lunes, diciembre 8

Chantajista del Cariño

Hola Gente!!! Como han pasado el fin de semana? Si fue lindo, me alegro sino a ponerle pilas, pensamientos positivos y palabras que levanten el animo y renueven las fuerzas esta semana para que el próximo si lo sea… a no aflojar que vendrán tiempos mejores, dice la Biblia nunca digas que los tiempos pasados fueron mejores, porque nunca lo harás con sabiduría (Eclesiastés 7:10), sabes porque? Porque siempre hay tiempo para cambiar las cosas, cambiando uno primero, tanto la forma de pensar, de hablar y de actuar, para con uno y para con los demás… por eso lo bueno es informarse, leer y ver que tenemos mal nosotros para cambiarlo, ver que cosa de los demás nos lastiman y fortalecernos o apartarnos, y así ir cambiando para bien… al estar mejor podemos ir por mas cosas, esas cosas que antes creíamos no estaban a nuestra altura por tenernos en menos, y por ende lograr o alcanzar lo que soñamos…

Cariños

Claudia


Chantajista del Cariño


A menudo, resulta complicado saber cuál es la barrera que separa la dependencia del amor. Como cualquier comunicación basada en el egoísmo, el chantaje emocional puede convertirse en un arma muy destructiva. Quienes la utilizan presionan y extorsionan hasta conseguir que los hijos, la pareja o los padres hagan lo que se les pide y de esa manera ponen en juego la autoestima del otro y especulan con el sentimiento de culpa. Como la manera que tienen los chantajistas emocionales de solicitar lo que desean es premeditada, pueden disfrazar muchas veces sus exigencias de amabilidad y preocupación, con lo que sus víctimas habrán de actuar de modo firme y tajante si desean preservar un poco de dignidad. ¿Cómo desenmascarar a un chantajista emocional? Estos pueden adoptar distintos rostros:

Los que castigan. Se rodean de poder superficial para dominar a los demás mediante amenazas del tipo: "O haces lo que te digo o...". Ellos asustan, inhiben, pero raramente cumplen los castigos que prometen. Casi siempre se valen de la vulnerabilidad de sus relaciones para mover los hilos a su antojo.

Los Autocastigadores. Como no son responsables de su vida, sus amenazas están dirigidas a enfermarse o dañarse ellos mismos. Con su "si no haces esto, enfermaré, moriré, etc." logran que sus víctimas se sientan culpables y accedan a sus exigencias.

Los Sufridores. De carácter por lo general depresivo y callado, se valen de suspiros y silencios mortíferos esperando que los demás sepan qué les ocurre. Su modo de pensar es: "Tendrías que saber qué me pasa si me quieres". Jamás amenazan abiertamente. Ellos hieren y confunden.

Los que prometen el cielo. Hacen promesas a cambio de obediencia incondicional. Como jamás las llevan a cabo, quienes creen en su buena voluntad acaban por perder no sólo su autoestima sino también la capacidad de confiar en sí mismos.

Aunque no resulte fácil, quienes conviven con un manipulador han de intentar poner coto a su actitud. Imaginemos, por ejemplo, que nos damos cuenta de que nuestra pareja nos chantajea constantemente.

||¿QUÉ PODEMOS HACER?||

En primer lugar, dejar de sentirnos culpables, porque no somos responsables del otro. Aunque sea cierto que podemos intervenir en su felicidad, que sea o no sea feliz no depende de nosotros.

Por la misma razón, no somos culpables de que las cosas les salgan mal, por mucho que nos lo eche en cara.

Otras propuestas: motivarle a expresar lo que le ocurre para ayudarle a comprender sus sentimientos, cómo nos manipula y las razones por las que lo hace. En última instancia, sugerirle buscar ayuda profesional y, en muchos casos, pedirla nosotros mismos.

Si, por el contrario, uno se reconoce como chantajista, puede intentar cambiar sus tendencias manipuladoras, que no sólo dañan a quienes le rodean, sino que le perjudican: ¿cuántas veces se ha quedado solo?

Resulta demasiado fácil esconder la cabeza bajo el ala, rehuir la responsabilidad de nuestra propia vida y dejarla en manos de los demás, pero considerar a los otros "culpables" de lo que uno siente es una señal de inmadurez. Si, incluso siendo conscientes de que lo hacemos, somos incapaces de abandonar nuestra conducta, ha llegado el momento de pedir ayuda psicológica.

Nora Ethel Rodríguez

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