lunes, febrero 16

Como Enfrentar la Adversidad: La Resiliencia

Hola Gente!!! Buen comienzo de semana!!! Les dejo este artículo muy bueno.
Que las situaciones adversas que les toquen vivir les hagan aun mas fuertes y mas sabios. Que ellas no tomen poder sobre sus vidas y los dejen a mitad de camino. No se dejen frustrar porque hoy no salen las cosas como quieren, luchen, sigan, busquen. No se queden ni en el borde del camino ni a mitad de el, sino con la vista al frente y caminando, aun sean dos o un paso por día… pero siempre caminando hacia delante. Que no se entumezcan sus pies, sus rodillas por el desgano, por el no ver las cosas como las han soñado, todo es un proceso y vamos camino a nuestros sueños…

Como dicen los salmos: “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.”

Con cariño

Claudia

Como Enfrentar la Adversidad: La Resiliencia

Introducción

¿Qué es la “resiliencia”? La resiliencia es la capacidad para soportar las crisis y adversidades en forma positiva, logrando recobrarse. El término proviene de la física, Se aplica a la elasticidad de un material capaz de resistir la rotura luego de un choque o impacto con un objeto contundente. La traducían de la expresión inglesa corresponde a "entereza”, es decir, a la fortaleza o resistencia para salir airosos de las pruebas que nos golpean. En psicología se utiliza el concepto para identificar los procesos y hechos que permiten a los individuos y familias soportar los desafíos y estados persistentes de estrés con éxito. Es mirar los problemas desde sus posibilidades de superación y de la reparación. “Se trata de la capacidad potencial de un ser humano de salir herido pero fortalecido de una experiencia aniquiladora” (Walsh, 1998, l 4). “Este enfoque se funda en la convicción de que el crecimiento del individuo y la familia puede alcanzarse a través de la colaboración de la adversidad” (Idem, 12).

El concepto de resiliencia ocupa un lugar importante en la teoría y las investigaciones, especialmente con respecto al desarrollo del niño y la salud mental del adulto. Se ha estudiado, por ejemplo, cOmo sobreviven algunos niños con buena salud a una familia disfuncional y las virtudes que poseen ciertos individuos para derrotar la adversidad. Investigaron qué recursos tienen esos hijos de padres mentalmente enfermos para superar sus experiencias tempranas de abuso o negligencia y llevar una vida adulta normal y saludable. Se los ha llamado “niño invulnerable” (Anthony et al., 1Y87), considerando que tienen una suerte de fortaleza biológica o coraza caracterológica. Otro tema predilecto de los estudiosos ha sido descubrir qué tienen esas personas que enfrentan sucesos catastróficos, que producen un efecto devastador en la mayoría, pero que en ellas les hacen sacar fuerzas de flaquezas y aprovechar al máximo sus recursos positivos,

Varias investigaciones hallaron que un temperamento despreocupado y alegre y un alto grado de inteligencia contribuían a forjar la resiliencia, aunque no en forma definitiva y concluyente. Más significativo parece ser la autoestima y la creencia en la propia eficacia. Esa disposición hace más probable prevalecer sobre las dificultades, a diferencia de aquellos que son dominados por un sentimiento de impotencia. Quienes tienen confianza en sus propias fuerzas y recursos —como descubrió Werner (1993) en un estudio sobre 700 niños nacidos en la pobreza de la isla Kauai- tienen más probabilidad de superar eficazmente la adversidad. Kobasa y sus colaboradores (1982; 1983} hallaron que las personas más resistentes al estrés son aquellas que poseen tres características de personalidad, que definieron en tres palabras, a saber: a) autocontrol: creen que son capaces de controlar los eventos que se les presenta o pueden gravitar sobre ellos; b) compromiso: se sienten profundamente comprometidos con lo que hacen o identificados con la causa; y c) desafío: ven los problemas no como algo abrumador, sino como desafíos apasionantes que los pueden conducir a mejorías o superación
Con respecto a los recursos familiares y sociales asociados a la resiliencia, los investigadores han señalado la importancia del cariño, el afecto, el apoyo emocional y la existencia de un orden familiar de límites claros y razonables. Se ha enfatizado el valor de los procesos interactivos, la cohesión, La flexibilidad, la comunicación franca y la capacidad de resolver problemas como factores que favorecen el buen funcionamiento familiar y contribuyen al bienestar de sus miembros. La importancia del apoyo de las redes sociales en situaciones de crisis ha sido ampliamente documentada. Por ejemplo, los grupos de autogestión han demostrado ayudar a una mejor adaptación a mujeres con cáncer (Spiegel, 1993) y a los padres deudos durante los tres primeros años del fallecimiento de un hijo (Beskow, 199~~ En el estudio de los niños resilientes de Kauai, se halló que la influencia más positiva fue una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo (padres, tío, abuelo u otro pariente o amigo) que los defendía y era una fuente de fortaleza en las dificultades.

Cómo superar una crisis familiar.

