jueves, octubre 8

El Daño que la Preocupación Puede Hacernos

Hola Gente!!! Espero hayan comenzado la semana con nuevas fuerzas para ir detrás de sus sueños!!! Este libro que les estoy enviando por capítulos o temas, según se presenten, esta muy bueno para este fin… el de renovarnos cada día, cada minuto, para ir detrás de las metas y deseos que hemos estado atesorando en nuestros corazones.

La preocupación es todo un tema! Por eso este mail esta un poquito larguito, le he borrado un par de cosas pero esta muy sustancioso para sacarle mas, así que espero les sirva como me sirve a mi, como muchas veces se los he dicho, no es que ya lo haya alcanzado.

Una vez escuche, y con mucha razón, hay que ocuparse en vez de preocuparse… la Biblia dice “haz todo lo que te venga a la mano” y “Dios logra imposibles” porque es experto en eso… así que si juntamos estas 2 verdades nos queda: vos hace lo que te venga en mano que Dios hará el resto.

No es fácil, nada fácil, pero que bien se siente cuando uno lo logra, cuando uno logra superar la barrera del miedo, del no puedo, del no se… y alcanza eso que ha deseado por mucho tiempo!

Los dejo con el articulo… les aconsejo leerlo hasta el final, sáltense partes de las historias si les parece muy largo pero léanlo hasta el final, esta muy bueno.

Mis mas afectuosos cariños para todos ustedes y muy buen fin de semana!!!

Claudia


El Daño que la Preocupación Puede Hacernos

Aquellos que no saben cómo combatir
la preocupación mueren jóvenes.
Dr. Alexis Carrel.

Hace muchos años un vecino llamó a mi puerta y me instó a que me vacunara
y vacunara a toda mi familia contra la viruela. Era uno de los miles de voluntarios
que estaban llamando a todas las puertas de la Ciudad de Nueva York.

Asustadas, las gentes esperaban horas enteras para ser vacunadas. Los puestos
de vacunación se abrían, no sólo en los hospitales, sino también en estaciones de
bomberos, puestos de policía y grandes fábricas. Más de dos mil médicos y
enfermeras trabajaron febrilmente noche y día, vacunando a las multitudes. ¿Cuál
era la causa de toda esta excitación? Ocho personas de la Ciudad de Nueva York
tenían viruela y otras dos habían fallecido. Eran dos muertes en una población de
casi ocho millones.

Ahora bien, yo había vivido en Nueva York durante más de treinta y siete años
y, sin embargo, nadie había llamado a mi puerta para prevenirme contra la
enfermedad emocional de la preocupación, una enfermedad que, durante los
últimos treinta y siete años, ha causado diez mil veces más daño que la viruela.

Ningún visitante me ha advertido que una persona de cada diez entre las que
viven ahora en los Estados Unidos padecerá un desfallecimiento nervioso,
causado en la mayoría de los casos por la preocupación y las emociones. Por esta
razón escribo este artículo para llamar a las puertas de ustedes y prevenirles.

El gran ganador del premio Nobel de Medicina, Alexis Carrel, dijo: "Aquellos
que no saben cómo combatir la preocupación mueren jóvenes". Y otro tanto
sucede con las amas de casa, veterinarios y albañiles.

Hace unos cuantos años pasé mis vacaciones paseando en automóvil por
Texas y Nuevo México en compañía del doctor O. F. Gober, médico jefe de la Gulf
Colorado and Santa Fe Hospital Association. Hablamos acerca de los efectos de
la preocupación y mi compañero me dijo: "El setenta por ciento de todos los
pacientes que acuden a los médicos podrían curarse por sí mismos con sólo
liberarse de sus temores y preocupaciones. Y no piense por un momento que
quiero decir que sus enfermedades son imaginarias. Sus enfermedades son tan
reales como un terrible dolor de muelas y en ocasiones cien veces más graves. Me refiero a enfermedades como la indigestión nerviosa, algunas úlceras del estómago, perturbaciones cardíacas, el insomnio, algunas jaquecas y algunos tipos de parálisis.

"El miedo causa preocupación. La preocupación pone a uno tenso y nervioso,
afecta a los nervios del estómago, cambia los jugos gástricos de normales a
anormales y frecuentemente provoca úlceras estomacales".

El Dr. Joseph F. Montague, autor del libro Nervios y problemas del estómago
(Nervous Stomach Trouble), dice algo muy parecido. Dice esto: "Las úlceras del
estómago no vienen de lo que se come. Vienen de lo que lo está comiendo a uno".

