viernes, octubre 31

Cómo vencer angustias y temores (3° Parte)

Hola Gente!!! Les dejo la tercer parte del tema… que mas agregar… que les ayude a vivir mejor y recuerden que solo ustedes podrán salir de cada una de estas cosas… si con ayuda profesional pero solo ustedes toman la decisión y solo ustedes la mantienen hasta el final, que Dios les renueve las fuerzas cada día hasta que alcancen la libertad sobra cada una de estas áreas en sus vidas!!!

A ser feliz!!!

Cariños

Claudia


Cómo vencer angustias y temores (3° Parte)

B. Miedo al rechazo

El miedo al rechazo se produce muchas veces en la infancia. Desgraciadamente, hay padres que no dedican suficiente tiempo a sus hijos, por estar ocupados en otras cosas o porque en el fondo no los quieren. Un niño en este ambiente sufre tremendamente el abandono de sus padres y va desarrollando un sentimiento de que no vale nada. Desde su infancia, entonces, se produce en esa criatura un gran complejo.

También se puede cultivar ese miedo en el ambiente escolar. Si un niño tiene algún defecto físico o algún problema de ajuste mental, puede ser rechazado y ridiculizado por sus compañeros o su maestra.

Luego en la adolescencia, el sentimiento de rechazo puede cultivarse por desengaños amorosos u otras desilusiones en el campo afectivo que se convierten en traumas.

El miedo a ser rechazado produce parálisis en el campo de la afectividad y hace que la persona se repliegue y se aleje cada vez más del contacto social. Cuando una persona ha sido muy golpeada en la infancia, adolescencia o juventud, se desilusiona mucho y eso le produce un tremendo miedo a ser rechazado, porque quienes deberían quererlo no lo hacen. La persona se esconde dentro de una timidez o reacciona muy anormalmente cuando está en grupo; siente mucha angustia cuando tiene que enfrentar situaciones en las que debe encontrarse con otros seres humanos. Entonces, su actitud no es espontánea y tiene dificultad en comunicarse con las demás personas, esquiva la mirada de los demás, guarda sus ideas y no habla. Por esto, pierde numerosas oportunidades para cultivar amistades y establecer relaciones afectivas. Esto empobrece a la persona humanamente, porque nadie puede crecer integralmente sin el contacto permanente y profundo con otros seres humanos con quienes pueda dialogar, comunicarse y convivir.

El miedo al rechazo también puede provocar que una persona, aún con muchas cualidades, no pueda funcionar plenamente en su oficio o profesión.

La persona que teme ser rechazada provoca rechazo por su manera de hablar y comportarse en grupos y en sus relaciones interpersonales. Su forma anormal de reaccionar provoca a su vez más rechazo y se convierte en un círculo vicioso. Además, muchas veces la persona afectada aumenta la magnitud del rechazo normal (que todos experimentan en un momento u otro de su vida) y lo convierte en algo monstruoso. Muchas veces, la persona confunde una simple mirada con una mirada mal intencionada, confunde un tono de voz un poco subido con una ofensa y un gesto un poco brusco con un desafío o una humillación terrible. Las "víctimas" de este miedo actúan siempre a la defensiva y se convierten en personas hipersensibles. La hipersensibilidad las torna agresivas y hasta capaces de causar daños físicos o mentales a otras personas. Con el tiempo, puede aparecer una especie de demencia y deseo de venganza, de hacer daño y de aniquilar a todo el mundo.

El rechazo ficticio que la persona elabora en su mente como resultado de traumas sufridos en su pasado, produce el rechazo real de las personas con las que se relaciona y lo obliga a retirarse aún más de la sociedad. Esto impide que dé mucho más de lo que puede dar y la persona experimenta una terrible soledad.

La persona que siente miedo a ser rechazada deforma la realidad, ve monstruos por todas partes y se convierte en un ser peligroso. Son personas difíciles en su trato en cualquier situación: en el trabajo, en las comunidades, en los apostolados y en el matrimonio.

El miedo al rechazo empobrece al ser humano, aniquila su afectividad, lo convierte en un ser raro, anormal, enfermizo y provoca que sienta más y más odio por la sociedad.

Para vencer el miedo al rechazo, hay que tomar en cuenta que en la vida unos son aceptados y otros no y hacer el esfuerzo de comprender a las demás personas. Vivimos en una sociedad enferma y bastante agresiva, donde muchas personas han sido afectadas y golpeadas y están siempre a la defensiva. Muchas veces cuando la persona se cree rechazada por alguien es porque esa persona tiene sus propios problemas que la hacen actuar de esa manera.