La Señora Ramírez solicitó ayuda en una clínica de orientación infantil por los problemas escolares de su hija. La conducta de la niña había empeorado considerablemente las ultimas semanas, resultando una calamidad intolerable para sus educadores. ¿Qué había pasado? Cuando los terapeutas interrogaron por los acontecimientos recientes descubrieron la tragedia que abatía la familia. Hacia poco que el hijo mayor, de 17 anos, se había visto involucrado en un episodio de violencia callejera en el cual había perdido la vida. La bala que lo mató hizo trizas la felicidad del hogar. El padre se entregó a la bebida para anestesiar la pena, aislándose de la familia. Otro hijo de 16 años, se convirtió en un rebelde y violento, buscando vengar la muerte del hermano. Y la Sra. Ramírez, se dedicó a los problemas escolares de su hija para olvidar el dolor do la pérdida.
El tratamiento se focalizó en estimular la resiliencia familiar. Para ello se trabajó en potenciar los vínculos, la solidaridad y reciprocidad, buscando el apoyo mutuo y la colaboración. Cuando pudieron compartir el dolor de la pérdida y reconfortarse uno al otro, disminuyó el alcoholismo del padre, La agresividad del hijo y las dificultades escolares de la hija. Al acercarse unos a otros, empezaron a abordar otros problemas, con la convicción de que ahora, después de haber superado ese duelo trágico, eran capaces de enfrentar juntos cualquier cosa.
En otro caso, María y su esposo Tom, fueron examinados por sus altos puntajes de resiliencia individual y familiar. Sin embargo, María provenía de una familia que sufrió el alcoholismo severo de su padre, penurias económicas graves por las perdidas reiteradas del trabajo del padre y el abandono de la familia que éste hizo cuando ella tenia siete años, A despecho de esos traumas infantiles María siempre mantuvo una excelente salud. Atribuyo su resiliencia a la fuerte unidad familiar forjada por la madre v sus hermanos, además del apoyo de los parientes.

Basándose en esas experiencias de la niñez, María había desarrollado fuertes convicciones con respecto al matrimonio y la constitución de su propia familia. Cuando se le preguntó por que se casó con Tom, respondió con toda claridad: ”Por dos cosas, primero, quería un marido que no bebiese y segundo, quería que mis hijos tuvieran un padre que siempre estuviese junto a ellos”. María no se equivocó, eligió bien. Tom era hijo de un pastor protestante que tenia una familia sólida y estable. En la crianza de sus hijos, ambos mantuvieron un estrecho contacto y conexión con sus respectivas familias de origen que les brindaron modelos de crianza y redes de apoyo. María puso de relieve cualidades que han sido reconocidas como características de las personas resilientes. Ellas son, la capacidad para aprender de la experiencia, adoptar decisiones conscientes con respecto al futuro y el resuelto empeño de construir un hogar sólido.

Cuando todas las cosas ayudan a bien.

En un estudio realizado por Taylor (1989) encontró que las personas que poseían “ilusiones positivas” o sea que asumían posturas positivas ante situaciones graves, tendían a irles mejor que los que se aferraban a la realidad firmemente. Esa actitud permite conservar la esperanza en los momentos más sombríos y ver la luz al final del túnel. Múltiples investigaciones han puesto de relevancia que el optimismo y la esperanza son factores claves de la resiliencia (Pereyra, 1997).

La paradoja de la resiliencia es que los peores momentos pueden ser los mejores. En un estudio que dirigió Stinnet (1985) sobre familias sólidas, encontró que en momentos de crisis, el 75% de ellas habían descubierto circunstancias positivas en medio del dolor y la desesperación. Estaban convencidas que algo bueno había surgido de todo eso. Muchas de las familias reconocieron que después de capear el temporal, sus relaciones reciprocas se habían tornado más cariñosas y apreciadas que nunca.

La capacidad de resiliencia consiste en recobrarse de los golpes no meramente “pasar la crisis”. La cuestión no es soportar estoicamente la adversidad o buscar dejar atrás la dificultad lo más rápido posible, desembarazándose de los sentimientos dolorosos. No, por el contrario, “Ia resiliencia implica integrar la totalidad de la experiencia en la trama de la identidad individual y familiar” (Walsh, 1998, 22). Significa desplazar el foco de los perjuicios o danos del infortunio a un paradigma basado en la competencia y orientado a la fortaleza.

Nadie esta libre de problemas. La tensión es parte de la vida. A veces la tragedia golpea fuertemente. ¿Cómo superar las crisis? ¿De qué manera enfrentar la fatalidad? Por medio del desarrollo de la capacidad reparadora, al privilegiar la esperanza, buscando la fortaleza interior y la ayuda de Dios. Es importante escapar a la debilidad y la autocompasión que es la metáfora madre de toda enfermedad y enfrentar los desafíos. Decía Paulo Coelho (1997, 240), “el enemigo es apenas un pretexta para probar nuestra fuerza” y las desgracias son la oportunidad para crecer; esto es, ver los problemas no como obstáculos sino como desafíos.
¿Cuántos dieran a luz una nueva fortaleza, nacida del sufrimiento y la necesidad? Por eso es básico volver fuerte al débil. No escarbar en la desdicha sino en las fuerzas soterradas del espíritu. Buscar la resiliencia protectora, La creatividad para descubrir otras alternativas. Descubrir coma conservar la competencia aun en circunstancias angustiantes.

Dr. Mario Pereyra.
De su libro "En busca de la alegría de vivir"

Joel 3:10
“…diga el débil: Fuerte soy.”

Isaías 60:22
“El más débil se multiplicará por miles, y el menor llegará a ser una nación poderosa. Yo soy el Señor; cuando llegue el momento, actuaré sin demora.”

2 Corintios 12:10
“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”

2 Timoteo 1:7
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

Filipenses 4:13
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

1 Corintios 10:13
“Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.”

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