del grupo relajado no suelen tener mucha intención de cambiar. Prefieren divertirse y cerrar los ojos ante la realidad, por lo que difícilmente reconocen que tienen un problema hasta que sucede algo grave en sus vidas que los enfrenta con la realidad de golpe y les abre los ojos. Es decir, pueden necesitar entrar en una crisis profunda antes de empezar a cambiar.

Entonces ¿cómo darse cuenta?

En primer lugar, observa tu vida en sus diversas áreas: trabajo, relaciones, etc. y céntrate en todas esas cosas que tienes pendientes y a las que no les estás dando importancia alguna. ¿Se trata, efectivamente, de cosas sin importancia? ¿Cuáles son los argumentos a los que recurres para posponer esas tareas? ¿Son válidos o son sólo excusas? Ten presente que a veces es más fácil engañarse a uno mismo que engañar a los demás. Pregúntales su opinión acerca de tu comportamiento; tal vez tengan algo importante que decirte. Observa también tu propia conducta.

¿Cuáles son las formas más comunes de evitar hacer esas tareas desagradables?

1. Hacer algo que no es prioritario, como ver la tele, dormir, jugar, ir de compras. Estas actividades desvían la atención del trabajo y ayudan a olvidar las tareas pendientes.

2. Excusas, excusas... "Lo haré mañana", "trabajo mejor de noche", "me iré ahora de compras, así podré estudiar toda la tarde", "los llamaré cuando tenga claro qué decirles", "aunque lo intente no lo voy a lograr, así que ¿para qué molestarse?", "me duele la cabeza", "yo no he nacido para trabajar", "este documental es muy interesante; estoy aprendiendo, no perdiendo el tiempo". Por supuesto, todo el mundo las usa alguna vez, pero si las utilizas demasiado es posible que tengas un problema que te está haciendo llevar una vida insatisfactoria porque tú mismo saboteas todo aquello que te gustaría

3. Tomar drogas, escuchar música, leer novelas, ligar, ir de copas, beber, hacer deporte, afiliarse a un grupo o asociación y, en definitiva, cualquier cosa que se haga en vez de las obligaciones más importantes y no después. Las drogas y el alcohol son siempre el modo más peligroso de evitar enfrentarse a una realidad considerada desagradable.

¿Quién ha dicho que todo tiene que ser maravilloso?

Como hemos visto, la característica principal de estas personas es que les resulta muy difícil soportar las cosas desagradables y tienden a huir de ellas. Por tanto, es precisamente por ahí por donde hay que empezar si se desea cambiar. Saca de tu cabeza la idea de que todo tiene que ser agradable y maravilloso. Esa actitud de búsqueda constante de placer no sólo es narcisista y egoísta sino que además es poco realista y te está perjudicando. Gastarás menos energía y te sentirás mejor si simplemente aceptas que en esta vida hay que hacer a veces cosas que no nos gustan, queramos o no. No obstante, también estás en tu derecho a ser un poco hedonista y organizar tu vida del modo más cómodo posible, siempre y cuando esa conducta no te esté perjudicando y no te estés engañando a ti mismo. No tienes que transformarte en un sufridor; no estamos en este mundo para sufrir, sino para vivir de tal modo que alcancemos lo que deseamos, aunque muchas veces debamos hacer cosas que no nos gustan.

Lo que puedes hacer

1. No transformes un grano de arena en una montaña. No veas los pequeños fastidios como cosas horribles. Tan sólo son tareas incómodas que tienes que hacer. La mejor manera de evitarlas es haciéndolas lo antes posible.

2. Presta atención a esas excusas mentales y échalas abajo. Discute contigo mismo y trata de quedarte sin argumentos o excusas para no hacer algo.

3. Si te molestas en buscar, cualquier cosa puede tener su lado agradable. Usa tu imaginación y trata de darle la vuelta a las cosas de forma que quede al descubierto su lado positivo.

4. Párate a pensar qué es lo que realmente quieres conseguir; haz planes realistas y vigila cualquier conducta de postergación de tareas que vaya contra esos planes. No sabotees tu propia vida.