El Dr. W. C. Alvarez, de la Clínica Mayo, asegura: "Con frecuencia las úlceras
empeoran o mejoran de acuerdo con las subidas y bajadas de las perturbaciones
emocionales".

Esta declaración se ve confirmada por un estudio de 15.000 pacientes tratados
de desórdenes digestivos en la Clínica Mayo. Cuatro de cada cinco de ellos no
tenían una base física para sus enfermedades del estómago. El miedo, la
preocupación, el odio, un egoísmo supremo y la incapacidad para ajustarse al
mundo de las realidades eran en buena parte las causas de sus enfermedades y
sus úlceras de estómago...

Recientemente estuve en correspondencia con el doctor Harold C. Habein, de
la Clínica Mayo. Este médico leyó un informe en la reunión anual de la Asociación
Norteamericana de Médicos y Cirujanos Industriales y declaró que había
efectuado un estudio de 176 ejecutivos que tenían un promedio de edad de 44,3
años. E informó que algo más de una tercera parte de estos ejecutivas padecían
uno de los tres achaques peculiares de una vida de tensión: enfermedad del
corazón úlceras del aparato digestivo y presión sanguínea alta. ¡Piensen ustedes!
Una tercera parte de nuestros ejecutivos están echando a perder sus organismos
con enfermedades cardíacas, úlceras y presiones altas antes de llegar a los
cuarenta y cinco años. ¡Qué precio para el éxito! ¡Y ni siquiera lo compran! ¿Cabe
considerar pagar el éxito, la prosperidad en los negocios con úlceras de estómago
y perturbaciones del corazón? ¿Qué consigue una persona si gana el mundo
entero y pierde la salud? Aunque fuera dueño del mundo, sólo podría dormir en
una cama a la vez y comer tres veces por día. Cualquier mozo de cuerda puede
hacer esto y probablemente dormir más profundamente y disfrutar más de sus
comidas que un poderoso hombre de negocios. Francamente, prefiero ser una simple persona sin responsabilidad que en la ruina a los cuarenta y cinco años por
el afán de estar dirigiendo una empresa de ferrocarriles o una fábrica de cigarrillos.
Uno de los fabricantes de cigarrillos más conocido en el mundo cayó muerto
hace poco como consecuencia de un síncope cardíaco mientras trataba de
disfrutar de unas vacaciones en los bosques del Canadá. Había amasado
millones... y murió a los sesenta y un años. Probablemente cambió años de vida
por lo que se llama "éxito en los negocios".
A mi juicio, este magnate de los cigarrillos con todos sus millones no fue la
mitad de realizador siquiera que mi padre - un labrador de Missouri - que murió a
los ochenta y nueve años sin un centavo.

Los famosos hermanos Mayo declararon que más de la mitad de nuestros
lechos de hospital estaban ocupados por personas con padecimientos nerviosos.
Sin embargo, cuando los nervios de estas personas son estudiados con un
poderoso microscopio en un examen postmortem, parecen en la mayoría de los
casos tan sanos como los de Jack Dempsey. Sus "padecimientos nerviosos" son
causados, no por un deterioro físico de los nervios, sino por emociones de
inutilidad, frustración, ansiedad, zozobra, miedo, derrota, desesperación. Platón
dijo que "el mayor error que los médicos cometen es intentar la curación del
cuerpo sin intentar la curación del alma; sin embargo, alma y cuerpo son uno y no
deberían ser tratados separadamente".

La ciencia médica necesitó dos mil trescientos años para reconocer esta gran
verdad. Estamos empezando ahora precisamente a desarrollar una nueva especie
de medicina llamada psicosomática, una medicina que trata a la vez el alma y el
cuerpo. Es hora ya de que realicemos esto, porque la ciencia médica ha eliminado
en gran parte el terrible mal causado por los gérmenes físicos, las enfermedades
como la viruela, el cólera, la fiebre amarilla y docenas de otras plagas que han
llevado a innumerables millones a la tumba prematura. Pero la ciencia médica ha
sido incapaz de hacer frente a las ruinas mentales y físicas causadas, no por los
gérmenes, sino por las emociones de la preocupación, el miedo, el odio, la
frustración y la desesperación. Las bajas ocasionadas por estas enfermedades de
tipo emotivo están aumentando y extendiéndose con rapidez catastrófica.

