viernes, noviembre 7

Cómo vencer angustias y temores (5° parte)

Hola Gente!!! Les dejo otra parte de este articulo, la divide en mas partes así no se les hace tan largo… como ya les he dicho lean y tomen lo que les sirva, si creen conveniente compártanlo y disfruten de la vida… no se aten con miedo absurdos, enfréntenlos… que como todo temor parece mas grande de lo que realmente es cuando, al enfrentarlo, descubrimos que estaba disfrazado de gigante…

Alimentémonos nosotros mismo de pensamientos de “poder, amor y dominio propio” (2Tim 1:7)y no le alimentemos al miedo con pensamientos de temor y esclavitud! (Rom.8:15)

Cariños

Claudia

G. Miedo al ridículo

Este es un miedo a que se burlen o rían de uno. Muchas veces duele más una burla que la peor calumnia. De Jesús dijeron que era blasfemo, que era el diablo, un comilón y bebedor, un loco y en la cruz se rieron de El a carcajadas. Jesús sabía que esa era parte de su misión y no le dio miedo ni el qué dirán ni la burla. El miedo a la burla, a la risa y a hacer el ridículo paraliza terriblemente.

Para vencer el miedo al ridículo, aplique el dicho "el que ríe de último ríe mejor". Adquiera una cierta indiferencia a la burla de los demás. Comprenda que si se ríen de usted es porque no le entienden y que el día que entiendan dejarán de reírse. Aprenda a reírse de los que se ríen de usted, no en sentido de burla, sino restando importancia a lo que a ellos les produce risa.

Sobre todo, aprenda a reírse de usted mismo y a no tomarse demasiado en serio. Adquiera mucho coraje, valentía y valor, a nivel mental y emocional, para que las risas de los demás no le aturdan. Piense que usted es importante, pero más importante es Dios.

A través de la historia, los grandes hombres han sido siempre objeto de risa, porque la mediocridad, al igual que la ignorancia, es atrevida. Quien no ve más allá de sus narices no puede comprender la trascendencia de las grandes mentes e ideas.

Mientras usted más suba, más solo se quedará. Pero los que se quedan rezagados abajo son los que no quieren amar, no quieren ser santos, no quieren ser buenos profesionales, y se conforman con ser siempre iguales. Esos siempre se reirán de los pioneros, de los que abren camino y suben. Además, la risa de los demás puede ser una señal de que usted es alguien que empieza a destacar, un poco original y diferente a los demás, pero usted mismo. Benditas risas que demuestran que usted es diferente a los tontos de siempre.

Por el miedo al ridículo uno no hace una pregunta importante en una reunión, no va a leer una lectura en el altar, no lanza ideas profundas y buenas en la comunidad, grupo o empresa. Hay personas que sudan copiosamente cuando tienen que asistir a una reunión.

Hay que perder el miedo al ridículo, para decir las verdades de Cristo en cualquier lugar donde se burlen de Dios. Hay que estar dispuesto a hablar de Dios para superar las burlas de los que se mofan de las personas y cosas sagradas de nuestra religión.

En la historia se han perdido iluminaciones profundas, ideas importantes y acciones heroicas, más que por miedo a perder la vida, por miedo a causar risa. Acostúmbrese a la risa, no le dé importancia a las cosas pequeñas e insignificantes y sea valiente. No permita que el miedo al ridículo le frene e impida que usted se realice en todo su potencial, como Dios quiere que usted sea.

H. Miedo a la enfermedad

Muchas veces, el miedo a la enfermedad es producto de estar siempre hablando de lo mismo y leyendo acerca de estas cosas constante y obsesivamente. Los constantes mensajes de los medios de comunicación nos han acostumbrado a alarmarnos, porque hablan de todas las enfermedades posibles, conocidas y no conocidas, sus síntomas y consecuencias.

Hay personas que sufren muchísimo por un miedo obsesivo a que la próxima enfermedad sea trágica, que su gripe sea en verdad un cáncer en los pulmones, que el dolor que sienten en el estómago sea un cáncer, que su dolor de cabeza sea por un tumor, o que un malestar de varios días significa que se han contagiado con el sida.