5. No pienses; simplemente empieza. Desconecta tu cerebro, siéntate, coge el libro de estudios y lee la primar línea.

El grupo ansioso

No es aconsejable forzar a estas personas a organizarse, perseverar, intentarlo con más fuerza o castigarlos. La cantidad de presión y ansiedad que soportan con su autocrítica y culpabilidad constantes es ya bastante grande como para añadir más leña al fuego. ¿Qué se puede hacer?

1. En el caso del miedo al fracaso es importante darse cuenta de que el valor de una persona no está en función de cómo hagamos un trabajo determinado o las notas en un examen. Lo que hacemos y lo que somos son cosas diferentes. Cuando fracases en algo no pienses "soy un fracaso", sino "he fracasado en esto", con lo cual no estarás poniendo en entredicho tu valor como persona a nivel general. Procura tener planes de éxito alternativos. Si algo no te sale de una manera intenta hacerlo de otra distinta. Vigila tus pensamientos. Puede que te descubras pensando cosas como estas: "si fracaso será horrible", "no podré soportarlo". Trata de cambiar tu pensamiento por otro más constructivo como: "si fracaso ahora ya lo haré mejor la próxima vez".

2. Conoce lo mejor posible tu forma de evitar las tareas. Puedes utilizar un diario donde anotes las excusas que utilizas, tus pensamientos y tus sentimientos. Tener una información adecuada sobre la naturaleza de tu problema te ayudará a crear estrategias para superarlo.

3. Si entras dentro del grupo de los perfeccionistas, deja de vivir en el futuro. O estás haciendo un trabajo que te resulta desagradable o te estás sintiendo culpable por no trabajar. El trabajo te resulta cada vez más horrible, lo pospones, te sientes culpable, se te acumula y eso lo hace más horrible. Deja de darle vueltas. Haz un plan de trabajo, elige una tarea y empieza. No piense en que tienes que hacerlo, ni en cómo ni en que tiene que estar perfecto. Simplemente ponte en marcha y recuerda que para hacer un trabajo no tienes que leer toda la información que existe sobre el tema. Busca tiempo para divertirte y relajarte y durante ese tiempo prohíbete pensar en el trabajo.

4. Acostúmbrate a tener un pensamiento destinado a la solución de problemas. En vez de decirte a ti mismo que eres un desastre o un idiota, pregúntate qué puedes hacer para perdonarte por haber cometido un error.

5. Puede venirte bien hacer horarios donde incluyas tanto el trabajo como el ocio. Recuerda que la persona que nunca se divierte es menos productiva. Convierte la diversión en una obligación y no el trabajo.

6. Aprende a empezar. Si eres un estudiante ensáyalo varias veces al día, empezando tantos periodos de 15 ó 30 minutos como puedas. El objetivo es transformar en un hábito el hecho de empezar.

7. Cambia tu forma de pensar: piensa "me gustaría..." en vez de "tengo que..."; "cuando pueda empezaré..." en vez de "tengo que acabar..."; "es importante divertirse un rato" en vez de "nunca tengo tiempo para divertirme"; tendré mayor oportunidad de éxito si..." en vez de "voy a fracasar"; "intentaré hacerlo bien" en vez de "debo hacerlo perfecto"; "la vida y el trabajo pueden ser divertidos" en vez de "la vida y el trabajo son un asco".

Otras tácticas

- Establece prioridades. Elimina las tareas que no tienes intención de hacer nunca.

- Crea metas realistas.

- Divide los trabajos largos en partes pequeñas y concéntrate sólo en una cada vez.

- Modifica tu ambiente: elimina o minimiza el ruido y los elementos distractores. Ten a mano todo lo que vas a necesitar (no sea que vayas a por un lápiz y te "pierdas" por el camino).

- Haz que tu tarea tenga sentido.

- Estima el tiempo que necesitas para hacer algo y multiplícalo por dos.

