Hola Gente!!! Como se encuentran??? Espero que mas que bien, gozando de la etapa de vida que te toca vivir… por ahí no quisieras que fuese pero es lo que hay y hay que BUSCARLE la vuelta y disfrutar lo poco o mucho bueno que tenga… aun si solo es el tener aire para respirar, ya que eso, el poder respirar, nos mantiene vivos para seguir BUSCANDO “eso” que anhela nuestro corazón…
No nos queda otra… nunca te resignes por mas negro que veas el presente porque no tenes idea de tu futuro.. pero buscando algo siempre se encuentra… nunca te paso que buscando algo encontras eso que hace rato buscabas y no lo encontrabas??? Así que seguí buscando, o comenza a buscar cosas nuevas y quizás encuentres “eso” que hace rato estas buscando sin encontrar…
Dale tiempo al tiempo, dice Eclesiastés “que todo tiene su tiempo y todo tiene su hora y que las bendiciones de Dios a su tiempo no añaden tristeza”…
Comenza a disfrutar lo que has encontrado hoy a seguí buscando cada día algo para disfrutar… y lo vas a encontrar… vas a encontrar tesoros escondidos que ni creías que podían llegar a estar en esas pequeñas cosas que siempre tomaste por menos por ser, eso, pequeñas cosas.
Cariños
Claudia
ACTITUD DE BÚSQUEDA
Cuando en tu vida concluye una etapa, cuando una cima logras conquistar, cuando obtenemos al fin lo que deseábamos alcanzar, cuando después de la euforia natural al deleitarnos con la victoria de un sueño convertido en realidad nos enfrentamos a un espacio vacío y nuestro espíritu busca con ansia realizar una nueva conquista, es cuando encontramos el tesoro que cada día podemos acrecentar y en la dimensión de nuestra búsqueda estará nuestra grandeza.
Buscar es un camino que nos lleva a la sorpresa diaria de algo diferente, así en cada amanecer debemos proponernos algo nuevo descubrir, con esta actitud jamás el aburrimiento nos alcanzará y mantendremos entonces nuestra capacidad de asombro, pues a cada instante de nuestra vida existirán dimensiones distintas por conocer, áreas no descubiertas en la ciencia o en la técnica, rasgos desconocidos en los seres vivos y en nosotros mismos.
Tu búsqueda será el pasaporte para vivir sin hastío, en un crecimiento continuo, sin más límites que los que tú quieras imponerte, en un camino sin final, un sendero de luz que jamás dejará en la oscuridad tu espíritu.
Conserva por siempre esa chispa para que ilumine por siempre tu ser, nunca ceses de buscar y siempre podrás encontrar. En ti mismo existe la grandeza infinita de Dios, en esa búsqueda la encontrarás y una vez conociéndolo, tus fronteras se convertirán en inmensidad no conocida del Creador.
Miguel Ángel Cornejo
Proverbios 2:4/10
…busca la sabiduría como si buscaras plata o un tesoro escondido… La sabiduría y el conocimiento llenarán tu vida de alegría.
“Versión BLS”
Salmos 40:16
Pero que todos los que te buscan se alegren en ti y se regocijen; que los que aman tu salvación digan siempre: «¡Cuán grande es el Señor!»
Mateo 7:7
Pidan, busquen, llamen »Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
viernes, enero 23
miércoles, enero 14
A de Alegría
Hola Gente!!! Como se encuentran??? Espero mas que bien… se que ya he enviado un articulo que tengo hable sobre la alegría pero me rondo la cabeza de nuevo este tema asi que buscando encontré este y me encanto… cuando lo lean van a ver de que manera tan simple esta explicado como podemos volver a vivir alegres “a pesar de…”.
Que mas decirles… paren un poco, respiren ondo, evalúen donde están, hasta donde han llegado, las cosas buenas ,las malas… como cuando hacen limpieza, lo que todavía sirve pero necesita un remiendo arréglenlo, lo que no sirve a la basura, lo que sirve en un lugar visible como recordatorio que sirve y que lo tenemos que es nuestro, en un papelito anotar lo que todavía nos falta y pegarlo en la puerta de la heladera de nuestra vida así no olvidamos de ir por ello cuando los problemas o las malas circunstancias nos agobien dejándonos robar el tiempo de hacer o ir por eso que escribimos en el papelito… que mas??? Nada ni nadie nos puede robar la alegría si nosotros no le damos el permiso, como dice en el articulo nosotros podemos elegir que reacción vamos a tener delante de cada circunstancia que nos toca vivir…
Como dice la Pablo “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.” O David “Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.” Y si todavía no podes sacar esa alegría que Dios ha colocado en vos desde… que decirte… desde antes de que alguien supiera que ibas a nacer… dice David “Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.”
Que mas??? Es tu decisión que queres ser o como queres ser en la vida. Yo quiero ser feliz y como yo decido querer serlo busco lo qu eme hace feliz y lo disfruto. Por ahí hoy solo fue salir y respirar aire puro, ayer por ahí fue ir de compras… mañana será abrazar a mis hijas y en el futuro, quien sabe, podrá ser estar rodeada de mis nietos…
Que decidís vos? Espero decidas disfrutar de lo que cada día trae a tu vida y si no te conformas con eso salí a buscar lo que sueña tu corazón!!!
comentarios para hi5
Claudia
A de Alegría
Hace años, cuando yo no era más que una adolescente, era frecuente que al describir a una persona o decir alguna cualidad, se dijera "es muy alegre". Ahora raramente se escucha, preferimos utilizar palabras referidas a una conducta determinada o a como es desarrollada una tarea o función y decimos "es... competente, pro-activo, líder, buen gestor, comunicador, etc.", como si aspectos referidos a la esencia de las personas, como el ser alegre, fueran componentes insignificantes o de menor cuantía.