Piense positivamente que, a veces, el que tiene problemas no es usted sino la otra persona. Mantenga una autoimagen muy positiva y no permita que estas cosas le afecten. Convierta el rechazo en un reto: ¡llénese de amor! Presente su mejor imagen y pruebe a ver qué vencerá: el amor o el odio. Mejórese más, pula su personalidad, llénese de amor y conquiste esos corazones que supuestamente le rechazan. Hágale ver a los demás que usted sí los acepta y los quiere tal y como son, ya que hay muchos otros que están igualmente temerosos al rechazo.

Lo más importante para vencer el miedo al rechazo es sentirse seguro de que hay alguien que lo acepta a usted totalmente, tal y como es: Dios, el Señor. El le ama por encima de todo y eso le debe bastar, aunque ninguna otra persona le ame en la vida. Además, eso es imposible, ya que siempre habrá una persona que le ame si usted ama. No tema a nadie y rompa barreras; conquiste corazones siendo dulce y transparente en sus acciones. Guarde sus armas, muestre al mundo su

corazón lleno de amor y demuestre su aceptación y amor por Dios y por los demás.

C. Miedo al futuro

El miedo al futuro paraliza y produce angustia porque impide vivir lo único que tenemos que es el día de hoy. El miedo al futuro o a lo que pasará mañana es un miedo a la incertidumbre, a lo sorpresivo y misterioso. Puede sentir miedo a enfermarse algún un día, miedo a que se le muera un hijo, a perder el trabajo, a una guerra mundial o al fin del mundo. Mucha gente se olvida del presente y no vive ni disfruta nunca un día por estar su mente y su corazón puesto en un futuro incierto, misterioso y dramático. Estas personas piensan que el futuro le va a arrebatar todo lo que tienen y se enferman por estar angustiadas pensando en el mañana. El miedo al futuro es en realidad el ladrón del presente; le impide ser usted mismo y sacarle al presente toda la felicidad que puede brindarle.

Si usted pone bien las bases y siembra la semilla buena, lo que haga en el presente es lo único que tiene en sus manos con seguridad y que le podrá producir un futuro mejor.

¡Confíe en Dios! El tiene en sus manos la vida, la muerte, el futuro, el presente y el poder para transformar la historia. Dios es fuerte, vigoroso, sabio y vencedor de la muerte. El sabe cómo manejar todas las situaciones. Confíe en El, quien por encima de Su justicia es nuestro Padre, nos ama y no nos abandonará nunca. Si El creó el mundo, no lo va a dejar huérfano y abandonado.

Deposite en Dios toda su preocupación y trabaje lo más que pueda en el presente para que su futuro sea mejor. De acuerdo con sus posibilidades, influya lo más que pueda en la sociedad para que mañana sea mejor que hoy a nivel social, económico, político y religioso. Es decir, conviértase en protagonista activo de la historia y no en alguien que, por miedo, se queda paralizado y no hace nada. No sea un simple espectador esperando un futuro terrible. Dios quiere que usted viva plenamente su presente y actúe hoy para tratar de evitar en algo lo que usted cree que puede ocurrir mañana.

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

Sitio Web: Un mensaje al corazón


Isaías 44:3
Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.

Hebreos 12:11-13
Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella. Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas. «Hagan sendas derechas para sus pies», para que la pierna coja no se disloque sino que se sane.

Isaías 40:31
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, estaba muy angustiado y no podía dormir, con el horario cambiado pues hace un par de dias llegué a Polonia desde Chile. Soy kinesiólogo con ciertos logros, nada especial. Vine a dictar un curso por 5 dias y luego expondré en un congreso. Me dormí y desperté angustiado, pensé después de muchas vueltas que en realidad la última vez que estuve aquí viví la misma angustia, por facebook le comenté a un amigo lo que me pasaba a ver si tenía algún consejo en este caso, qué hacer. Pablo me dijo... solo puedo recomendarte el Salmo 4:8, cortamos y busqué... y encontré tu precioso blog. Me ha traído una enorme paz y confianza, he leído respecto de mis metas, razón por la que Dios me ha traído hasta aquí, pero por sobretodo he encontrado paz luego de leer tantas hermosas promesas. Que Dios te bendiga mi amiga, en realidad yo pienso que pequeñas historias construyen nuestras memorias todos los días, cuando tropiezas con una bendición como este blog, esa historia personal siempre te acerca a un final más feliz, uno lleno de confianza, pues puedes entender que pese a las dificultades y dudas, no estás solo, Dios te sostiene. Gracias por el tiempo que dedicas a esta tarea, tuve sed y me diste de beber, tuve miedo y encontré paz, no podía conciliar mi sueño y ahora descanso en la confianza en que mañana abriré mis ojos y todas estas promesas seguirán siendo mías y de todos aquellos que crean como yo que Dios nos las regala eternamente. David