Ana Muñoz, directora de Cepvi.com, licenciada en psicología, especialista universitaria en Medicina psicosomática y psicología de la salud.

jueves, mayo 7

Como ser una persona efectiva

Hola gente!!! Espero se encuentren mas que bien y sino que estén esforzándose por estarlo. El camino no es fácil pero que bien se siente uno cuando lo alcanza, cuando logra caminar sobre el sabiendo que tarde o temprano llegaremos a destino…

Leí este libro hace un tiempo y cuando encontré una síntesis del mismo no pude mas que copiar y pegar…

Que lo disfruten, es para leerlo mas de una vez y si da para tenerlo en la mesita de luz, en la heladera (no adentro sino pegado en la puerta jejeej) o en la oficina…

Siempre adelante, pa´tras ni pa´tomar impulso dicen un par de canciones por ahí… y si caímos levantémonos y sigamos, si tropezamos aprendamos del error y sigamos con mas sabiduría pues hemos aprendido que haciéndolo así no esta bien hecho.

De todo se aprende, de todo se sacan cosas buenas, de todo se adquiere sabiduría, de todo vivimos todos… toma lo bueno, deshecha lo malo y sigue adelante… nunca es tarde para ser feliz y dejar una historia… dejar huella…

Cariños

Claudia

Como ser una persona efectiva

El presente es un extracto de los principales conceptos contenidos en el libro “Los Siete Hábitos de las Personas Altamente Efectivas”, escrito por el autor norteamericano Stephen Covey.

Actualmente es fácil encontrarnos personas que consideran que existe un aparente destino fatal en la vida, achacándolo todo a su mala fortuna, como causa principal de los problemas que enfrentan en su vida conyugal, familiar, sentimental o de trabajo. Algunos intentan resolverlos sólo con la ayuda de expertos terapeutas o haciendo uso de técnicas novedosas de desarrollo personal, olvidando que, muchas veces, para resolver un problema siempre es necesario, primero, llegar a su raíz.

Todas las personas nos encontramos inmersos, en un momento u otro, en una amplia variedad de preocupaciones como padres, hermanos, hijos, trabajadores, etc., en relación a aspectos de salud, bienestar, deuda externa, etc.. Mientras que las personas proactivas utilizan su tiempo y energía en actuar dentro de sus zonas de influencia, esto es, en aquellos aspectos de su vida donde tiene cierto control, las personas reactivas solo tienen como su principal foco de atención su zona de preocupaciones, donde el individuo no tiene ningún control sobre los elementos, provocándole actitudes negativas que se reflejan en acusar a los demás de sus problemas o a todo tipo de situación externa.

Covey identifica dos grandes periodos en el desarrollo de la humanidad:

· El primero basado en lo que él llama "la ética del carácter", donde conceptos tales como honestidad, humildad, justicia, paciencia y laboriosidad tuvieron una importancia radical como principios básicos para guiar a las personas hacia la felicidad.

· El segundo periodo, que caracteriza a la sociedad actual, está basado en la llamada "ética de la personalidad", donde aspectos tales como las actitudes, aptitudes y formas de comportamiento deseables pueden ser adquiridos como nuevas habilidades a través de la práctica y durante períodos de aprendizaje relativamente cortos.



Para el autor, los siete principios presentados en su obra, deben interpretarse como hábitos basados en la modificación de paradigmas y principios que al interrelacionarse entre si, ayudan a las personas a generar la felicidad y el éxito.

Pero, ¿qué es un Paradigma?

El término debe entenderse como sinónimo de modelo, creencia personal o marco de referencia bajo el cual los individuos visualizamos el mundo. Nuestros paradigmas representan la forma en la que entendemos, percibimos e interpretamos el mundo en que vivimos. Son como una especie de "mapas mentales" que cada individuo lleva consigo y utiliza al enfrentarse a las distintas situaciones que se le van presentando en la vida.

Bajo el razonamiento anterior, nuestros problemas no pueden resolverse simplemente cambiando nuestra actitud y conductas, sino sólo cambiando nuestros "mapas mentales" o paradigmas, convencidos de que, desde un inicio, contábamos con el "mapa erróneo" de la situación.