Cuando leo en el diccionario ideológico de Casares la descripción y significado de la palabra alegría: "animación y sentimiento grato que produce la posesión o esperanza de un bien", no puedo evitar el pensamiento acerca de ¿dónde se fue la alegría? Cada vez tenemos más posesiones y mostramos menos alegría, lo que no significa que no la tengamos, que no dispongamos de ella.
Viajo con frecuencia en distintos medios y me gusta observar a las personas y calibrar sus estados anímicos y, salvo alguna excepción, justo sonríen... no es habitual la carcajada, la risa, muestra por excelencia de la alegría.
Quizás es que ese aspecto de gratitud por la posesión de un bien, o la esperanza de tenerlo, ya no nos produce lo mismo que antaño. ¿Apreciamos menos lo que obtenemos? ¿Nos satisfacen los objetivos conseguidos?
Por otro lado hay personas orientadas a lo que falta en sus vidas, en lugar de tener en cuenta lo que si tienen disponible y es difícil, desde esta perspectiva, sentir esa sensación que nos puede conectar con la alegría.
Creo que confundimos con mucha facilidad la alegría como reacción con la alegría como tendencia vital.
La alegría como reacción aparece ante una situación puntual, quizás nos entusiasmamos por un reconocimiento que obtenemos, quizás hemos conseguido adquirir algo que deseábamos con gran empeño. ¿Cuánto dura esa sensación maravillosa de que "somos importantes" o de satisfacción por nuestra adquisición?, lamentablemente suele ser transitoria y nos empeñamos en perseguir estos pequeños momentos como si uno tras otro pudieran transformarse en algo perpetuo.
Por supuesto que disfrutar de la alegría procedente de esos momentos descritos es lícito y deseable y, sin duda lo podemos hacer de un modo más intenso si tenemos esa disposición interna orientada a eso que llamamos "alegría de vivir", esa sensación que no necesita de nada ni de nadie, que existe como una corriente y de la que podemos tomar y distribuir sin costo y sin medida.
Hablamos y leemos mucho acerca de valorar lo importante, de que las posesiones no nos hacen felices, que tenemos que mirar hacia nuestro interior... ¿Qué nos está quitando la alegría procedente de nuestra esencia? Lo sabemos con seguridad y no lo actuamos, como en tantas otras ocasiones, el paso que marca la diferencia no lo damos, solo lo pensamos. Y pensar no es actuar.
Al leer una frase de una poetisa inglesa, llamada Edith Sitwell que dice "Si uno es un galgo, ¿por qué fingir que es un pequinés?" pensé en que, cuando somos niños, solo nos ocupamos de ser lo que en cada momento somos, en vivir el momento presente tal cual es y en esa etapa suele primar la alegría de la que hablamos, ¿en que momento pasamos a ser lo que desean los que nos rodean? ¿En que momento queremos ser un pequinés a costa de lo que sea? ¿Cuando perdemos (no disfrutando ni viviendo) el momento actual ocupados en otro tiempo que no es el ahora?
Nos olvidamos de que tenemos el derecho y la obligación de atender a lo que significan nuestros valores, a lo que es importante para nosotros, a encontrar el sentido y propósito de nuestra vida.
Entonces... ¿Cómo recuperar esos aspectos "perdidos" y que nos conectan con nuestra esencia de la alegría?
Para responder a esta pregunta, no puedo dejar de mencionar de Víktor Frankl, cuyo libro "el hombre en busca de sentido" es un impresionante testimonio donde explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Uno de sus principios dice que cada uno de nosotros tiene la libertad de escoger su actitud ante cualquier circunstancia de la vida, por muy desesperada o difícil que ésta sea.
Claramente, entre un estímulo y una respuesta hay un espacio y en este espacio se halla nuestra libertad de elegir. Efectivamente estamos siempre eligiendo, aunque no lo creamos ni nos demos cuenta, nuestras respuestas, nuestros pensamientos y, por tanto, nuestras emociones. ¿Por qué no elegir la alegría?, es una de las emociones básicas, igual que el miedo o la tristeza, aunque parece que estas últimas son de más fácil elección.
En una reciente entrevista a la primera dama francesa, en relación a la muerte de una persona muy estimada por ella, decía: "la tristeza es extraña y, sin embargo, lo más cercano que tenemos". En pensamientos como éste es cuando confundimos una reacción lógica ante un evento ciertamente triste como la pérdida de un amigo y que eso mismo sea lo más relevante en la vida, tanto la tristeza como la alegría son elementos constitutivos de nuestro ser, son emociones comunes a los seres humanos e igual de cercanas. Decidimos nosotros donde ponemos el acento.
Otro aspecto que nos lleva a la alegría es la coherencia, es decir, movernos de acuerdo con lo que nos hemos comprometido y asumir la responsabilidad de nuestra vida. Cuando una persona es íntegra, está auto-centrada y en equilibrio, se muestra alegre, de esa forma natural, no impostada, que proviene del interior y que expande a su alrededor.
No podemos dejar de tener en cuenta, a la hora de pensar en lo que nos priva de la alegría, a nuestros saboteadores internos relacionados con los recuerdos. De sobras sabemos que los recuerdos no siempre son fieles a lo que sucedió en realidad. ¿Cuántas veces hemos adornado, para bien y para mal lo acontecido?. ¿Cuantas veces decimos que no podemos olvidar o perdonar?
¿Qué nos impide reconciliarnos con nuestra historia y quedaros libres para sentir la alegría de vivir? Es una buena elección vivir, a partir de ahora, con gozo.
Martin Seligman, fundador del movimiento de la Psicología Positiva, dice que nos aferramos fácilmente a la tristeza no perdonando en vez de re-escribir y transformar nuestros recuerdos para una mayor satisfacción con la vida. "No puedes hacer daño al culpable no perdonando, pero puedes liberarte a ti mismo perdonándolo". Y la libertad lleva muy cerca la alegría.