Definitivamente, hay que cuidar la salud y mantenerse lo más sano que se pueda. Algunas enfermedades se pueden prevenir si usted se hace exámenes periódicos, modera su dieta y hace ejercicios, y sobre todo si tiene su mente siempre positiva. Lo que hay que evitar es estar pensando obsesivamente que lo que le sucede a usted es lo peor y que ya le ha llegado el final.

Hay personas que son hipocondríacas y siempre se están quejando de algo, se preocupan mucho más de la cuenta y piensan que el día que no sienten alguna molestia es porque ha llegado el final. Estas personas están siempre pendientes de las enfermedades de los demás, preguntando acerca de sus síntomas para sentir ellos lo mismo. Cuando su mente está negativa, puede producir enfermedades físicas porque usted tiene un gran poder de sugestión. O sea, si su mente está descontrolada y usted la utiliza negativamente puede llegar a producirle una enfermedad.

Para vencer el miedo a la enfermedad usted tiene que cuidarse, tener una actitud mental positiva en todo, convencerse de que Dios le dio la vida, lo hizo bien y lo equipó bien para vivir. Entérese bien de los avances de la medicina y las estadísticas que muestran que la mayoría de las personas que están hospitalizadas sufren de enfermedades emocionales y no físicas. Cuide su mente de enfermedades imaginarias y comprenda que es normal que usted se enferme de vez en cuando. Ponga toda su fe y confianza en el Señor. El es nuestro gran consolador y puede sanar su mente y su corazón, llenándolo de amor y esperanza.

I. Miedo al dolor

El miedo al dolor y al sufrimiento puede paralizar y producir angustia. Si siente miedo al dolor, usted se situará siempre en segundo lugar y no luchará para conseguir las cosas que más quiere.

El miedo al dolor se relaciona mucho con la educación. Si cuando niño lo criaron demasiado consentido y usted no fue educado para ganarse las cosas, ya que haciendo nada consiguió todo lo que quiso, en su vida puede aparecer fácilmente el miedo obsesivo al dolor.

Jesús dice en la Palabra, "Bienaventurados los que sufren y los que lloran porque ellos serán consolados." La expresión Bíblica "llorar" significa sufrir por amor.

Toda persona nace para amar y ser amada, porque el amor es parte de la vida. Amar implica una profunda entrega, una lucha y preocupación constante y profunda por los que se aman y, si es necesario, hasta morir por ellos. Sin embargo, mientras más se ama, más se tiene que sufrir y experimentar dolor. Todos comprendemos lo necesario que es amar.

Muchas personas tienen un miedo obsesivo y espantoso a sufrir y prefieren sacrificar la experiencia más grande que puede darnos la vida que es sentir amor. Los Mandamientos de la Ley de Dios nos exigen "Amar a Dios sobre todas las cosas, amar al prójimo como a ti mismo." En vez de amar y sufrir, la persona cambia su corazón de carne por uno de piedra, para ser insensible e indiferente a los demás, al sufrimiento humano y a las necesidades del prójimo. Una persona así puede vivir una vida supuestamente "feliz" porque no sufre, pero tampoco ama. Si una persona no ama, no ha vivido; si no ha vivido, ha fracasado totalmente. Vivirá más o menos tranquila, pero cuando muera muy pocos la recordarán, porque no dejará una huella positiva en la vida de ninguna persona.

Dice la Palabra que cuando Jesús le dijo al joven rico, "Anda, ve y vende todo lo que tienes, sacrifícate y sígueme", éste desconcertado, sintió mucho miedo y no se atrevió. El hubiera sido uno de los doce apóstoles y su nombre hubiera quedado escrito para siempre en el libro de la vida. Pero ni siquiera su nombre ha quedado en la Palabra como constancia porque él se perdió entre el montón de gente. No hay amor auténtico sin sufrimiento, no hay resurrección sin calvario ni vida eterna sin Viernes Santo. No existe amor sin dolor, sin sufrimiento. Este es parte del precio que hay que pagar por amar. Una de las cosas más hermosas que puede suceder a un ser humano es vivir en el corazón de otros. Lo más triste es no ser nada para nadie; no tener resonancia en el corazón de alguien. Es triste vivir sin amar y morir sin haber amado y que nadie derrame una lágrima por uno.

El que más ama y tiene razones profundas por qué vivir y morir, más sufre pero también vive más plenamente. "Benditos clavos que atravesaron las manos y los pies del cuerpo de Cristo."

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

Sitio Web: Un mensaje al corazón

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