En nuestros "mapas", el territorio se ilumina por una serie de "faros" que simbolizan los principios humanos fundamentales como la igualdad, honestidad, integridad, dignidad humana, vocación de servicio, calidad y excelencia, los cuales nos ayudan a encontrar una "realidad objetiva". A diferencia de lo que solo obtenemos a través del aprendizaje de prácticas, estos principios son profundos, universales, permanentes y evidentes.

Proceso de Cambio y Crecimiento personal

Muchas veces la forma en la que vemos el problema es el principal obstáculo que enfrentamos al tratar de resolverlo, por ello, siempre es recomendable revisar nuestros paradigmas, carácter y motivos para ser capaces de vernos a nosotros mismos desde una nueva perspectiva, desde dentro hacia fuera, para poder arribar a nuevos niveles de pensamiento.

Adicionalmente debemos convencernos que para lograr lo que deseamos siempre es necesario pasar por todas y cada una de las etapas de los procesos de crecimiento y desarrollo de la persona, reconociendo que no existen atajos a través de los cuales podamos evitar transitar por cada una de ellas.

Lo anterior podemos aplicarlo a aquellas empresas que tratan de elevar sus niveles de calidad con simples actos de autoridad y deseos de cambio de la Dirección. No es suficiente que propietarios y directivos lancen discursos encendidos a los empleados buscando mejorar el desempeño, o promover cursos avanzados sobre cómo atender y sonreírle mejor a los clientes o utilizar esporádicamente servicios de asesoría externa, cuando se está ignorando al mismo tiempo, de manera consciente o no, el clima de desconfianza y baja moral que se produce al utilizar técnicas que la mayoría del personal considera manipuladoras. Las situaciones negativas en las organizaciones únicamente pueden cambiarse cuando el personal percibe la existencia de un ambiente de confianza y honestidad.

Covey esquematiza sus siete hábitos alineándolos a lo largo de un continuo, donde, en un extremo localiza un estado de dependencia de la persona, mientras en el opuesto, ubica a la interdependencia, pasando por un punto medio, donde se encuentra la independencia. Bajo este contexto, la dependencia representa un estado de seguridad del individuo porque " tú me cuidas"; mientras que la independencia simboliza un sentimiento de seguridad en que "yo puedo hacerlo"; y la interdependencia, el paradigma del individuo que está seguro porque "juntos podremos hacerlo".

Los hábitos 1,2, y 3 hablan de la lucha que los individuos deben librar para lograr su independencia o victoria sobre uno mismo (el yo puedo hacerlo), mientras que los hábitos 4, 5 y 6 representan el logro de la interdependencia o la victoria junto con los demás, realizando mejores trabajos en grupo y desarrollando de mejor manera las habilidades de comunicación y cooperación. Finalmente, el hábito siete simboliza el estado que ayuda al individuo a lograr un balance en todas las dimensiones de su vida a través de la renovación continua.

Estos hábitos están basados en el paradigma de que solo se puede alcanzar la efectividad personal de manera armónica con las leyes naturales, donde:

E= P/CP



Significando que el Equilibrio personal (E) se logra a través de la óptima relación entre lo que se debe producir (P) y la capacidad con la que contamos para producirlo (CP).

La función anterior puede ejemplificarse con la tan conocida fábula de "El Ganso de los huevos de Oro", cuya moraleja nos recuerda que muchas veces nos concentramos en lo que debemos producir (los huevos de oro) mientras olvidamos a quién lo produce (el ganso) y terminamos por destruirlo. Este principio también podemos aplicarlo a las empresas en relación a sus clientes cuando recomendamos a los supervisores "tratar a los subordinados como deseamos que ellos traten a los clientes".


HÁBITOS PARA LOGRAR LA EFECTIVIDAD

Hábito 1.- Ser Proactivo.

Covey nos dice que las teorías clásicas del comportamiento que tratan de explicar la naturaleza del hombre pueden agruparse en tres grandes campos:


a) El Determinismo Genético.- en el que se establece que nuestros padres y abuelos son los causantes de todo lo que somos y lo que nos pasa (soy así porque mi abuelo era así, ¡me viene de sangre!).
b) Determinismo Psíquico.- el cual sugiere que el origen de nuestros problemas es la manera en que fuimos criados por nuestros padres durante la infancia.
c) Determinismo Ambiental.- donde nuestros problemas tienen su origen en las personas que nos rodean y que siempre han tratado de sacar provecho de nosotros.