Y como olvidarnos la paciencia. En los tiempos actuales no parece haber un lugar para la paciencia, todo se mueve rápido, no damos tiempo a que algunas cosas se asienten y exigimos y nos exigimos de una forma excesiva. Es como si queremos que la planta crezca más aprisa estirando los brotes. Así lo hacemos en nuestra vida cotidiana cuando no nos damos tiempo para que de fruto nuestro trabajo, nos desesperamos si no produce rápido los beneficios previstos o cuando apresuramos el crecimiento de nuestros hijos sin disfrutar la alegría de su día a día.
Una forma de generar alegría es disfrutar del proceso. Decimos "el viaje es el camino, no el destino" como una linda frase y nos obstinamos en recorrer ese camino a muchos kms/hora, en vez de observar el paisaje y los sucesos. La paciencia es un duro entrenamiento con resultados increíbles en términos de los que nos ocupa, la alegría.
También podemos disfrutar y agradecer las lecciones amables de la vida, yo creo firmemente en que se aprende de las dificultades, pero también de las bondades eso, por supuesto, si estamos presentes y alerta, de lo contrario muchas cosas, incluida la alegría se nos escapan de nuestro foco. Tal como decía John Lennon "la vida es eso que ocurre mientras estamos ocupados", me parece de una gran sabiduría darse cuenta (no solo intelectualizar) que todo ocurre en el momento presente.
Si estamos atentos a todo lo anterior, atentos a nuestra vida y no actuamos como robots, la alegría puede estar presente en nuestro vivir, acompañándonos aunque el momento que estemos pasando no sea el mejor. Hablo de poder conectar con lo hermoso de la existencia, de la naturaleza y de las personas, poder pararse y respirar profundamente apreciando todo eso con gratitud, aunque las circunstancias no sean fáciles.
Y, por último, me gustaría recordar que siempre se puede pedir ayuda profesional. Muchas veces necesitamos co-pensar con otro para revisar aspectos, rediseñar acciones y re-significar partes de nuestra historia para poder volver a conectar con nuestra esencia.
Sin miedo, con confianza y con el deseo de un mejor vivir lleno de alegría, al que tenemos pleno derecho.
Autora: Pilar Segura
Psicóloga Clínica y de Organizaciones
Coach Personal y de Empresas
Mentora de Empresas Familiares
Que mas decirles… paren un poco, respiren ondo, evalúen donde están, hasta donde han llegado, las cosas buenas ,las malas… como cuando hacen limpieza, lo que todavía sirve pero necesita un remiendo arréglenlo, lo que no sirve a la basura, lo que sirve en un lugar visible como recordatorio que sirve y que lo tenemos que es nuestro, en un papelito anotar lo que todavía nos falta y pegarlo en la puerta de la heladera de nuestra vida así no olvidamos de ir por ello cuando los problemas o las malas circunstancias nos agobien dejándonos robar el tiempo de hacer o ir por eso que escribimos en el papelito… que mas??? Nada ni nadie nos puede robar la alegría si nosotros no le damos el permiso, como dice en el articulo nosotros podemos elegir que reacción vamos a tener delante de cada circunstancia que nos toca vivir…
Como dice la Pablo “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.” O David “Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.” Y si todavía no podes sacar esa alegría que Dios ha colocado en vos desde… que decirte… desde antes de que alguien supiera que ibas a nacer… dice David “Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.”
Que mas??? Es tu decisión que queres ser o como queres ser en la vida. Yo quiero ser feliz y como yo decido querer serlo busco lo qu eme hace feliz y lo disfruto. Por ahí hoy solo fue salir y respirar aire puro, ayer por ahí fue ir de compras… mañana será abrazar a mis hijas y en el futuro, quien sabe, podrá ser estar rodeada de mis nietos…
Que decidís vos? Espero decidas disfrutar de lo que cada día trae a tu vida y si no te conformas con eso salí a buscar lo que sueña tu corazón!!!
comentarios para hi5
Claudia
A de Alegría
Hace años, cuando yo no era más que una adolescente, era frecuente que al describir a una persona o decir alguna cualidad, se dijera "es muy alegre". Ahora raramente se escucha, preferimos utilizar palabras referidas a una conducta determinada o a como es desarrollada una tarea o función y decimos "es... competente, pro-activo, líder, buen gestor, comunicador, etc.", como si aspectos referidos a la esencia de las personas, como el ser alegre, fueran componentes insignificantes o de menor cuantía.
Cuando leo en el diccionario ideológico de Casares la descripción y significado de la palabra alegría: "animación y sentimiento grato que produce la posesión o esperanza de un bien", no puedo evitar el pensamiento acerca de ¿dónde se fue la alegría? Cada vez tenemos más posesiones y mostramos menos alegría, lo que no significa que no la tengamos, que no dispongamos de ella.
Viajo con frecuencia en distintos medios y me gusta observar a las personas y calibrar sus estados anímicos y, salvo alguna excepción, justo sonríen... no es habitual la carcajada, la risa, muestra por excelencia de la alegría.
Quizás es que ese aspecto de gratitud por la posesión de un bien, o la esperanza de tenerlo, ya no nos produce lo mismo que antaño. ¿Apreciamos menos lo que obtenemos? ¿Nos satisfacen los objetivos conseguidos?
Por otro lado hay personas orientadas a lo que falta en sus vidas, en lugar de tener en cuenta lo que si tienen disponible y es difícil, desde esta perspectiva, sentir esa sensación que nos puede conectar con la alegría.
Creo que confundimos con mucha facilidad la alegría como reacción con la alegría como tendencia vital.
