martes, diciembre 11

Explora tu personalidad‏

La pasión por "descubrir" ha impulsado la curiosidad del hombre hasta lugares tan lejanos como la Luna, y con la ayuda de los satélites más lejos aún, hasta los confines del universo.

Ir más allá de las fronteras geográficas, tecnólogicas, sociales y económicas forma parte de las motivaciones más difundidas en la actualidad. El acceder a una una nueva computadora, teléfono celular, barrio, trabajo o automovil, pone de manifiesto esta pulsión innata de progreso en el sentido de avance hacia nuevos territorios. Sin embargo, el depositar la atención en forma desproporcionada hacia el mundo exterior, condiciona cada vez más la capacidad para observar el mundo interior, que en definitiva es el único que verdaderamente tenemos. Según la investigación que viene realizando desde 2004 el denominado Observatorio de la Deuda Social Argentina, perteneciente a la Universidad Católica Argentina (UCA), el 39% de las personas destina su tiempo libre a ver medios audiovisuales (Ej: cine y TV). Le siguen en orden de prioridad decreciente las actividades deportivas (29%), las actividades familiares (23%), las sociales y culturales (18,9%) y las manuales, artísticas y solidarias (12,9%). El hombre occidental destina en promedio unas cuatro horas de su tiempo libre a mirar televisión, palabra que deriba del griego (tele:lejos), (visio: vista). Cuando miramos televisión en cierta medida estamos "viendo de lejos". Vemos de lejos nuestras verdaderas necesidades y deseos, nuestros conflictos y oportunidades, nuestras contradicciones y paradojas... Todo queda depositado alli, en los personajes que aparecen en la pantalla. La distracción que proporciona un mundo resuelto nos aleja de la posibilidad de encontrar los caminos para acceder a aquello que verdaderamente podemos estar necesitando, aquello a lo cual aspiramos. El mundo externo pasa a ser provedor de respuestas a la mayoría de las preguntas, curiosamente antes de que éstas pudieran ser incluso formuladas. Somos producidos externamente y hasta con cierta facilidad, se trate de idiologías, hábitos de consumo, definición de lo correcto y lo que no lo es.

El afuera invade sin restricciones nuestra privacidad e instituye sus intenciones y motivos. Cuando esto sucede nos aferramos a un discurso ajeno, a una certeza que en algún momento nos inculcaron, y a la cual nos aferramos por la seguridad que nos brinda. Sin embargo el no ver o no cuestionar lo instituído, no evita la disonancia interior que se origina como consecuencia de una falta de alineación entre aquello que repetimos, y aquello que en el fondo creemos o desearíamos creer si nuestra identidad no estuviera en juego. Esta disonancia se manifiesta en todo tipo de síntomas, desde físicos, mentales y hasta vinculares. Quizás parte de la confusión, ansiedad, y hasta violencia que vemos en las pantallas y experimentamos a diario pueda tener que ver con esta incapacidad para albergar lo diferente, fundamentalmente en nuestro interior.

Vivir en automático parece más sencillo, pero no lo es. El no detenernos a reflexionar el tiempo suficiente respecto de por qué, o mejor dicho... para qué ...hacemos lo que hacemos, nos deja como único camino de adaptación posible frente al cambio, el de intentar con todos los medios, ajustar al mundo externo a nuestra rígida programación. Es un camino que conduce inexorablemente a la victimización y al fracaso. El cambio podría tener que ver con un nuevo trabajo, una nueva realidad contextual de mercado, una nueva pareja, la llegada de un hijo, de un nuevo presidente, la mudanza a un nuevo barrio, la pérdida de un ser querido, o simplemente la transición hacia nuevas etapas cronológicas a medida que sumamos años a nuestro haber personal. La adaptación implica movimiento y no podemos mover aquello que no vemos o noconocemos, ...como nosotros mismos.

“Esta es la verdadera alegría de la vida, el ser utilizado para un propósito que tú mismo reconoces como poderoso …ser una fuerza de la naturaleza en lugar de un pequeño, febril y egoísta, guiñapo de aflicciones y rencores que se queja todo el tiempo de que el mundo no se dedica a hacerlo feliz... "

- George Bernard Shaw
Escritor, Premio Nóbel de Literatura en 1925

Tal vez, muchas veces la queja alude a la frustración que genera el ver como el mundo no se dedica a hacernos feliz...

La felicidad parece no estar en los objetos del mundo, sino en nuestra posibilidad de movernos internamente. Es necesario y hasta provechoso redireccionar la búsqueda y los esfuerzos. Como decía Soren Kierkegaard, un prolífico filósofo y teólogo danés del siglo XIX, "a medida que alguien se conoce, empieza a ser la persona que realmente es" y es en esta integridad donde la semilla de la felicidad puede germinar.





Synapsis

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