viernes, diciembre 12

¿Turista o peregrino?

Hola Gente!!! Como fue la semana??? Encontré este articulo, el cual me parece muy bueno para que lo utilicemos como una herramienta que nos lleve a desmenuzar nuestra conciencia y ver como estamos viviendo nuestra vida… si la estamos disfrutando, si nos estamos afanando… que estamos haciendo con ella? Con cada paisaje que transitamos? Con las cosas bellas de cada día? Sacamos fotos para el álbum de nuestros recuerdos cuando compartamos con nuestros nietos? O pasamos de largo con tanto afán por lograr mas cosas, por saciar nuestra sed de avaricia, por adquirir algo mas en nuestro haber y ni sabemos por donde hemos caminado, ni las cosas bellas que no hemos visto? Disfrutemos las cosas cada día como dice el articulo… como peregrinos…

“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor”. Ecl. 3:11-13

Claudia


¿Turista o peregrino?

…mas no hagas con prisas tu camino; mejor será que dure muchos años y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, rico de cuanto habrás ganado en el camino.
- Konstantinos Kavafis

Un viejo amigo pudiente me contaba sus grandes travesías por el Continente Europeo. Me sorprendía la capacidad que tenía de contar las historias; desde la de una mujer que conoció en un bar español, hasta cómo entró sin que lo descubrieran a una audiencia con el Papa, en Roma.

A veces eran tantos los lugares que visitaba y tan poco el tiempo para hacerlo, que en algunas ocasiones llegaba a una ciudad a media mañana para dormir en otra ese mismo día.

Era sistemático en el momento de viajar. Su agencia de viajes le organizaba cada vuelo, cada hotel, cada ciudad; le calculaban distancias y presupuestos. Salirse del plan era algo que no estaba en su mente, por eso, cuando existía algún cambio de fuerza mayor se ponía furioso.

Pasa lo mismo en nuestra vida. Nos hacemos 100% turistas obsesionados por cada paso que damos. Un turista, dice Ignacio Larrañaga, sabe dónde dormirá hoy, qué museos visitará mañana y qué ciudades recorrerá al día siguiente.

Un turista se preocupa tanto por los resultados finales de cada cosa que hace, que se olvida de disfrutar el trayecto para lograrlos. Pone cuantas marquitas puede en el mapamundi para ir contando el número de países que visita pero, en su afán de cantidad, olvida tomar fotografías y paladear el momento.

En otras palabras, los turistas son todos aquellos que se quedan horas en la oficina para llevar el pan a casa, pero se olvidan de platicar con los hijos. Son aquellas señoras que pasan en el gimnasio cada mañana para obtener un cuerpo de lujo, con rutina y constancia admirable, pero no hacen nada para alimentar su espíritu.

Un peregrino, en cambio, no sabe nada, ni dónde dormirá hoy, ni qué será el día de mañana. Tiene un espíritu libre, un equipaje ligero, un alma solidaria, siguiendo espontáneamente el camino que le van marcando sus sueños.

Un peregrino hace cada viaje importándole no el destino, sino lo que descubre en cada lugar, cada experiencia, cada persona con la que se encuentra.

El turista tiene miedo a la incertidumbre, al futuro. El peregrino, por el contrario, deja a un lado su seguridad buscando la aventura. Bien dicen que el que no arriesga no pierde, pero el que no pierde no aprende. A los peregrinos no les importa perder, sino llevarse el mayor número de experiencias en su costal de aprendizaje.

El peregrino olvida juzgar o comparar qué tanto ha avanzado el otro. Él sabe que cada uno tiene su propio Plan Perfecto, sus propios tiempos. No llora por los que van adelante o más atrás, ni se pone a seguir las huellas de los demás, sino que hace su propio camino.

No se la pasa tratando de entender la vida, cuestionándola cada segundo. Se dedica a sentir, a ser, a vivir y amar. No lleva un itinerario fijo, sino que hace su propio plan de viaje. El peregrino sabe que hay que disfrutar lo que suceda ahora, porque no tiene caso vivir el futuro dos veces.

No se trata de no tener sueños u objetivos en la vida. La filosofía del peregrino va más allá, tiene una visión de lo que quiere llegar a ser interiormente, pero sabe que en cualquier momento, por su propio bien, Dios les puede cambiar la jugada. Lo importante es estar abierto a esos cambios, dejándonos llevar.
La próxima vez que hagas un viaje, recuerda que lo que importa no es el destino, sino todo lo que viviste en el camino para llegar a él. Vive la magia de un peregrino.

David Montalvo Treviño
Escritor y conferencista, es "Life Coach" especializado en calidad de vida y practicante en Programación Neurolinguística, certificado en "Coaching" por el Instituto de PNL de Monterrey.

http://www.davidmontalvo.com.mx

2 comentarios:

lajenny dijo...

hola me ha impactado mucho lo que has escrito y me gustaria muchisimo poder comunicarme contigo,estoy pasando por una situacion dificil y se que me podrias ayudar, escribeme a mi correo para saber el tuyo por favor, si se puede. Gracias

Claudia dijo...

hola Jenny... no se a que mail escribirte... el mio es claudiasdonofrio@gmail.com, espero tu correo...carinios!!!