La alegría como reacción aparece ante una situación puntual, quizás nos entusiasmamos por un reconocimiento que obtenemos, quizás hemos conseguido adquirir algo que deseábamos con gran empeño. ¿Cuánto dura esa sensación maravillosa de que "somos importantes" o de satisfacción por nuestra adquisición?, lamentablemente suele ser transitoria y nos empeñamos en perseguir estos pequeños momentos como si uno tras otro pudieran transformarse en algo perpetuo.
Por supuesto que disfrutar de la alegría procedente de esos momentos descritos es lícito y deseable y, sin duda lo podemos hacer de un modo más intenso si tenemos esa disposición interna orientada a eso que llamamos "alegría de vivir", esa sensación que no necesita de nada ni de nadie, que existe como una corriente y de la que podemos tomar y distribuir sin costo y sin medida.
Hablamos y leemos mucho acerca de valorar lo importante, de que las posesiones no nos hacen felices, que tenemos que mirar hacia nuestro interior... ¿Qué nos está quitando la alegría procedente de nuestra esencia? Lo sabemos con seguridad y no lo actuamos, como en tantas otras ocasiones, el paso que marca la diferencia no lo damos, solo lo pensamos. Y pensar no es actuar.
Al leer una frase de una poetisa inglesa, llamada Edith Sitwell que dice "Si uno es un galgo, ¿por qué fingir que es un pequinés?" pensé en que, cuando somos niños, solo nos ocupamos de ser lo que en cada momento somos, en vivir el momento presente tal cual es y en esa etapa suele primar la alegría de la que hablamos, ¿en que momento pasamos a ser lo que desean los que nos rodean? ¿En que momento queremos ser un pequinés a costa de lo que sea? ¿Cuando perdemos (no disfrutando ni viviendo) el momento actual ocupados en otro tiempo que no es el ahora?
Nos olvidamos de que tenemos el derecho y la obligación de atender a lo que significan nuestros valores, a lo que es importante para nosotros, a encontrar el sentido y propósito de nuestra vida.
Entonces... ¿Cómo recuperar esos aspectos "perdidos" y que nos conectan con nuestra esencia de la alegría?
Para responder a esta pregunta, no puedo dejar de mencionar de Víktor Frankl, cuyo libro "el hombre en busca de sentido" es un impresionante testimonio donde explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Uno de sus principios dice que cada uno de nosotros tiene la libertad de escoger su actitud ante cualquier circunstancia de la vida, por muy desesperada o difícil que ésta sea.
Claramente, entre un estímulo y una respuesta hay un espacio y en este espacio se halla nuestra libertad de elegir. Efectivamente estamos siempre eligiendo, aunque no lo creamos ni nos demos cuenta, nuestras respuestas, nuestros pensamientos y, por tanto, nuestras emociones. ¿Por qué no elegir la alegría?, es una de las emociones básicas, igual que el miedo o la tristeza, aunque parece que estas últimas son de más fácil elección.
En una reciente entrevista a la primera dama francesa, en relación a la muerte de una persona muy estimada por ella, decía: "la tristeza es extraña y, sin embargo, lo más cercano que tenemos". En pensamientos como éste es cuando confundimos una reacción lógica ante un evento ciertamente triste como la pérdida de un amigo y que eso mismo sea lo más relevante en la vida, tanto la tristeza como la alegría son elementos constitutivos de nuestro ser, son emociones comunes a los seres humanos e igual de cercanas. Decidimos nosotros donde ponemos el acento.
Otro aspecto que nos lleva a la alegría es la coherencia, es decir, movernos de acuerdo con lo que nos hemos comprometido y asumir la responsabilidad de nuestra vida. Cuando una persona es íntegra, está auto-centrada y en equilibrio, se muestra alegre, de esa forma natural, no impostada, que proviene del interior y que expande a su alrededor.
No podemos dejar de tener en cuenta, a la hora de pensar en lo que nos priva de la alegría, a nuestros saboteadores internos relacionados con los recuerdos. De sobras sabemos que los recuerdos no siempre son fieles a lo que sucedió en realidad. ¿Cuántas veces hemos adornado, para bien y para mal lo acontecido?. ¿Cuantas veces decimos que no podemos olvidar o perdonar?
¿Qué nos impide reconciliarnos con nuestra historia y quedaros libres para sentir la alegría de vivir? Es una buena elección vivir, a partir de ahora, con gozo.
Martin Seligman, fundador del movimiento de la Psicología Positiva, dice que nos aferramos fácilmente a la tristeza no perdonando en vez de re-escribir y transformar nuestros recuerdos para una mayor satisfacción con la vida. "No puedes hacer daño al culpable no perdonando, pero puedes liberarte a ti mismo perdonándolo". Y la libertad lleva muy cerca la alegría.
Y como olvidarnos la paciencia. En los tiempos actuales no parece haber un lugar para la paciencia, todo se mueve rápido, no damos tiempo a que algunas cosas se asienten y exigimos y nos exigimos de una forma excesiva. Es como si queremos que la planta crezca más aprisa estirando los brotes. Así lo hacemos en nuestra vida cotidiana cuando no nos damos tiempo para que de fruto nuestro trabajo, nos desesperamos si no produce rápido los beneficios previstos o cuando apresuramos el crecimiento de nuestros hijos sin disfrutar la alegría de su día a día.
Una forma de generar alegría es disfrutar del proceso. Decimos "el viaje es el camino, no el destino" como una linda frase y nos obstinamos en recorrer ese camino a muchos kms/hora, en vez de observar el paisaje y los sucesos. La paciencia es un duro entrenamiento con resultados increíbles en términos de los que nos ocupa, la alegría.