El autor concluye diciendo que aunque las anteriores concepciones tuvieran cierto grado de verdad, dentro de cualquier proceso de estímulo - respuesta, siempre existirá una zona de libre albedrío o de "libertad de elegir", donde los individuos tienen la capacidad de tomar nuevas iniciativas y responsabilizarse de su propio destino. Cuando permitimos que las fuerza externas nos controlen, nos convertimos simplemente en sujetos reactivos.

Si la visión que tenemos de nosotros mismo no fuera más que un simple reflejo del espejo de la sociedad -con sus paradigmas, opiniones y percepciones- lo más probable es que lo que veríamos sería una imagen distorsionada de nosotros mismos y de nuestra realidad, debido a que la mayoría de esas opiniones, por lo regular, están basadas en opiniones más proyectivas que reflexivas (caray, es tan fácil que... ¡hasta tú podrías hacerlo!).

Hábito 2.- Ten siempre en mente el resultado que esperas obtener.

Es importante contar en todo momento con una fotografía o paradigma de lo que quisiéramos ver al final de nuestro trabajo o proyecto que nos hemos echamos a cuestas, convencidos de que las cosas en la vida pueden disfrutarse dos veces, una, cuando las visualizamos en nuestra mente, y otra, cuando las hacemos realidad. La visualización es una característica fundamental de los líderes, actuando siempre antes que los administradores (la visión siempre antecede a la gestión).

Hábito 3.- Coloca siempre lo más Importante al Principio.

Este hábito se basa en los escritos de Alvin Tofler (La Tercera Ola), donde se menciona que cada generación va dejando a la siguiente los cimientos necesarios para lograr mayores avances.

El reto de las personas en la sociedad moderna no se encuentra ya solamente en administrar su tiempo de la mejor manera para realizar lo que se propone, sino, más bien, en saber administrarse a uno mismo y dejar de enfocarse solamente en las cosas y el tiempo. El reto consiste, más bien, en mantener el equilibrio entre lo que se produce y lo que permite producirlo (P / CP) y mejorarlo día a día.

Este concepto se entiende de mejor manera al imaginar una "Matriz de Administración del Tiempo" con dos ejes donde se definen los niveles de urgencia e importancia de las cosas. Los individuos utilizan su tiempo de cuatro maneras diferentes - cada una de ellas ocupando un cuadrante de la matriz- dependiendo del grado de urgencia e importancia que le asigna a cada cosa que debe realizar. En el cuadrante I se encontrarán las cosas importantes, pero no urgentes, que tienen que ver con los resultados que se esperan obtener en el futuro y que contribuyen a desarrollar los conceptos estratégicos de la empresa o institución como son la Misión, valores y metas prioritarias (como elaborar el plan estratégico de la empresa para los próximos 5 años o diseñar una nueva estrategia de ventas para el próximo año). En el cuadrante II encontraremos las cosas que son importantes y urgentes a la vez, cosas que, por lo regular, presionan, ocasionan crisis y fatigan a las personas (situaciones en las que ¡urge enviar el reporte de operaciones a las oficinas centrales el día de hoy, ya que debería haber salido ayer!, o ¡urge pagar la hipoteca del edificio el día de hoy para que no carguen intereses moratorios a partir de mañana!). A continuación, en el cuadrante III, estarán las cosas que ni son importantes ni urgentes, en las que acostumbran refugiarse las personas que se sienten agobiadas realizando trabajos del cuadrante II como un lugar de relajación y descanso. (como inventar cualquier excusa para acudir a la oficina del jefe a criticar sin razón a otros compañeros de trabajo, o colocar montañas de papeles sobre el escritorio para simular que se tiene mucho trabajo). Finalmente, en el cuadrante IV encontraremos las cosas que aunque son urgentes, no son importantes pero requieren de nuestra atención inmediata por estar presentes y visibles (como el contestar el teléfono en medio de una entrevista de ventas o interrumpir al propietario quien debe firmar todos los documentos que emite la empresa por falta de políticas de delegación).


