jueves, agosto 2

La alegria

Los seres humanos, pese a la pretensión de racionalidad, somos seres claramente emotivos. Experimentamos estados emocionales y nos apegamos a las que nos resultan gratificantes, y a veces a otras que no lo son tanto. En palabras de Chopra, “amamos el éxtasis”. Buscamos vivencias emocionales intensas y frecuentes, y recorremos toda una gama de emociones que van de la apatía a la euforia”.Una de esas emociones, que estimo que junto con la confianza y la serenidad, son el trio de emociones de éxito, es la alegría, la cual defino como una respuesta psicofísica satisfactoria y beneficiosa, que estimula cogniciones optimistas e impulsa acciones constructivas.La alegría puede ser percibida en la integridad de la persona toda, siendo así que quien la experimenta la revela en su salud, su lenguaje, sus decisiones, actos y, por supuesto, resultados. Y siendo que la alegría motiva percepciones positivas, reduce el estrés, aumenta los niveles de energía y nos hace más activos y resistentes, conviene preguntarse por qué son tan pocos los que se esfuerzan por elevar sus niveles y sostener su presencia en nuestro organismo y nuestra vida?Como humanos, tenemos la capacidad de pensar a través del lenguaje. Describimos y creamos realidades con palabras e imágenes, expresadas como pensamientos y palabras. También nos adaptamos como estrategia para sobrevivir en ambientes hostiles. Pensar nos hace viajar al pasado y culparnos, y viajar al futuro y atemorizarnos con pensamientos de problemas, errores y desgracias. Ese vaivén no controlado, nos aleja de la alegría y nos hunde en la culpa, el temor, la indiferencia, la desesperanza o la rabia. Acostumbrarnos a todo, puede hacer que aceptemos lo que podríamos cambiar con un poco de esfuerzo y confianza y voluntad. Costumbre y lenguaje pueden ser, entonces enemigos de la alegría y otros estados internos productivos.Debe entenderse que todo nuestro abanico emocional es necesario y ha sido creado por una razón, pues la rabia nos ayuda a defender un territorio que creemos vulnerado; la tristeza nos induce a reflexionar y revisarnos, para emerger renovados; la culpa nos hace revisar nuestra responsabilidad y moralidad, y el miedo nos alerta y protege de peligros potencialmente dañinos. Hay que vivir cada emoción, aunque algo muy negativo es permitir que las emociones limitantes se hagan un hábito, un automatismo, pues esto produce una ruptura del equilibrio orgánico y nos acerca a la enfermedad.Por esto, resulta importante rescatar en nosotros las experiencias de bienestar, volver a tomar control emocional y recuperar la algría de vivir. Para disfrutar de sus ventajas y beneficios, aceptemos primero la existencia de dos tipos de alegría, y de tres condiciones para su desarrollo en nuestro diario accionar. Los dos tipos de alegría son: la alegría reactiva y la alegría tendencia. Y las tres cualidades o actitudes requeridas para encender y sostener la alegría, son; la gratitud, el perdón y el optimismo.La alegría reactiva puede entenderse como una respuesta de corta duración que surge cuando nos topamos con un estímulo que evoca en nosotros recuerdos o expectativas favorables. Recibir la llamada de un buen amigo, recibir una propuesta de trabajo favorable, o encontrar un objeto apreciado que se hallaba perdido, son ejemplos de este tipo de alegría. La alegría como tendencia va un paso más allá, pues se refiere a un estado habitual, que se logra con un cambio enla manera de interpretar la realidad, es decir, de vernos a nosotros mismo, nuestras acciones y resultados, así como el futuro por venir. Implica, pues una decisión voluntaria y sostenida orientada hacia un buen vivir.Veamos las cualidades: La gratitud es la capacidad de reconocer la presencia de lo bueno en nuestra vida. (Aunque bueno y malo son variables relativas cada persona, en su tiempo, espacio y cultura, valora y define lo adecuado, beneficioso y significativo). Defino el optimismo como la capacidad de desear, buscar y confiar que nos acontecerá lo bueno, lo óptimo, lo mejor dentro de lo posible. El perdón, es la capacidad de superar de manera definitiva la idea destructiva de que fuimos victimas de un daño a causa de la intención o acción propia o de otro, así como sus emociones asociadas de culpa, odio, rencor o resentimiento.El paso esencial es trabajar en el desarrollo de estos requisitos de la alegría: La gratitud se desarrolla focalizando la atención en lo bueno vivido o recibido en el pasado y el presente. Haga una lista de "items" de lo agrdecible y exprese:"agradezco mi familia, mi salud, las enseñanzas de mi padre", etc. Así, desarrollará consciencia de gratitud y todo en un punto, prácticamente todo le parecerá maravilloso.El optimismo, habituándonos a esperar lo bueno, lo mejor, aunque aceptando los resultados con humildad. No se trata de vivir de un optimismo ciego, sino basado en la certeza de que somos seres capaces, inteligentes y creativos. La expectativa positiva acompañada de acción congruente, tiende un poder incalculable ya probado.El perdón se logra admitiendo que todo tiene una razón, aunque no la veamos por momentos; que todo trae un aprendizaje; y que a veces lo vivido es producto de lo sembrado y debe aceptarse sin soberbias y seguir adelante. Aceptar los hechos, no buscar culpables y cancelar todo deseo de cobrar deudas, permite perdonar, sanar y volver a la alegría.Así como es posible volver a la alegría realizando estos cambios cognitivos, en la mente, es posible apoyar el cambio conductualmente, con ejercicio, descanso, diversión y dieta sana. Actúe y verá refulgir de nuevo la luz de la alegría en cada uno de sus días. No espere por nadie, salvese usted mismo. Comience ahora. Ponga de nuevo brillo en sus ojos y fuego en su corazón. Gracias por leerme.Lic. Renny YagoseskyComunicador SocialAsesor OrientadorEscritorConferencista

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