También podemos disfrutar y agradecer las lecciones amables de la vida, yo creo firmemente en que se aprende de las dificultades, pero también de las bondades eso, por supuesto, si estamos presentes y alerta, de lo contrario muchas cosas, incluida la alegría se nos escapan de nuestro foco. Tal como decía John Lennon "la vida es eso que ocurre mientras estamos ocupados", me parece de una gran sabiduría darse cuenta (no solo intelectualizar) que todo ocurre en el momento presente.
Si estamos atentos a todo lo anterior, atentos a nuestra vida y no actuamos como robots, la alegría puede estar presente en nuestro vivir, acompañándonos aunque el momento que estemos pasando no sea el mejor. Hablo de poder conectar con lo hermoso de la existencia, de la naturaleza y de las personas, poder pararse y respirar profundamente apreciando todo eso con gratitud, aunque las circunstancias no sean fáciles.
Y, por último, me gustaría recordar que siempre se puede pedir ayuda profesional. Muchas veces necesitamos co-pensar con otro para revisar aspectos, rediseñar acciones y re-significar partes de nuestra historia para poder volver a conectar con nuestra esencia.
Sin miedo, con confianza y con el deseo de un mejor vivir lleno de alegría, al que tenemos pleno derecho.
Autora: Pilar Segura
Psicóloga Clínica y de Organizaciones
Coach Personal y de Empresas
Mentora de Empresas Familiares
viernes, enero 9
Claustrofobia
Hola Gente!!! Espero hayan comenzado el año con sus fuerzas y esperanzas renovadas, declarando que va ser un año diferente, un año de sueños cumplidos, de metas alcanzadas y de temores superados!!! Ese es el tema del articulo de esta semana, un contacto me pidió algo sobre claustrofobia y me recordé como los miedos te esclavizan, te detiene, no te permiten progresar, dejándote en un punto estático que… sin darte cuenta te mantiene inerte por quien sabe cuanto tiempo mientras la vida sigue, las oportunidades pasan… y “por temor” no las arrebatamos, no peleamos nuestras batallas, no disfrutamos la victoria alcanzada.
Deseo que este articulo les sea de ayuda, y como consejo personal, de alguien que fue temerosa de muchas cosas, de alguien que por muchos muchos años estuvo inerte, afronta los miedos, peléale a la vida la libertad, rompe los limites de tu mente, esa mente que con temores te ata y no te deja avanzar y lograr todo eso que sueña tu corazón, la Biblia dice “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” así que hace uso de ese dominio propio y de ese poder y supera todo temor que no te permite ser feliz y transmitir esa felicidad a tus hijos y a los hijos de tus hijos!!!
Claudia
Claustrofobia
Autor: Por AZUCENA GARCÍA
Origen
Las fobias se caracterizan por un miedo irracional ante una circunstancia o situación determinada. Cuando ese miedo se presenta como consecuencia de sentirse atrapado en un espacio pequeño, o que se percibe como tal, se denomina claustrofobia. Un problema que afecta aproximadamente al 5% de la población y que se clasifica dentro de las denominadas fobias específicas, es decir, aquellas que describen el miedo a algo concreto.
Quien la padece evita situaciones tan comunes como utilizar un ascensor, atravesar un túnel, viajar en metro, autobús o avión, quedarse encerrado en una habitación pequeña e, incluso, hay quien se niega a soportar pruebas médicas como un TAC, que requiere inmovilidad absoluta durante varios minutos en máquinas de ajustadas dimensiones. «Son capaces de buscar cualquier alternativa para no tener que afrontar su miedo», asevera Juan Romeu, especialista en neurología y psiquiatría del Gabinete Médico Psicológico de Barcelona y perteneciente al Cuerpo Facultativo de la Clínica Quirón.
Es muy probable que una persona que padece episodios de claustrofobia pueda haber experimentado antes una situación traumática que le conduce a evitar escenarios similares. Por ejemplo, es frecuente que se nieguen a utilizar un ascensor quienes se han quedado atrapados en algún momento de su vida en otro sin apenas aire para respirar, más si se cortó el suministro eléctrico. Pero no todas las experiencias desagradables son vividas por cada persona de la misma manera ni dejan la misma huella. Que en un futuro se desarrolle ese temor irracional a repetirla, por tanto, puede depender de otros factores.
Algunos especialistas afirman que la claustrofobia se produce por causas hereditarias, como una especie de trastorno genético que se transmitiría de generación en generación. Una teoría con la que no todos están de acuerdo y que responde, según explica Verónica Guillén, psicóloga del gabinete de Psicología Previ, de Valencia, al hecho de que «algunos padres transmiten a sus hijos mensajes de ansiedad y les trasladan, sin darse cuenta, sus propias fobias».
Son varias las teorías, pero en la práctica la mayoría coincide en afirmar que quien padece de claustrofobia no siempre teme al espacio cerrado en sí, sino que padece el mismo miedo, a veces más, a las posibles consecuencias negativas que pueda provocar. «Es muy frecuente que se tema más sufrir un ataque de ansiedad que quedarse colgado en un ascensor», señala Guillén. Precisamente, es en estos casos cuando el tratamiento puede complicarse porque los miedos se multiplican y las fobias, también. Es como si además de tener miedo a un perro, nos aterrara pensar que nos puede morder y contagiarnos la rabia.
Síntomas
La mayoría de las fobias tienen unos síntomas comunes que, en el caso de la claustrofobia, también se repiten. Los más habituales son boca seca, palpitaciones, sensación de ahogo, sudor frío, náuseas, pulso acelerado, malestar, sofocos y temor; prácticamente los mismos que se presentan en una crisis de ansiedad o de angustia. Además, a menudo se produce también una respiración rápida, llamada hiperventilación, que según describe Juan Romeu «llega a provocar un exceso de eliminación de CO2 y alcalosis sanguínea». Estas alteraciones pueden dar lugar a hormigueo y espasmos musculares, especialmente en el rostro y en las manos.