¿Cuáles son las causas de la enfermedad mental? Nadie conoce todas las
respuestas. Pero es muy probable que el miedo y la preocupación fueran en
muchos casos factores contribuyentes. El individuo angustiado y acosado que es
incapaz de hacer frente al áspero mundo de la realidad rompe sus contactos con
el ambiente y se retira a un mundo privado de sueños que él mismo se fabrica, y
esto resuelve sus problemas de preocupación.

Mientras escribo, tengo sobre mi mesa un libro del doctor Edward Podolsky
titulado Stop Worrying and Get Well (Deje de preocuparse y póngase bien). He
aquí los títulos de algunos de los capítulos de este libro:

Cómo afectan las preocupaciones al corazón. La
alta presión sanguínea está alimentada por la preocupación.
El reumatismo puede tener por causa la preocupación.
Preocúpese menos, por el bien de su estómago.
Como la preocupación puede causar un resfrío. La
preocupación y la tiroides. La preocupación y la diabetes.

Otro libro que enseña mucho acerca de la preocupación es Man Against
Himself (El hombre contra si mismo), del Dr. Karl Menninger, uno de los
"hermanos Mayo de la psiquiatría". El libro del Dr. Menninger no da recetas para
suprimir las preocupaciones, pero ofrece una asombrosa revelación acerca de
cómo dejamos que la ansiedad, la frustración, el odio, el resentimiento, la rebelión
destruyan nuestro cuerpo y nuestra mente.

La preocupación puede hacer un enfermo de la persona más vigorosa. El
general Grant lo descubrió durante los últimos días de la guerra civil. La historia
dice así: Grant había estado sitiando a Richmond durante nueve meses. Las
tropas del general Lee, harapientas y hambrientas, fueron vencidas. Desertaban
regimientos enteros. Otros se dedicaban a rezar en sus carpas; gritaban, lloraban
y veían visiones. El fin estaba muy próximo. Los hombres de Lee prendieron fuego
a los almacenes de algodón y tabaco de Richmond, destruyeron el arsenal y
huyeron de la ciudad durante la noche, mientras enormes llamas rasgaban la
oscuridad. Grant los persiguió de cerca; acosó a los confederados por los flancos
y la retaguardia, mientras la caballería de Sheridan los atacaba de frente, cortaba
las líneas de comunicación y se apoderaba de trenes de abastecimiento.
Grant, medio ciego y con una violenta jaqueca, se sintió muy enfermo detrás
de su ejército y se detuvo en una granja. Y consigna en sus Memorias: "Pasé la
noche con mis pies en un baño de agua caliente y mostaza y poniéndome
emplastos de mostaza en las muñecas y la es palda, con la esperanza de estar
curado por la mañana".
A la mañana siguiente se curó instantáneamente., Y lo que lo curó no fue la
mostaza, sino un jinete que llegó galopando por el camino con una carta de Lee
en la que éste decía que quería rendirse.
Grant escribió: "Cuando el oficial (el que llevaba el mensaje) llegó hasta mí,
seguía todavía con mi violenta jaqueca, pero, en cuanto vi el contenido de la nota,
me curé".
Evidentemente, eran las preocupaciones, tensiones y emociones de Grant las
causas de su enfermedad. Se curó instantáneamente en cuanto sus emociones
fueron las de la confianza, la realización y la victoria.

Setenta años después, Henry Morgenthau, Secretario de la Tesorería en el
gabinete de Franklin D. Roosevelt, descubrió que las preocupaciones lo
enfermaban hasta aturdirlo. Consigna en su diario que se sintió terriblemente
preocupado cuando el Presidente, con el fin de elevar el precio del trigo, compró
en un solo día 4.400.000 bushels de este producto. Dice: "Me sentí literalmente
aturdido al ver en marcha la cosa. Me fui a casa y tuve que permanecer en la
cama dos horas después de almorzar".

Si se quiere ver lo que la preocupación significa para las personas, no hace
falta ir a una biblioteca o a un médico. A mí me basta mirar por la ventana de mi
casa; puedo ver así, a menos de una cuadra, una casa donde la preocupación
causó un derrumbamiento nervioso y otra casa donde un hombre se preocupó
hasta la diabetes. Cuando la Bolsa bajó, el azúcar de su sangre y su orina subió.
Cuando Montaigne, el ilustre filósofo francés, fue elegido alcalde de su ciudad
- Burdeos - dijo a sus conciudadanos: "Quiero tomar vuestros asuntos en mis
manos, pero no en mi hígado o mis pulmones".
Este vecino mío tomó los asuntos de la Bolsa en su sangre y casi se mató.

