jueves, julio 10

Culpa, ansiedad y sufrimiento


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Hola Gente, como pasaron esta semana? Espero que bien, se de personas que han pasado por momentos difíciles, es mi deseo que pronto estén de pie y con las fuerzas renovadas para seguir luchando y arrebatándole a esta vida sus mas íntimos sueños!!! No te dejes vencer por nada ni por nadie, podrán tirarte o hacerte tropezar pero tenes la fuerza para levantarte y seguir “a pesar de…” y alcanzar todo aquello que has soñado… nunca es tarde para ser feliz!!!

Te deseo un muy buen fin de semana!!! Cariños y mas bendiciones!!!

Claudia



Culpa, ansiedad y sufrimiento
A lo largo de la historia, desde los orígenes de la civilización, el hombre ha buscado una explicación al sentimiento de culpa. Lo ha intentado a través de la filosofía, las religiones, la sociología, la moral y la ética. El psicoanálisis por su parte, no ha dudado en adentrarse en este terreno, y le ha otorgado fundamental importancia en el desarrollo de las personas, así como en su comportamiento.

Todos hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas el sentirnos culpables; sin embargo, hay personas que tienden a sentirse de este modo de manera constante. Se recriminan con frecuencia y sienten que todo lo hacen mal o que fallan invariablemente. Es por ello que llegan a experimentar un terrible sufrimiento que no les permite el desarrollo pleno y el disfrute de la vida.

Pero, ¿de dónde viene este sentimiento? Podemos decir que el sentimiento de culpa comienza a formarse en los individuos desde muy pequeños. En un principio nos sentimos culpables por fallar ante la imagen de nuestros padres, es decir, por no cumplir sus deseos y expectativas. Posteriormente “introyectamos” las reglas externas o en otras palabras, las hacemos nuestras, y así se forma una instancia interna, psíquica, llamada “súper yo”. Aquí se encuentra lo que denominamos la conciencia moral.

Lo que intentamos decir con esto es que cada uno de nosotros tiene consciente e inconscientemente un conjunto de pautas que marcan su comportamiento. Éste es nuestro propio código moral que puede o no coincidir completamente con el código social en que vivimos. Cuando no seguimos las reglas de nuestro “súper yo” (nuestro código de pautas) nos sentimos culpables, sentimos que hemos fallado y que somos “malos”. Esto a su vez nos lleva a la autodevaluación y a posibles estados depresivos; además de generar mucha ansiedad.

En la medida que la culpa es inherente a la construcción del aparato psíquico y su subsecuente manifestación en la conducta, podemos afirmar, como ya se mencionó, que todo individuo experimenta culpa, en ocasiones sin darse cuenta. Lo anterior se debe a que muchas veces la culpa es inconsciente.

Asimismo, que la culpa sea inconsciente no quiere decir de ninguna manera que no tenga repercusiones en nuestras relaciones, pensamientos, sentimientos y desempeño. Por el contrario, nos afecta de manera directa y muchas veces nos hace castigarnos por medio del saboteo. Lo que tratamos de decir es que las personas posiblemente no se dan cuenta que lo que sienten es una culpa inconsciente, ligada a motivos del pasado que no se han resuelto. Por consiguiente lo que sucede es que al sentirnos insuficientes actuamos de manera congruente con nuestro inconsciente y buscamos el castigo.

Un ejemplo podría ser el de un hombre profesionista, hijo de campesinos, que dice querer un mejor trabajo, sus capacidades intelectuales y habilidades en su área laboral son favorables; sin embargo, siempre ocurre algo cuando está a punto de conseguir un mejor empleo y subir de puesto. Esto podría ser llegar tarde, olvidar la cita, etc. Analizando la situación y relacionándola con su historia personal, seguramente encontraríamos culpas inconscientes que no le permiten crecer.

En este caso podría ser la culpa por superar a los padres; ya que si esto ocurriera, el individuo, que aún ha podido resolver en su psiquismo el tener mejores oportunidades que sus progenitores, se sentiría un mal hijo y en su interior sería como si los destruyera. Por lo anterior, a pesar de sufrir por no encontrar un mejor trabajo, su saboteo inconsciente lo protege de un sufrimiento aún mayor.

Otra manera de entender la culpa inconsciente y la necesidad de castigo puede ser la siguiente: un niño maldice a sus padres porque no le compraron un juguete que quería, dice para sus adentros que sus padres deberían morir y siente odiarlos. Posteriormente hace su aparición la culpa, por lo que el niño rompe “sin querer” un jarrón de la sala. A raíz de esto consigue el tan ansiado castigo por medio del regaño de los padres. Lo que se ve a simple vista es el regaño por romper un objeto valioso; lo que alivia al niño es que en su inconsciente, sus padres lo castigaron por sus pensamientos agresivos. De esta forma se apacigua la culpa y se calma sufrimiento.

La ansiedad es otra fuente de sufrimiento y, al igual que la culpa, puede tener sus orígenes en cuestiones inconscientes. Muchas veces nos sentimos ansiosos y no sabemos el por qué; aparentemente todo está en calma y en perfecto orden; sin embargo, la ansiedad toma partido. El sentimiento de culpa inconsciente puede causar estados agudos de ansiedad, a su vez dicha ansiedad aparece desligada de todo suceso fáctico.

A veces nos es fácil superar momentos de culpa y ansiedad, como pidiendo una disculpa por nuestras fallas o ver el panorama con mayor tranquilidad; sin embargo, hay ocasiones, como se comentó con anterioridad, en que no resulta tan sencillo.

Así, llegamos a la conclusión de que muchas veces necesitamos ayuda profesional. Quizá no sabemos con exactitud el por qué, pero entendemos que algo no está funcionando bien y sobre todo nos está haciendo sufrir insoportablemente. Podemos de esta forma comprender la importancia de revisar en nuestro pasado y “rascar” en nuestro inconsciente para encontrar las causas no visibles de nuestra conducta, cuando esto ocurre logramos entendernos mejor y por lo tanto tener una mejor calidad de vida.

Psicóloga Taly Glatt Rosenthal



Miqueas 7:18-19

“¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en la misericordia.
Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades y echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados.

Levítico 6:6
“Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación”.

Juan 1:29
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita la culpa del mundo”.

Apocalipsis 7:17
“porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”.

Mateo 6.25-34

La angustia y la ansiedad

Dijo luego a sus discípulos: «Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.
La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido.
Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; que ni tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?
¿Y quién de vosotros podrá, con angustiarse, añadir a su estatura un codo?
Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os angustiáis por lo demás?
»Considerad los lirios, cómo crecen: no trabajan ni hilan, pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud,
porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo, pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas.
Buscad, más bien, el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.

1 Pedro 5:7
“Depositen en Dios toda ansiedad, porque él cuida de ustedes”.

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