«La ansiedad es una reacción de alarma ante lo desconocido, cuya respuesta es doble», explica Romeu. De un lado, psíquica, «de preocupación o impaciencia» y física, caracterizada por la múltiple activación del organismo como defensa ante lo imprevisto. «El cerebro pone en marcha la respuesta de ansiedad como un estado de suma vigilancia, de alerta crispada, al tiempo que, a través de descargas de adrenalina, prepara al cuerpo para lo que pueda ocurrir», completa Romeu.
Es esta descarga de adrenalina la que provoca los síntomas citados y causa otros como el aumento de la presión arterial o la contracción de algunos esfínteres, que puede ir emparejado con la necesidad de orinar o de defecar. Todos ellos suelen presentarse ante cualquier situación que implique permanecer en un espacio reducido y pueden derivar, según su intensidad, en un ataque de pánico. Esto es lo que ocurre cuando una persona sufre claustrofobia en el agua. «Puede ocurrir que cuando alguien practica buceo, más que sentir una sensación de libertad, se sienta encerrado y, al verse rodeado de agua y a cierta profundidad, la ansiedad se convierta en un ataque de pánico», describe Verónica Guillén.
Por lo general, los síntomas remiten cuando se termina la situación que los provocó, pero es importante controlarlos y superarlos para evitar que la persona pueda resultar dañada. «No todos los estados de ansiedad cursan con todos estos síntomas», matiza Romeo. No obstante, «un 3% ó 4% de la población general sufre las llamadas crisis de ansiedad o de pánico, que provocan una intensa conmoción en quien las padece, con una grave sensación de estar perdiendo el control o incluso de estar muriéndose».
Puede ocurrir también que los síntomas de la claustrofobia se agraven cuando la persona los padece en público, en una situación difícil o embarazosa, y deba enfrentarse a la sensación de vergüenza que pueda sentir porque los demás le miren o sienta que hace el ridículo. Es entonces cuando se añade el fenómeno llamado agorafobia, que además de utilizarse para referir el miedo a los espacios abiertos se emplea, según Romeu, para definir el miedo y la ansiedad que aparecen, de forma patológica, cuando uno está en algún lugar de donde es difícil salir para hallar ayuda si apareciera la crisis de ansiedad.
Cómo superarla
La claustrofobia se cura, pero para ello, según afirma Verónica Guillén, es necesario acudir a un psicólogo. «Si la claustrofobia es una fobia sencilla, conocida como fobia específica, se clasifica dentro de los trastornos de ansiedad y no necesita fármacos para curarse», explica. Sólo se recurre a los medicamentos cuando la claustrofobia se produce a la vez que otros trastornos graves como la depresión, situación en la que se precisaría de la intervención de un psiquiatra. «Si no, sólo es un problema», matiza.
Juan Romeu también comparte esta idea e insiste en que cuando la claustrofobia no se asocia con ninguna otra fobia o complicación es fácil de curar. No obstante, reconoce que hay que tener cuidado porque la claustrofobia a veces se confunde con el miedo a tener un ataque de ansiedad, «que es otra fobia y requiere otro tratamiento». Antes de ponerse en manos de un especialista, añade, las personas afectadas suelen desarrollar técnicas de evitación. «Evitan aquella situación que saben que les provoca la fobia, hasta que alguien querido les pide que la afronten o se encuentran obligados a hacerlo», subraya. Es el caso de alguien que tiene miedo a volar y debe viajar de urgencia desde la península a las islas. En casos así, «seguro que cogerá el avión», apunta el psiquiatra.
El tratamiento para superar una claustrofobia consta principalmente de dos partes: información y exposición. «Primero se facilita al paciente toda la información que necesita sobre la claustrofobia y su origen, y luego se recrean aquellas situaciones que dan lugar a la fobia», indica Guillén. Se trata de que el paciente diferencie los conceptos de miedo, ansiedad y fobia, y entienda las causas que los provocan, a la vez que se le enseñan técnicas de relajación y de control del pensamiento, para recordar tranquilamente la situación temida.
La recreación de las situaciones que provocan claustrofobia se emplea como herramienta terapéutica
«Esta es la forma lenta, pero las fobias se pueden superar también de forma rápida», defiende Romeu. «Se trata de colocar a la persona en una situación de máxima ansiedad y esperar que se extinga por agotamiento». Por ejemplo, cita, una persona con fobia a los ascensores es situada en uno de ellos junto con el terapeuta y «es aleccionada a consumir su ansiedad hasta que ésta desaparezca por completo». La ansiedad despertada por una situación suele bajar al 50% en la primera hora, al 20% en la segunda hora, y extinguirse por completo durante la tercera hora. Si se combinan técnicas de relajación es factible reducir el proceso a poco más de una hora. «De esta forma, la persona aprende que es posible convivir con las situaciones más temidas y, a partir de ahí, regular sus miedos irracionales», asegura.
Por otro lado, las nuevas tecnologías también han irrumpido en el mundo de la psicología. La realidad virtual es una técnica cada vez más utilizada para estos trastornos. La primera experiencia se llevó a cabo en el Centro Médico Delfos-Sitec de Barcelona, en colaboración con la Universidad Jaume I, de Castellón. La metodología se aplicó de manera experimental para sumergir a los pacientes progresivamente en las situaciones que les provocaban el miedo, pero ha sido extendida por otros profesionales como los del Centro Previ. «Podemos crear cuantas situaciones imaginemos», cuenta Romeu. Gracias a la realidad virtual se puede recrear un ascensor, un túnel o una habitación, en la que poco a poco se bajan las persianas y cada vez se consigue más oscuridad. El psicólogo observa cómo reacciona la persona claustrofóbica y le ayuda a superar la situación que le provoca ansiedad. Se trata de un tratamiento «más breve y menos agresivo», explica uno de los psicólogos del centro.