La preocupación puede colocamos en un sillón de ruedas con reumatismo y
artritis. El Dr. Russell L. Cecil, de la Escuela de Medicina de la Universidad
Cornell, es una autoridad mundial en artritis y, como he indicado ya, ha
enumerado cuatro de las situaciones que con más frecuencia provocan esta
enfermedad:
1. Fracaso en la vida matrimonial.
2. Desastre financiero.
3. Soledad y preocupación.
4. Resentimientos largo tiempo alimentados.

La preocupación puede causar hasta las caries dentales. El Dr. William I. L.
McGonigle dijo en un informe ante la Asociación Dental Norteamericana que "las
emociones desagradables, como las causadas por la preocupación, el miedo, el
enfado... pueden trastornar el equilibrio del calcio en el organismo y originar las
caries". El Dr. McGonigle se refirió a un paciente que. tuvo una dentadura perfecta
hasta que comenzó a preocuparse ante la repentina enfermedad de su mujer.
Durante las tres semanas que duró la permanencia de la esposa en el hospital,
este hombre tuvo nueve caries. Eran caries causadas por la preocupación.

¿Han visto ustedes alguna vez a una persona con una tiroides muy
hiperactiva? Yo sí, y puedo decirles que personas así tiemblan y parecen alguien a
quien se ha dado un susto mortal. En realidad, a esto equivale tal estado. La
glándula tiroides, la glándula que regula el organismo, ha sido sacada de quicio.
Acelera el hígado y todo el cuerpo ruge furiosamente, como un horno con todos
sus tiros abiertos. Y si esto no se remedia con una operación o un tratamiento, la
víctima puede morir, puede "quemarse a sí misma".

Hace poco tiempo fui a Filadelfia con un amigo mío que padecía esta
enfermedad. Fuimos a ver a un famoso especialista, un médico que había estado
tratando esta clase de enfermedades desde hacía treinta y ocho años. Y ¿qué
consejo creen ustedes que colgaba de una pared de la sala de espera, escrito en
un gran cuadro de madera para que todos los pacientes pudieran verlo? Helo
aquí. Lo copié en el reverso de un sobre mientras esperábamos:

DESCANSO Y RECREO
Las fuerzas que más descansan y recrean son
una religión saludable, sueño, música y risas.
Tened fe en Dios, aprended a dormir bien,
amad la buena música y ved el lado divertido de la vida.
Y la salud y la felicidad serán vuestras.

Pocas cosas pueden envejecer a una mujer y destruir su buena presencia más
rápidamente que la preocupación. La preocupación aja el rostro. Nos hace apretar
las mandíbulas y surca nuestros rostros con arrugas. Nos crea un ceño
permanente. Hace que nuestros cabellos se vuelvan grises, y, en ocasiones, hasta
que caigan. Puede echar a perder el cutis y hasta provocar toda clase de
manchas, erupciones y granos.

Las enfermedades del corazón constituyen actualmente el criminal número
uno de Norteamérica. Durante la segunda guerra mundial, casi un tercio de millón
murieron en combate, pero, durante el mismo período, el mal del corazón mató a
dos millones de civiles y un millón de estas bajas tuvieron por causa ese mal de
corazón que provocan las preocupaciones y la vida tensa. Sí, la enfermedad del
corazón es una de las principales razones que hicieron decir al Dr. Alexis Carrel:
"Aquellos que no saben combatir la preocupación mueren jóvenes".

William James dijo: "El Señor puede perdonar nuestros pecados, pero el
sistema nervioso nunca lo hace". He aquí un hecho impresionante y casi increíble:
son más los norteamericanos que se suicidan que los que , mueren de las cinco
enfermedades más corrientes.
¿Por qué? La respuesta es en gran parte: "Preocupación".

Cuando los crueles señores de la guerra chinos querían torturar a sus
prisioneros, los ataban de pies y manos y los colocaban bajo una bolsa de agua
que constantemente goteaba... goteaba... goteaba... día y noche. Estas gotas de agua que caían sin cesar sobre la cabeza acababan siendo martillazos y
enloquecían a las víctimas. Este mismo método de tortura fue empleado por la
Inquisición española y en los campos de concentración alemanes.
La preocupación es como la gota, gota, gota constante; y la gota, gota, gota
constante de la preocupación lleva frecuentemente a los hombres a la locura y el
suicidio.