URGENCIA


IMPORTANCIA

I

II


III

IV




Es un hecho que la mayoría de personas tratan de pasar la mayor parte de su tiempo en las cosas importantes pero no urgentes (Cuadrante I), pero en la realidad, sólo dedican una fracción mínima de su tiempo a esa zona, enfrascados en realizar las actividades de los otros cuadrantes. La gente efectiva para tener una visión integral de las cosas trabaja en las cosas importantes antes que lleguen a ser urgentes, manteniendo el equilibrio, la disciplina y control. Centrarse en las actividades del cuadrante I no es fácil, ya que implica que la persona tenga altos niveles de asertividad (saber decir no en ocasiones, aún al mismo jefe, en base a prioridades perfectamente definidas y cuando la situación lo amerite).

Hábito 4.- Pensar en Ganar / Ganar

Yo gano - tú ganas no solo es considerada como una técnica de negociación, sino también como una filosofía integral de vida (holística) sobre las interacciones humanas. Esta filosofía está basada en el paradigma de que existen suficientes oportunidades para todos, donde el éxito de una persona no significa necesariamente el fracaso de otra.

Hábito 5.- Entiende Primero a los Demás

Esta aseveración implica un cambio de paradigma severo para la mayoría de las personas ya que, por lo regular, somos educados en base a lo contrario. Definitivamente no hemos sido educados para escuchar y entender a los demás, más bien, estamos tan llenos de autoconcepciones sobre lo que está bien hecho y lo que debemos hacer, que nuestras conversaciones se convierten en simples monólogos, sin querer enterarnos de lo que realmente opinan y les sucede a los demás.

Es necesario desarrollar nuestra habilidad de escuchar con empatía (recorriendo el mismo camino en los zapatos del otro), sin que esto signifique que siempre debemos estar de acuerdo en todo con los demás, sino simplemente que primero tratemos de entender lo que se nos trata de comunicar antes de emitir nuestra opinión.

Hábito 6.- Haz un uso Extensivo de la Sinergia

La Sinergia es la esencia del liderazgo y está basada en los principios anteriormente mencionados, los cuales catalizan, unifican y desbordan el potencial de las personas. Si tratamos de definir el término de manera sencilla, diríamos que la sinergia representa una función donde 1+1>2. Es decir, es una función que representa la relación que existe entre cada una de las partes con el todo, donde el resultado total siempre será mayor a la suma de las partes (si nuestra experiencia empresarial no ha sido en el área de comercialización, es más rentable contratar a un experto en el campo que esperar a hacernos expertos nosotros en el área para que el departamento empiece a funcionar. Adicionalmente, no debemos esperar que el experto necesariamente piense igual que nosotros).

La principal característica de la sinergia es que valora las diferencias de las partes (sus fuerzas y debilidades), las respeta, construyendo sobre las fuerzas y equilibrando las debilidades.

Hábito 7.- Afilar el Hacha de tiempo en tiempo.

Bajo este hábito se reconoce la necesidad de que las personas participen en procesos continuos de capacitación y desarrollo dentro de varios campos, enfocándose en desarrollar nuevos talentos y acrecentar su potencialidad para hacer lo que se pensó sería imposible.

En este hábito se resalta la importancia de darle un mantenimiento continuo a nuestras habilidades, fortaleciendo y preservando nuestra capacidad de generación de trabajo y buscando renovarnos continuamente en las cuatro dimensiones en las que descansa nuestra naturaleza humana: física, espiritual, mental y socio/ emocional.

Alberto Núñez Mendoza
degerencia.com
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http://www.degerencia.com/anunez

Proverbios 24:6

Porque con ingenio harás la guerra, Y en la multitud de consejeros está la victoria.

Job 36:11
Si ellos le obedecen y le sirven, pasan el resto de su vida en prosperidad, pasan felices los años que les quedan.