En concreto, este sistema de realidad virtual puede ayudar al paciente a superar su problema en apenas seis sesiones cuando la fobia no se complica con otros trastornos, según Verónica Guillén, aunque con el sistema de terapia convencional pueden bastar una decena de sesiones de una hora de duración. Lo importante es tener ganas de curarse, recuerdan en Previ: «No todas las personas con claustrofobia buscan ayuda profesional para superar su problema». Muchas manejan su problema evitando activamente las situaciones que impliquen cierre, la mayoría desconocen que este problema puede llegar a desaparecer con un tratamiento apropiado y otros suelen buscar ayuda especializada sólo cuando su problema interfiere de un modo notable en su vida, en su trabajo, en su familia o en sus relaciones sociales. Por último, muchos claustrofóbicos se han resignado y han aprendido a vivir con su problema.
EROSKI
Juan 8:32
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Juan 8:36
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Gálatas 5:1
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Deseo que este articulo les sea de ayuda, y como consejo personal, de alguien que fue temerosa de muchas cosas, de alguien que por muchos muchos años estuvo inerte, afronta los miedos, peléale a la vida la libertad, rompe los limites de tu mente, esa mente que con temores te ata y no te deja avanzar y lograr todo eso que sueña tu corazón, la Biblia dice “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” así que hace uso de ese dominio propio y de ese poder y supera todo temor que no te permite ser feliz y transmitir esa felicidad a tus hijos y a los hijos de tus hijos!!!
Claudia
Claustrofobia
Autor: Por AZUCENA GARCÍA
Origen
Las fobias se caracterizan por un miedo irracional ante una circunstancia o situación determinada. Cuando ese miedo se presenta como consecuencia de sentirse atrapado en un espacio pequeño, o que se percibe como tal, se denomina claustrofobia. Un problema que afecta aproximadamente al 5% de la población y que se clasifica dentro de las denominadas fobias específicas, es decir, aquellas que describen el miedo a algo concreto.
Quien la padece evita situaciones tan comunes como utilizar un ascensor, atravesar un túnel, viajar en metro, autobús o avión, quedarse encerrado en una habitación pequeña e, incluso, hay quien se niega a soportar pruebas médicas como un TAC, que requiere inmovilidad absoluta durante varios minutos en máquinas de ajustadas dimensiones. «Son capaces de buscar cualquier alternativa para no tener que afrontar su miedo», asevera Juan Romeu, especialista en neurología y psiquiatría del Gabinete Médico Psicológico de Barcelona y perteneciente al Cuerpo Facultativo de la Clínica Quirón.
Es muy probable que una persona que padece episodios de claustrofobia pueda haber experimentado antes una situación traumática que le conduce a evitar escenarios similares. Por ejemplo, es frecuente que se nieguen a utilizar un ascensor quienes se han quedado atrapados en algún momento de su vida en otro sin apenas aire para respirar, más si se cortó el suministro eléctrico. Pero no todas las experiencias desagradables son vividas por cada persona de la misma manera ni dejan la misma huella. Que en un futuro se desarrolle ese temor irracional a repetirla, por tanto, puede depender de otros factores.
Algunos especialistas afirman que la claustrofobia se produce por causas hereditarias, como una especie de trastorno genético que se transmitiría de generación en generación. Una teoría con la que no todos están de acuerdo y que responde, según explica Verónica Guillén, psicóloga del gabinete de Psicología Previ, de Valencia, al hecho de que «algunos padres transmiten a sus hijos mensajes de ansiedad y les trasladan, sin darse cuenta, sus propias fobias».
Son varias las teorías, pero en la práctica la mayoría coincide en afirmar que quien padece de claustrofobia no siempre teme al espacio cerrado en sí, sino que padece el mismo miedo, a veces más, a las posibles consecuencias negativas que pueda provocar. «Es muy frecuente que se tema más sufrir un ataque de ansiedad que quedarse colgado en un ascensor», señala Guillén. Precisamente, es en estos casos cuando el tratamiento puede complicarse porque los miedos se multiplican y las fobias, también. Es como si además de tener miedo a un perro, nos aterrara pensar que nos puede morder y contagiarnos la rabia.
Síntomas
La mayoría de las fobias tienen unos síntomas comunes que, en el caso de la claustrofobia, también se repiten. Los más habituales son boca seca, palpitaciones, sensación de ahogo, sudor frío, náuseas, pulso acelerado, malestar, sofocos y temor; prácticamente los mismos que se presentan en una crisis de ansiedad o de angustia. Además, a menudo se produce también una respiración rápida, llamada hiperventilación, que según describe Juan Romeu «llega a provocar un exceso de eliminación de CO2 y alcalosis sanguínea». Estas alteraciones pueden dar lugar a hormigueo y espasmos musculares, especialmente en el rostro y en las manos.
«La ansiedad es una reacción de alarma ante lo desconocido, cuya respuesta es doble», explica Romeu. De un lado, psíquica, «de preocupación o impaciencia» y física, caracterizada por la múltiple activación del organismo como defensa ante lo imprevisto. «El cerebro pone en marcha la respuesta de ansiedad como un estado de suma vigilancia, de alerta crispada, al tiempo que, a través de descargas de adrenalina, prepara al cuerpo para lo que pueda ocurrir», completa Romeu.
Es esta descarga de adrenalina la que provoca los síntomas citados y causa otros como el aumento de la presión arterial o la contracción de algunos esfínteres, que puede ir emparejado con la necesidad de orinar o de defecar. Todos ellos suelen presentarse ante cualquier situación que implique permanecer en un espacio reducido y pueden derivar, según su intensidad, en un ataque de pánico. Esto es lo que ocurre cuando una persona sufre claustrofobia en el agua. «Puede ocurrir que cuando alguien practica buceo, más que sentir una sensación de libertad, se sienta encerrado y, al verse rodeado de agua y a cierta profundidad, la ansiedad se convierta en un ataque de pánico», describe Verónica Guillén.