Cuando era yo un muchacho campesino del Missouri me aterraba escuchar a
Billy Sunday la descripción de los fuegos infernales en el otro mundo. Pero nunca
le oí mencionar los fuegos infernales de la agonía física que los que se preocupan
tienen que soportar aquí y ahora. Por ejemplo, si usted padece una preocupación
crónica, puede usted verse asaltado por uno de los dolores más espantosos que
jamás haya soportado el hombre: la angina de pecho.

¿Ama usted la vida? ¿Quiere usted vivir mucho y disfrutar de buena salud? He
aquí lo que usted puede hacer. Estoy citando otra Vez al Dr. Alexis Carrel. Dijo
así: "Quienes conservan la paz interior en medio del tumulto de la ciudad moderna
son inmunes para las enfermedades nerviosas y orgánicas".

¿Puede usted conservar la paz interior en medio del tumulto de la ciudad
moderna? Si es usted una persona normal, la respuesta es "sí". "Decididamente,
sí." La mayoría de nosotros somos más fuertes de lo que creemos. Poseemos
recursos internos a los que probablemente nunca hemos recurrido. Como Thoreau
dijo en su libro inmortal, Walden: "No conozco hecho más alentador que la
incuestionable capacidad del hombre para elevar su vida mediante un empeño
consciente... Si uno avanza confiadamente en la dirección de sus sueños y se
afana por vivir la vida que se ha imaginado, triunfará en una forma que no cabe
esperar en las horas corrientes".

Es indudable que muchos de los lectores de este libro tendrán tanta fuerza de
voluntad y tantos recursos interiores como los que tiene Olga K. Jarvey, de Coeur
D'Alene, Idaho. Descubrió que podía eliminar la preocupación en las
circunstancias más trágicas. Creo firmemente que usted y yo también podemos
hacerlo, siempre que apliquemos las muy viejas verdades que se estudian en este
volumen. He aquí la historia de Olga K. Jarvey tal como me la escribió: "Hace ocho
años y medio fui condenada a morir - una muerte lenta, tortuosa y aterradora - de
cáncer. Las mejores inteligencias médicas del país, los hermanos Mayo,
confirmaron la sentencia. Estaba en un callejón sin salida, perdida toda esperanza.
Era joven y no quería morir. En mi desesperación telefoneé a mi médico en Kellog
y le expuse toda la amargura de mi corazón. Con impaciencia, me reconvino:
'¿Qué le pasa, Olga? ¿Es que no le quedan fuerzas? Claro que se morirá usted si
no deja de llorar. Sí, le ha sucedido lo peor que le podía suceder. Muy bien, pero
haga frente a la situación. ¡Deje de preocuparse! Y haga después lo que se le ocurra'. En aquel mismo momento hice un juramento, un juramento tan solemne
que las uñas se hundieron profundamente en mi carne y los escalofríos recorrieron
toda mi espina dorsal: 'No me preocuparé. No lloraré. Y si cabe hacer algo,
triunfaré. ¡Viviré!'
"La cantidad corriente de rayos X en casos tan avanzados, en los que no cabe
aplicar el radio, es diez minutos y medio diarios durante treinta días. Me dieron
catorce minutos y medio diarios durante 49 días y, aunque los huesos se
señalaban en mi escuálido cuerpo mo las rocas de una árida ladera y aunque mis
pies parecían de plomo, no me preocupé. ¡No lloré ni una vez! ¡Sonreí! Sí, me
obligué a sonreír.
"No soy tan estúpida que crea que la mera sonrisa pueda curar el cáncer. Pero
creo que una animosa actitud mental ayuda al organismo a combatir la
enfermedad. En todo caso, experimenté una de las milagrosas curas del cáncer.
Nunca he tenido tan buena salud como en los últimos años y esto lo debo a las
palabras combativas y retadoras del Dr. McCaffery: 'Haga frente a la situación.
¡Deje de preocuparse! Y haga después lo que se le ocurra.'"

Voy a terminar este capítulo repitiendo las palabras del Dr. Alexis Carrel:
"Aquellos que no saben cómo combatir la preocupación mueren jóvenes. "

Los fanáticos seguidores del profeta Mahoma tenían frecuentemente tatuados
en sus pechos versos del Corán. Me gustaría tatuar el título de este capítulo en el
pecho de todo lector de este libro: "Aquellos que no saben cómo combatir la
preocupación mueren jóvenes".
¿Estaba el Dr. Carrel hablando de usted?
Tal vez.

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