Por lo general, los síntomas remiten cuando se termina la situación que los provocó, pero es importante controlarlos y superarlos para evitar que la persona pueda resultar dañada. «No todos los estados de ansiedad cursan con todos estos síntomas», matiza Romeo. No obstante, «un 3% ó 4% de la población general sufre las llamadas crisis de ansiedad o de pánico, que provocan una intensa conmoción en quien las padece, con una grave sensación de estar perdiendo el control o incluso de estar muriéndose».
Puede ocurrir también que los síntomas de la claustrofobia se agraven cuando la persona los padece en público, en una situación difícil o embarazosa, y deba enfrentarse a la sensación de vergüenza que pueda sentir porque los demás le miren o sienta que hace el ridículo. Es entonces cuando se añade el fenómeno llamado agorafobia, que además de utilizarse para referir el miedo a los espacios abiertos se emplea, según Romeu, para definir el miedo y la ansiedad que aparecen, de forma patológica, cuando uno está en algún lugar de donde es difícil salir para hallar ayuda si apareciera la crisis de ansiedad.
Cómo superarla
La claustrofobia se cura, pero para ello, según afirma Verónica Guillén, es necesario acudir a un psicólogo. «Si la claustrofobia es una fobia sencilla, conocida como fobia específica, se clasifica dentro de los trastornos de ansiedad y no necesita fármacos para curarse», explica. Sólo se recurre a los medicamentos cuando la claustrofobia se produce a la vez que otros trastornos graves como la depresión, situación en la que se precisaría de la intervención de un psiquiatra. «Si no, sólo es un problema», matiza.
Juan Romeu también comparte esta idea e insiste en que cuando la claustrofobia no se asocia con ninguna otra fobia o complicación es fácil de curar. No obstante, reconoce que hay que tener cuidado porque la claustrofobia a veces se confunde con el miedo a tener un ataque de ansiedad, «que es otra fobia y requiere otro tratamiento». Antes de ponerse en manos de un especialista, añade, las personas afectadas suelen desarrollar técnicas de evitación. «Evitan aquella situación que saben que les provoca la fobia, hasta que alguien querido les pide que la afronten o se encuentran obligados a hacerlo», subraya. Es el caso de alguien que tiene miedo a volar y debe viajar de urgencia desde la península a las islas. En casos así, «seguro que cogerá el avión», apunta el psiquiatra.
El tratamiento para superar una claustrofobia consta principalmente de dos partes: información y exposición. «Primero se facilita al paciente toda la información que necesita sobre la claustrofobia y su origen, y luego se recrean aquellas situaciones que dan lugar a la fobia», indica Guillén. Se trata de que el paciente diferencie los conceptos de miedo, ansiedad y fobia, y entienda las causas que los provocan, a la vez que se le enseñan técnicas de relajación y de control del pensamiento, para recordar tranquilamente la situación temida.
La recreación de las situaciones que provocan claustrofobia se emplea como herramienta terapéutica
«Esta es la forma lenta, pero las fobias se pueden superar también de forma rápida», defiende Romeu. «Se trata de colocar a la persona en una situación de máxima ansiedad y esperar que se extinga por agotamiento». Por ejemplo, cita, una persona con fobia a los ascensores es situada en uno de ellos junto con el terapeuta y «es aleccionada a consumir su ansiedad hasta que ésta desaparezca por completo». La ansiedad despertada por una situación suele bajar al 50% en la primera hora, al 20% en la segunda hora, y extinguirse por completo durante la tercera hora. Si se combinan técnicas de relajación es factible reducir el proceso a poco más de una hora. «De esta forma, la persona aprende que es posible convivir con las situaciones más temidas y, a partir de ahí, regular sus miedos irracionales», asegura.
Por otro lado, las nuevas tecnologías también han irrumpido en el mundo de la psicología. La realidad virtual es una técnica cada vez más utilizada para estos trastornos. La primera experiencia se llevó a cabo en el Centro Médico Delfos-Sitec de Barcelona, en colaboración con la Universidad Jaume I, de Castellón. La metodología se aplicó de manera experimental para sumergir a los pacientes progresivamente en las situaciones que les provocaban el miedo, pero ha sido extendida por otros profesionales como los del Centro Previ. «Podemos crear cuantas situaciones imaginemos», cuenta Romeu. Gracias a la realidad virtual se puede recrear un ascensor, un túnel o una habitación, en la que poco a poco se bajan las persianas y cada vez se consigue más oscuridad. El psicólogo observa cómo reacciona la persona claustrofóbica y le ayuda a superar la situación que le provoca ansiedad. Se trata de un tratamiento «más breve y menos agresivo», explica uno de los psicólogos del centro.
En concreto, este sistema de realidad virtual puede ayudar al paciente a superar su problema en apenas seis sesiones cuando la fobia no se complica con otros trastornos, según Verónica Guillén, aunque con el sistema de terapia convencional pueden bastar una decena de sesiones de una hora de duración. Lo importante es tener ganas de curarse, recuerdan en Previ: «No todas las personas con claustrofobia buscan ayuda profesional para superar su problema». Muchas manejan su problema evitando activamente las situaciones que impliquen cierre, la mayoría desconocen que este problema puede llegar a desaparecer con un tratamiento apropiado y otros suelen buscar ayuda especializada sólo cuando su problema interfiere de un modo notable en su vida, en su trabajo, en su familia o en sus relaciones sociales. Por último, muchos claustrofóbicos se han resignado y han aprendido a vivir con su problema.
EROSKI
Juan 8:32
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Juan 8:36
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Gálatas 5:1
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
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